A las 00.49 del 24 de marzo de 1976, la presidenta subió al helicóptero sobre la Casa Rosada. El plan para desviar el vuelo. El inicio de la dictadura. Y la identidad de los pilotos de la Fuerza Aérea que llevaron adelante la operación
Se sabe poco de aquella madrugada del 24 de marzo de 1976 donde Isabel Perón dejó de ser la presidenta de la Argentina. Mucho menos se conocen los detalles de la operación de inteligencia que le dio comienzo a la dictadura cívico militar.
El plan incluía tres fases: la captura de Isabel; una cacería con secuestros y asesinatos durante la madrugada; y más tarde, ya con las radios y los canales intervenidos, se emitirían los comunicados informando “a la población que el país se encontraba bajo el control operacional de la junta militar”.
En el entorno de Isabel había funcionarios que estaban armados y dispuestos a resistir a los tiros. El dato había llegado a oídos de las Fuerza Armadas, por eso resultaba imposible secuestrar a la Presidenta adentro de la Casa Rosada o en la Quinta de Olivos. Los informes de inteligencia, también, daban cuenta de que se encontrarían con una férrea resistencia de los Granaderos a Caballo, la fuerza militar de protección de los presidentes.
El jefe del regimiento, coronel Jorge Sosa Molina tenía orígenes peronistas y era pariente de José Humberto Sosa Molina, miembro del GOU junto a Perón y su primer ministro de Defensa. La advertencia había sido clara: si avanzaban contra Isabel ellos resistirían y se abriría un escenario inesperado.
Esa decisión obligó a la comandancia a agudizar la creatividad. Fue así que surgió la idea de desviar la ruta original del vuelo y secuestrarla en el aire. El helicóptero Sikorsky S-58T se convertiría en una jaula para trasladar a la presa hasta una base militar.
Los detalles jamás revelados son publicados por el autor de estas líneas en el libro “Isabel, lo que vio, lo que sabe, lo que oculta” (Editorial Aguilar):
“El brigadier Orlando Ramón Agosti se puso al frente de la operación. Salvo las autoridades de la Casa Militar y la Fuerza Aérea eran muy pocas las personas que conocían las identidades del piloto y el copiloto convocados para la misión final. Tal es así que sus nombres y apellidos permanecieron ocultos durante más de cuarenta y ocho años. Recién a fines de 2021 pude reconstruir la historia completa tras una entrevista con una alta fuente militar. Para entonces, llevaba meses investigando el final de la democracia.
¿Cómo había sido planificado el operativo del helicóptero? ¿Quiénes estaban al tanto de esa misión secreta?
Me resultaba llamativa la poca información que había sobre el vuelo que terminó con el gobierno de la viuda y heredera de Perón.
La fuente militar se limitó a leerme las identidades, también sus trayectorias dentro de la Fuerza Aérea y algunos datos específicos de lo que parecían carpetas con legajos secretos.
—¿Podré hacer fotocopia de esos papeles? —pregunté sin mucha esperanza.
—Ya le conté quienes eran los pilotos del vuelo, me parece suficiente —me dijo en un café de Colegiales. También me aclaró que me resultaría imposible encontrar los documentos oficiales. “Todo eso fue desapareciendo con el tiempo”, reveló antes de irse.
En efecto, las planillas del vuelo que terminó con la democracia son inhallables. Se tratan de los documentos que certificarían el secuestro de una Presidenta en ejercicio. Tampoco fue posible encontrar el manifiesto que aportaría los datos de la tripulación. “No tenemos nada de eso”, contestaron en la Dirección de Estudios Históricos de la Fuerza Aérea”.
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Isabel, el libro de Facundo Pastor que editó Aguilar
“Los pilotos fueron seleccionados bajo estrictos criterios de inteligencia militar. Entrenaron durante todo el verano de 1976. Tenían que saber pilotear bajo presión y estar preparados para realizar maniobras arriesgadas en una ciudad con pocos corredores aéreos. Agosti no tuvo dudas cuando le presentaron una carpeta con dos nombres. El primer elegido fue Oscar Pose Ortiz de Rozas, un piloto joven pero experimentado, egresado de la Escuela de Aviación Militar (Promoción 30). Había sacado chapa de duro como jefe de la patrulla “Soberanía”, fundadora de la Base Marambio en la Antártida. En 1969, con el grado de teniente, encabezó la dotación que durante varias semanas soportó el frío polar durmiendo en pequeñas carpas, con el único objetivo de abrir, con picos y palas, un surco de tierra en medio del Desierto Blanco. Así comenzaron los primeros caminos que sirvieron para improvisar pistas de aterrizaje para aviones de gran porte y, de esa manera, romper con el aislamiento de un territorio inhóspito a donde solo se podía llegar por barco y cuando el estado de los hielos lo permitía.
