Qatar 2022 es la última Copa Mundial de fútbol de una lista que se abrió en 1930, que se interrumpió apenas dos veces -por la devastadora II Guerra Mundial- y que concita la atención global cada cuatro años bajo un contexto internacional político, económico, social y tecnológico cambiante que va dibujando el curso de la historia. ¿Qué pasó en el planeta mientras se jugaban los mundiales?
Desde la Gran Depresión de los años 30 hasta el terrible impacto de la pandemia de COVID-19 y de la guerra en Ucrania, los mundiales de fútbol han sido testigos, al igual que los Juegos Olímpicos, de un contexto internacional a través el cual se pueden ir siguiendo las transformaciones del planeta durante nueve décadas.
Cuando comenzaron a disputarse, el primero en Uruguay, en 1930, la Tierra tenía 2 mil millones de habitantes, cuatro veces menos que los 8 mil millones que alcanzará mientras Lionel Messi y el resto de los astros del fútbol estén jugando la Copa en Qatar, un país que refleja la capacidad desarrollada por el hombre desde entonces de convertir un páramo desértico en una ciudad, Doha, de las más futuristas.
De los 32 países que compiten en Qatar 2022, la mitad no existía en la primera Copa del Mundo (11 como territorios no independientes, 5 con otra entidad estatal -Irán, Polonia, España, Alemania y Japón-). Hace 92 años, el escenario mundial recién asomaba a la decadencia del imperio británico y al ascenso de Estados Unidos como potencia; la tercera globalización recibía el primer gran shock financiero global; y el automóvil a combustión y el teléfono alámbrico comenzaban sus largos reinados.
A continuación, un rápido resumen de la evolución de los principales cambios que fue experimentando el mundo mientras se disputaban los mundiales de fútbol, una atracción deportiva global como pocas, de gran impacto además en la coyuntura política, económica y social de cada país organizador.
1930: el primer Mundial, el de Uruguay 1930 que el local le ganó en la final a Argentina (3-2), fue marcado por la aguda crisis económica global que siguió al crack financiero de 1929, provocó la Gran Depresión en Estados Unidos (8,9% de desempleo, 1.500 bancos quebrados), desplomó el comercio internacional por años y terminó de pavimentar el surgimiento de los fascismos en Europa. Uruguay sufrió el boicot de buena parte de Europa, que rechazaba ese traslado a un país que les resultaba demasiado lejano y extraño, pero que ya tenía ley de divorcio, 8 horas de trabajo diario, educación obligatoria, gratuita y laica y celebraba el centenario de su Constitución. Como Qatar 2022, se jugó en una sola ciudad: Montevideo.
La Sociedad de las Naciones llevaba apenas una década y en Oriente, en India, Mahatma Gandhi emprendía ese año su Marcha de la Sal, un movimiento de desobediencia civil contra el dominio colonial británico. En ese 1930, Tafari Makonnen, Haile Selassie I, se convertiría en emperador de Etiopía y Constantinopla cambió su nombre por el de Estambul. En América del Sur, Argentina escenificaría su primer golpe de Estado cívico-militar.
1934: de principio a fin, este Mundial fue marcado por el apogeo del fascismo liderado por Benito Mussolini en Italia, que consiguió organizarlo y ganarlo (a Checoslovaquia). La vecina Alemania ya era gobernada hacía un año por el “führer” Adolfo Hitler, que organizaría los Juegos Olímpicos en 1936 (Mussolini y Hitler se reunieron por primera vez ese año, en Venecia). Mientras tanto, Estados Unidos salía de la Gran Depresión con el New Deal de Franklin D. Roosevelt y en España se amasaba la cruenta guerra civil (1936-39), antesala de la Segunda Guerra Mundial (1939-45). Japón ya llevaba tres años de invasión militar del noreste de China.
En América Latina, se libra todavía la Guerra del Chaco (1932-35) entre Paraguay y Bolivia por el control del norte de la región; en Nicaragua, el héroe nacional Augusto César Sandino es asesinado por el futuro dictador Anastasio Somoza (padre) y Estados Unidos retira las tropas de Haití (desplegadas desde 1915), como lo había hecho un año antes de suelo nicaragüense.
