Se llama Mariela Beljanski y quienes la conocen hablan muy bien de ella. “Al lado de ella, Aranguren es un osito de peluche”, dicen en el sector. El detalle de cómo el sistema de subsidios energéticos en la Argentina se volvió una insostenible
Se llama Mariela Beljanski y quienes la conocen hablan muy bien de ella. Pero tras escucharla en la audiencia pública por el precio del gas, uno de los asistentes dijo: “Al lado de ella, Aranguren es un osito de peluche”.
La comparación con el ex ministro de Energía del gobierno de Cambiemos buscaba resaltar la dureza que transmitió en sus conceptos la subsecretaria de Planeamiento al disertar en el comienzo del acto rutinario previo al aumento de tarifas.
El resumen de su exposición es que acá hubo un gasto desbocado para financiar subsidios sin control que generaron un consumo abusivo de energía y que ahora eso deberá modificarse. Aunque duela y cueste acostumbrarse.
Como integrante de la secretaría de Energía que encabeza Eduardo Rodríguez Chirillo, la funcionaria pidió hacer algunas “algunas consideraciones” antes del desarrollo del acto administrativo pero con el correr de las palabras su discurso se fue transformando en una toma de posición contundente que acusó a los gobiernos anteriores de habilitar un despilfarro de dinero y recursos energéticos al dejar las tarifas tan bajas que daba lo mismo apagar la luz o dejarla prendida.
El punto más duro fue cuando leyó los considerandos del decreto 332/22 y puntualizó en un párrafo en especial que rezaba que la política oficial debía contribuir a abaratar la matriz energética para las familias “independientemente de la condición geográfica y la condición socioeconómica”.
“Y me permito repetirlo” -subrayó- “independientemente de la condición geográfica y la condición socioeconómica“. El texto resaltaba en negrita esa frase en la filmina. Su voz se escuchaba desde la esquinita donde estaba minimizada en la transmisión. Desde allí, agregó: “A confesión de parte, relevo de prueba”.
El mensaje hizo hincapié en cómo a lo largo de los años el sistema de subsidios energéticos en la Argentina se volvió una locura insostenible, algo que -salvo para un sector muy duro del kirchnerismo- es un consenso transversal.
De hecho, esta egresada de la Universidad de Buenos Aires trabajó como Directora General de Generación Eléctrica en el gobierno de Alberto Fernández allá por 2021 cuando crecía la cuenta de plata que se giraba para no aumentar las boletas de luz y gas y mientras las internas al respecto quedaban a la vista de todos.
Pero ahora, casi como si hubiera estado esperando una revancha, Beljanski no se priva de desgranar cada uno de los problemas que se ve que observaba y ahora entiende que puede modificar.
“El modelo de autoabastecimiento -como llama a la política vigente hasta aquí- quería mostrar que podía desplegar sus virtudes a través de diferentes instrumentos regulatorios y por tanto que era posible subsidiar a la demanda en forma indiscriminada y universal rompiendo las reglas básicas de la economía“.
Y critica que había subsidios a “industrias y comercios en general”, sin tener en cuenta “zonas climáticas” ni tampoco la utilización de fuentes alternativas de energía, al tiempo que los límites para la asignación de recursos eran “altísimos o infinitos”.
“Todo ese dinero que se estaba pagando la gente no lo vio, no sabía que se estaba pagando con emisión monetaria”, describe Beljanski, que va más allá y habla directamente de “oscuridad” en el financiamiento del sistema energético, una situación que -señala- “llevó al usuario a pagar por un servicio cuyo costo real desconocía, afectando sus derechos económicos de manera encubierta por una deliberada política para que el usuario no pague los reales costos del servicio”.
Chan. Para una de las principales espadas de la administración de Javier Milei en materia energética hasta ahora había directamente un plan explícito para prácticamente engañar al usuario y que pagara sin saber cuánto salía realmente producir un metro cúbico de gas, un megavatio de electricidad. Hasta ahora nadie se había aventurado a tal definición, y eso que ha habido críticas al esquema.
La explicación, según se desprende de ese razonamiento, tuvo una consecuencia que ahora la funcionaria se dispone a cambiar de manera “radical” y es que la canasta de consumo energético se volvió “infinitamente grande” en las familias. La gente consume mucha luz y mucho gas y eso debe cambiar, dice.
“El subsidio alcanzó los consumos indispensables pero también a los suntuosos o no eficientes o no responsables“, explica la técnica sin titubear, apenas tras tomar un vaso de agua.
Los datos que aporta sostienen que en América Latina y el Caribe la energía constituye el segundo gasto más significativo en los hogares, mientras que en la Argentina, con uno de los mayores consumos per cápita, se registra uno de los impactos más bajos en la canasta de las familias.
El futuro de las tarifas
Es lo que ahora su gestión se propone terminar. ¿Qué viene? Lo que ya se sabe, aunque aún sin detalles: el subsidio por el equivalente a una “canasta básica energética”.
Según la secretaría de Energía, se va a estimar un consumo teórico de gas y luz mensualizado por hogar según la cantidad de convivientes y la zona geográfica, pero con el chip de un uso responsable -atención- para desincentivar el despilfarro.
Ese consumo energético será valorizado en pesos según las tarifas vigentes y se comparará con los ingresos de la familia que se presumirá por información disponible pública. Si el gasto teórico de energía superase un determinado monto, el hogar se considerará beneficiario del subsidio. Toda una novedad que cuando entre en vigencia obligará a adaptarse a una población que ya vendrá sacudiéndose hace rato, no apta para errores de implementación ni cálculos de brocha gorda.
La flamante subsecretaria de Planeamiento, quizás imaginando lo que viene, sentencia: “Cuando se viene un esquema tan desmesurado es entendible que resulte difícil el cambio de concepción“.
Por Jairo Straccia-El Cronista