A Pose le gustaban las aventuras difíciles por eso ni lo dudó cuando sus superiores lo convocaron a una reunión secreta en la Séptima Brigada Aérea de Morón. También ahí se definió quién sería su copiloto”.
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“Nadie tuvo objeciones cuando pusieron sobre la mesa el legajo de Héctor Raúl Blanco, un piloto militar que había realizado el Cursos de Aspirantes a Oficiales de Reserva en 1960, en Reconquista.
Rápidamente comenzaron a preparar la operación en la que la presidenta Isabel Perón se convertiría en la primera presa de la dictadura militar. Intensificaron los ejercicios físicos, ampliaron los conocimientos técnicos, estudiaron a cada uno de los integrantes de la comitiva y sumaron más horas de vuelo.
Finalmente, llegó el día. Durante todo el martes 23 de marzo se quedaron en la base aérea en “guardia pasiva” a la espera de la orden para poner en marcha la operación. El día se consumió en reuniones donde ultimaron detalles. Cerca de las once de la noche volaron hacia el helipuerto presidencial de la Casa Rosada.
A las 00.49, ya del 24 de marzo, la comitiva formó una hilera para recibir a la Presidenta en medio de un viento embravecido por las aspas.
Tres granaderos.
Dos custodios.
Y ellos: el piloto Ortiz de Rosas y el copiloto Blanco.
La rendición de honores. La venia, el grito y el sable de caballería desenfundado apuntando al cielo.
Después todos se subieron al helicóptero, y los pilotos comenzaron las maniobras del despegue. En menos de diez minutos lograron desviar la ruta original del vuelo y llegar al destino pactado.
La misión resultó exitosa. Se iniciaba el golpe de estado.
Orlando Ramón Agosti, miembro de la primera junta militar que tomó el poder el 24 de marzo de 1976, quien trazó el plan de secuestrar a Isabel Perón
¿Qué rol tuvieron esos pilotos durante la dictadura?
¿Habrán participado de algún vuelo de la muerte?
La Fuerza Aérea tuvo un amplio dominio sobre la zona oeste del Gran Buenos Aires, en el triángulo que conformaba la Base Aérea de Morón, la Base Aérea del Palomar y el centro clandestino Mansión Seré.
Puntualmente, la Séptima Brigada Aérea, el lugar de donde partió el vuelo y donde cada día guardaban el Sikorsky, fue entre 1976 y 1979 la cabecera de la Jefatura de la Subzona 16. Según los registros de la Conadep, dieciocho personas permanecieron detenidas ilegalmente en ese lugar. Cuatro de ellas permanecen desaparecidas.
Tras aquella madrugada, la carrera militar de Pose continuó en ascenso. Cuando en 1982 llegó la guerra de Malvinas fue designado como el jefe del “Escuadrón de Helicópteros” desempeñando un rol destacado a bordo de su Chinook. Recibió la máxima distinción de la Fuerza Aérea. También fue condecorado por la “Nación Argentina con la medalla Valor en Combate”, que sólo recibieron 224 uniformados en toda la historia. Falleció a los 61 años, el 1 de noviembre de 2004, en el Hospital Aeronáutico Central, de la Capital Federal.
La trayectoria del copiloto Blanco fue mucho más corta. A los dos meses del golpe de estado, el 26 de mayo de 1976, murió en un misterioso accidente mientras piloteaba un helicóptero Hughes 369 (matrícula H-31).
Los detalles apenas quedaron registrados en el cuaderno 1407 de la Séptima Brigada Aérea de Morón. Es una orden reservada que lleva el número 77-6A donde solo se especifica que la “nave sufrió la rotura de su estructura en vuelo”. La destrucción fue total. En el lugar de la caída sólo encontraron fierros retorcidos”
* Extracto del libro “ISABEL, lo que vio, lo que sabe, lo que oculta” (Editorial Aguilar)
Por Facundo Pastor-Infobae