1938: el último torneo antes de la II Guerra Mundial se disputa en Francia y lo vuelve a ganar la Italia fascista, a Hungría. El mundo asiste ese año al pogromo de la Noche de los Cristales Rotos, a la anexión de Austria por una Alemania en pleno rearme y económicamente recuperada, que también obtiene los Sudetes, en el Pacto de Múnich (con Reino Unido, Francia e Italia). España lleva dos años de su cruenta guerra civil entre derechistas e izquierdistas, unos apoyados por el eje ítalo-alemán y los otros por la Unión Soviética de José Stalin, quien cumplía ya diez años en el poder.
La principal potencia económica mundial de la época, Estados Unidos (había dejado decididamente atrás a Reino Unido), experimentó en ese 1938 una corta pero severa recesión post New Deal que devolvió los niveles de producción industrial a 1934. En Sudamérica, más precisamente en Brasil, después de llegar al poder con el golpe de Estado militar de 1937, Getulio Vargas cierra el Congreso, prohíbe los partidos e instaura el régimen conocido como Estado Novo, hasta 1945.
1950: este torneo (el organizador Brasil perdió la final con Uruguay), se disputó en el inicio de la Guerra Fría y de la carrera nuclear, tras las bombas atómicas lanzadas por EEUU en Hiroshima y Nagasaki. En 1949, Alemania había quedado dividida con la creación de la República Federal (o del Oeste) y la República Democrática (o del Este), y Berlín repartida entre soviéticos y aliados occidentales (ya habían puesto en marcha el Plan Marshall de financiación de la reconstrucción europea). La ONU había nacido en 1945 y la Declaración Universal de Derechos Humanos, aprobada en 1948. En ese contexto, se desató la guerra en Corea.
A propósito del Este, comenzaba su andadura la República Popular de China, fundada por el líder comunista Mao Zedong, mientras en África, Medio Oriente y Asia comenzaba la descolonización de territorios que habían controlado potencias occidentales principalmente, Reino Unido y Francia. En 1948 se había creado el Estado de Israel, con Jerusalén dividida con Jordania, mientras llegaban al nuevo estado más de medio millón de judíos desde todo el mundo.
1954: la Copa se disputó en Suiza y la ganó Alemania Federal, a Hungría. Con la Guerra Fría tensando el resto del mundo, sobre la carrera nuclear se iniciaba otra por el control del espacio a través de la tecnología de los satélites, principalmente entre EEUU y la entonces Unión Soviética. En tanto, Europa iniciaba al oeste de Alemania un lento pero seguro camino de recuperación democrática y económica, mientras al Este del “telón de acero” se consolidaba la influencia absoluta de Moscú (en 1955 se crearía el Pacto de Varsovia, para confrontar con la alianza OTAN occidental). Un año después, se iniciaría la Guerra de Vietnam, que acababa de independizarse de Francia.
En América del Sur, el segundo gobierno argentino de Juan Domingo Perón (1946-55) veía recrudecer los embates opositores que, con respaldo militar, lo derrocarían en el golpe de 1955. Ese mismo 1954 iniciaba su largo régimen en el vecino Paraguay el presidente Alfredo Stroessner y en América Central, con apoyo de Washington, era derrocado Jacobo Arbenz en Guatemala.
1958: el Mundial se jugó en Suecia y lo ganó Brasil, al local. Ese año, Estados Unidos creó la NASA, pero la Unión Soviética, gobernada ya por el primer sucesor de Stalin, Nikita Kruschev, ya había logrado poco antes, en 1957, poner en órbita terrestre una segunda nave satelital (Sputnik 2), con la perra Laika a bordo. Mientras tanto, Europa sentaba los cimientos de las siguientes décadas de integración, con la entrada en vigor de la Comunidad Económica Europea (CEE), que inicialmente formaron Alemania Federal, Francia, Italia, Luxemburgo, Bélgica y Países Bajos.
En América Latina, ese año fue derrocado por un golpe de Estado militar en Venezuela el presidente Marcos Pérez Jiménez, mientras en Argentina se llamaba a elecciones pero con Perón proscripto (se impuso Arturo Frondizi) y en Cuba la guerrilla liderada por Fidel Castro se preparaba para una ofensiva triunfal que derrocaría al dictador Fulgencio Batista y marcaría el inicio de la Revolución en el primer día del año siguiente. La CEPAL, creada en 1945, redondeaba una década de estudios sobre Centro-Periferia e industrialización de la región.
1962: el torneo se jugó en Chile y volvió a ganarlo Brasil, a Checoslovaquia. El inicio de la icónica década de los sesenta, por la revolución pacifista, del pop art y del rock que experimenta Occidente, queda marcado ese mismo año también a fuego por la Crisis de los Misiles escenificada en Cuba entre EEUU y la URSS, probablemente el momento más tenso de toda la Guerra Fría. Al mismo tiempo, como parte del largo proceso de descolonización, Argelia consigue su independencia de Francia. No tenía la misma suerte Nelson Mandela, que era encarcelado en Sudáfrica.
Otro hito global acontece en ese 1962: el inicio del Concilio Vaticano II, que renueva profundamente las estructuras de la Iglesia Católica bajo los papados de Juan XXIII y Pablo VI, que tuvo amplio impacto en América Latina, donde a la vez, al influjo de la Revolución Cubana y frente a regímenes antidemocráticos, comenzaron a formarse grupos guerrilleros históricos, mientras Estados Unidos trataba de reformular sus relaciones con la región a través de la Alianza para el Progreso creada por el presidente John F. Kennedy, en 1961. Un año antes, el ruso Yuri Gagarin se había convertido en el primer hombre enviado al espacio.
1966: el torneo se disputa en Inglaterra, que lo gana, a Alemania Occidental. Los Beatles conmocionaban por entonces el mundo de la cultura musical occidental, mientras en el otro extremo del planeta, el líder comunista Mao Zedong ponía en marcha en China la Gran Revolución Cultural Proletaria, que duraría hasta 1976. El año anterior había sido asesinado el activista afroamericano Malcolm X y la URSS volvió a cambiar de liderazgo, ahora a cargo de Leonid Brezhnev, encargado de reprimir el experimento democrático de Alexander Dubcek, en Checoslovaquia (1968).
En América Latina, nuevamente los militares argentinos, al mando del general Juan Carlos Onganía, derrocan un gobierno civil (el del radical Arturo Illia, elegido con Perón aún proscripto) e inician otra seguidilla de dictaduras de siete años. Al año siguiente, en Bolivia, sería capturado y fusilado el líder guerrillero cubano-argentino Ernesto Che Guevara.
1970: se jugó en México y lo ganó Brasil, a Italia. Hacía un año que el hombre había llegado a la Luna (Apolo 11, de EEUU) y el mundo occidental dejaba atrás la optimista y movilizante década de los 60. Se abría una una etapa políticamente convulsa (desde el conflicto árabe-israelí y el surgimiento de grupos terroristas como Brigadas Rojas, ETA, Jemer Rojo o Yihad Islámica, hasta los golpes militares en América Latina) y económicamente conflictiva, con el final del patrón oro en 1971 (en favor del dólar) y la crisis del petróleo motorizada por países árabes de la OPEP.
En América Latina, el hecho más significativo es la llegada al poder de Salvador Allende, primer presidente socialista de Chile, quien sería derrocado en 1973 en un golpe de Estado militar liderado por el general Augusto Pinochet. En términos geopolíticos, se preparaba un hito histórico, la visita de Nixon a la China de Mao Zedong, que abriría una nueva etapa en las relaciones de las dos potencias.
1974: se jugó en Alemania Federal y lo ganó el local, a Países Bajos, durante un torneo en el que el mundo pudo comprobar -gracias a los avances de la transmisión televisiva y del creciente turismo- el fenomenal desarrollo económico y tecnológico que había logrado la parte occidental del país desde la II Guerra Mundial, en línea también con la recuperación de toda Europa occidental, en tándem con Estados Unidos.
Ese año, precisamente, Estados Unidos y el resto del mundo sería sacudido por la renuncia del presidente Richard Nixon (Watergate), así como Argentina lo fue por la muerte -durante su tercera presidencia- de Juan Domingo Perón. El mundo, por entonces todavía bajo la Guerra Fría, había visto nacer el primer microprocesador (en 1971) y un año después vería la primera computadora “portátil”: pesaba 25 kilos. El primer ordenador estrictamente personal se presentaría en 1977, la Apple II.
1978: la Copa se jugó en Argentina y la ganó el local, a Países Bajos. El torneo quedó en la historia de los mundiales porque se disputó bajo una dictadura que haría desaparecer a por lo menos 30 mil personas, algunas de ellas detenidas ilegalmente y torturadas a cientos de metros de donde se jugó la final. Para entonces, toda la región estaba dominada por regímenes militares, coordinados incluso en la represión bajo acuerdos como el Plan Cóndor (Cono Sur), y para adoptar políticas neoliberales que terminarían dejando un tendal de países endeudados, con sus economías primarizadas y sus sociedades maltrechas.
En Europa, tras la muerte del dictador Francisco Franco, España culminaba su apertura democrática, sin juzgar represores pero con una nueva Constitución que creaba ese año una monarquía parlamentaria. Ese mismo año, el polaco Karol Wojtyla se convierte en el primer Papa no italiano en medio milenio, y bajo el auspicio de Estados Unidos, se firman los acuerdos de paz de Camp David entre Israel y Egipto.
1982: se disputó en España y lo ganó Italia a Alemania Occidental. Es un año políticamente muy intenso, en el que destaca la Guerra de Malvinas en el Atlántico Sur, pero también la llegada al poder en España del socialista Felipe González y en Alemania del conservador Helmut Köhl, dos figuras europeas dominantes en toda la década y más allá, así como la devolución del Sinaí por Israel a Egipto. La Revolución Islámica (1982) de Irán se consolida.
Occidente también asiste a los primeros pasos de la revolución conservadora -de impacto mundial, incluyendo el posterior final de la Guerra Fría- protagonizada a ambos lados del Atlántico por Ronald Reagan en EEUU y Margaret Thatcher en Reino Unido. En China, mientras tanto, las reformas económicas que sentarían las bases de una nueva etapa capitalista del país (o “socialismo con características chinas”) avanza decididamente bajo el liderazgo de Deng Xiaoping. En América Latina, se declara la “crisis de la deuda”.
1986: se disputó en México y lo ganó Argentina a Alemania Occidental. La humanidad entera asociará para siempre ese año con el accidente nuclear en la planta de Chernobyl, pero también marcó la época el asesinato del premier sueco Olof Palme, los dos hechos bajo el paragüas de la última etapa de la Guerra Fría. A propósito, la URSS de un flamante Mijaíl Gorbachov ponía en órbita la estación espacial Mir y el transbordador espacial estadounidense Challenger se desintegraba segundos después de despegar. Mientras, Irak e Irán seguían enfrascados en una guerra que duraría ocho años (1980-88).
En Occidente, donde comenzaban a comercializarse los primeros teléfonos celulares y Windows existía desde 1985, dos países mediterráneos, aislados durante décadas por dictaduras, se unen a la entonces CEE, España y Portugal. En cambio, si bien seguía adelante con su proceso de democratización, América Latina atravesaba de lleno la “década perdida”, marcada por el endeudamiento externo, la inflación, grandes déficit fiscales, la falta de inversión extranjera y la extrema fatiga del sector público y sus servicios de educación, salud e infraestructura.
1990. Se jugó en Italia y la ganó Alemania, a Argentina. El cambio de década -y de ciclo histórico- todavía reverberaba, después de un 1989 jalonado por la caída del Muro de Berlín , el derrumbe de todo el bloque comunista del Este de Europa, de la URSS, y el final de la Guerra Fría. Además incluyó: el Caracazo en Venezuela, el retiro soviético de Afganistán, el reinado de Akihito en Japón, la represión de las protestas en la Plaza de Tiananmen (Beijing), la caída del dictador paraguayo Alfredo Stroessner y la invasión de Panamá por EEUU. Y en el mismo 1990, la Guerra del Golfo, por la invasión de Irak a Kuwait, con la intervención de EEUU bajo mandato de Naciones Unidas.
El mundial se disputó cuando Tim Berners-Lee desarrollaba la futura World Wide Web (www), el sistema de publicación de publicación de imágenes, sonido, vídeos e hipertexto -a través del protocolo HTTP- que explicaría la siguientes tres décadas de nuestra vida política, económica y social hasta hoy, y que potenció sin límites la joven Internet, la red de computadoras mundial heredera de la ARPANET, creada inicialmente para fines militares y científicos durante la Guerra Fría.
1994. Se disputó en Estados Unidos y lo ganó Brasil a Italia. Ya estaban entrados los años 90, que supusieron un antes y un después para América Latina, donde gobiernos de varios países y distintos signos políticos abrazaron el Consenso de Washington de reformas económicas, impulsado por Estados Unidos y que incluyó ortodoxia fiscal, masivas privatizaciones y una apertura financiera de severas consecuencias económicas y sociales varios años más tarde. Ese año comenzó en México con el levantamiento del efímero Ejército Zapatista de Liberación Nacional. La cruenta Guerra de Yugoslavia ya llevaba tres años. El 18 de julio, un atentado contra la asociación AMIA fue la dramática secuela de otro acto terrorista en Argentina, contra la embajada de Israel, dos años atrás.
También el mundo comenzaba a experimentar intensamente una revolución tecnológica de impacto cotidiano en las personas, desde la televisión por cable hasta la telefonía móvil y el acceso a Internet, una transformación de las comunicaciones que impactó en la vida económica macro y micro. Una evolución meteórica que culminaría al final de la década con la crisis bursátil de las “punto com”.
1998. Se jugó en Francia y lo ganó el local, a Brasil. El mundo se anoticiaba de un grupo islámico extremo, el Talibán, que desde 1996 había tomado el control de Afganistán, donde tras recibir apoyo estadounidense como guerrilla para enfrentar la invasión soviética impusieron un régimen violento y oscurantista. Muy cerca, en India y Pakistán, los dos países, fronterizos y enfrentados, atemorizaban con tests nucleares, mientras Washington y Londres bombardeaban Irak.
En lo económico, el boom de aperturas y circulación global de fondos financieros tras la caída de la URSS, que dejó a Estados Unidos como indiscutible máxima potencia, terminó ese mismo año en la crisis de Asia, Rusia y América Latina (principalmente Brasil: la crisis del Tequila de 1995 en México fue anticipatoria).
2002. Se jugó en Corea del Sur y Japón, lo ganó Brasil, a Alemania. El mundo seguía bajo el shock -y las enormes consecuencias geopolíticas- del atentado contra las Torres Gemelas de Nueva York y el Pentágono (Washington) del 11 de septiembre de 2001. A los atentados siguió la invasión de Afganistán e Irak, aunque el grupo Al Qaeda seguiría golpeando en Indonesia, España, Reino Unido e India.
En Europa, una boyante Unión Europea -tras la unificación de Alemania en 1990- estrenó el 1 de enero de ese año el euro como moneda común.
A su vez, América Latina ingresaba en una etapa de gobierno progresistas cuyas políticas, apoyadas en la bonanza de materias primas de la década, conllevarían una notable mejora de la macroeconomía regional y de sus indicadores sociales, y un desafío al rol continental de Estados Unidos, que debió abandonar su proyecto de libre comercio hemisférico, el ALCA. En 2001, China había ingresado a la OMC, camino a erigirse en potencia económica rival de EEUU, parte a su vez de un nuevo “mundo multipolar”.
2006. Se disputó en Alemania y lo ganó Italia, a Francia. El largo papado de Juan Pablo II había terminado con su muerte, un año antes, y la sucesión en favor de otro europeo no italiano, el alemán Benedicto XVI. Algo poco recordado ocurrió ese año: Rusia -ya gobernada por Vladimir Putin- cortó la provisión de gas a Ucrania y, aunque duró dos días, fue anticipatorio del conflicto y los recursos que pondría en juego en 2022. Al año siguiente, el mundo conocería el primer iPhone, un teléfono móvil con pantalla táctil, cámara de 2 megapíxeles y conectividad Wi-Fi.
A través de un documental (“Una verdad incómoda”) presentado por el exvicepresidente Al Gore, en 2006 vuelve con fuerza a la agenda pública mundial la cuestión del cambio climático y del calentamiento global. El Protocolo de Kyoto sobre reducción de emisiones de gases de efecto invernadero había sido aprobado en el marco de la ONU en 1997, pero sólo entró en vigencia un año después del mundial de fútbol, en 2007.
2010. Se jugó en Sudáfrica y ganó España, a Países Bajos. El planeta entero vivía por entonces bajo los efectos de la gran crisis financiera de 2008, que por un lado generó una ola de quiebras financieras seguida de una recesión mundial y, por el otro, llevó el Grupo de los 20 (G20), desde los 90 un foro de ministros, al nivel de Cumbre de Líderes de países desarrollados y en desarrollo con relevancia global para acordar y coordinar políticas para superar la crisis y prevenir futuras.
Aun así, en la zona euro -bajo la hegemonía alemana- la UE impuso severos ajustes y, en particular, la dramática situación económica y social de Grecia -rescatada por Bruselas bajo condiciones draconianas- representó las consecuencias de tales recetas. Por su parte, América Latina vio terminar el boom de precios de sus materias primas y comenzó a experimentar dificultades para financiar sus planes de desarrollo con inclusión social. A finales de ese año ya había estallado la Primavera Árabe, que se expandió desde Túnez a otros países de Medio Oriente.
2014. Se disputó en Brasil y lo ganó Alemania, a Argentina. Un año antes la Iglesia Católica había elegido a su primer Papa latinoamericano, el argentino Francisco (Jorge Bergoglio). El planeta transitaba una década en la que un enemigo global emergió definitivamente: el calentamiento global, con la concentración de CO2 aumentando de 390 PPM a 410 PPM y fenómenos climáticos extremos causando desastres más extendidos. Al año siguiente se firmaría el histórico Acuerdo de París, el más importante contra el cambio climático. Un hecho clave y perdurable de 2014: Rusia anexó Crimea y abrió el conflicto con Ucrania.
Aunque persistían los efectos de la crisis de 2008, Estados Unidos y China retomaron el paso de crecimiento y acentuaron su competencia económica y tecnológica (5G y semiconductores). A propósito, tras una década de evolución, las redes sociales (Facebook, Twitter, Instagram, WeChat y otras) entraron de lleno en la vida cotidiana de personas, políticos y empresas, apoyadas en la universalización de los smartphones, la velocidad de las transmisiones y la expansión de “la nube”.
2018. Se jugó en Rusia y lo ganó Francia a Croacia. Tras varios años de cruenta guerra civil y la intervención de potencias extranjeras, el presidente Bashir Al Assad afirmaba su autoridad en Siria (360.000 muertos y millones de desplazados y refugiados). Hacía dos años, EEUU era gobernado por Donald J. Trump, la gran sorpresa política global de la época y cuya política aislacionista trastocó el sistema multilateral (retiro del acuerdo nuclear con Irán) y desató una guerra comercial con China. En el país sede del mundial, Rusia, era reelegido Vladimir Putin. El Reino Unido y la Unión Europea cierran el acuerdo de Brexit, tras el referéndum de 2016.
En América Latina, ese año marcó el fin de la dinastía de Fidel (fallecido en 2016) y Raúl Castro en Cuba, y la asunción del delfín Miguel Díaz Canel. Al Norte, los mexicanos elegían a su vez al izquierdista Manuel López Obrador. Muy cerca, en Venezuela, Nicolás Maduro era reelecto presidente (desconocido tanto por la oposición como por EEUU). Y todavía más al sur, se registraba otro cambio de relevancia en la región: llegaba al poder en Brasil el derechista Jair Bolsonaro.
Desde el primer mundial, de 1930, la población del planeta había pasado de 2.000 millones a 7.600 millones. Cuando se empiece a disputar Qatar 2022, en la ciudad de Doha, los humanos nos habremos cuadriplicado: más de 8.000 millones.