El narcotraficante uruguayo, de 32 años, ha protagonizado fugas cinematográficas y puesto en jaque a los gobiernos de Uruguay, Bolivia y Paraguay. Desde la clandestinidad, brinda entrevistas y transmite mensajes grabados con su celular.
Sebastián Marset es el hombre del momento en el oscuro mundillo del crimen organizado sudamericano. Sobre él pesa una orden de captura internacional de Interpol por su presunta participación en el tráfico de drogas hacia Europa. Contra él apuntó también el presidente de Colombia, Gustavo Petro, quien lo acusó de ser el “cerebro” del asesinato del fiscal paraguayo Marcelo Pecci en mayo de 2022.
Se lo sindica como capo del denominado “Primer Cartel Uruguayo”, también conocido por su sigla PCU, con vínculos muy estrechos con el Primeiro Comando da Capital (PCC) brasileño. Sin embargo, pese a las alertas de las autoridades uruguayas, paraguayas y bolivianas, Marset sigue en la clandestinidad y se da el lujo de brindar entrevistas y grabarse con su celular. En ellas acusa a autoridades de los distintos países, que le estarían brindando protección, y da pistas sobre una posible negociación para entregarse a la Justicia de su país a cambio de seguridad para su familia.
Prontuario criminal: del “narcomenudeo” a la prisión
Nacido en Montevideo el 10 de abril de 1991, Marset comenzó su carrera criminal cuando era apenas un adolescente, traficando marihuana. En octubre de 2013, a los 22 años, fue detenido por la Policía uruguaya en el marco de un operativo antidrogas, en el que también cayó el ciudadano paraguayo Juan Domingo Viveros, tío del expresidente de ese país, Horacio Cartes.
Tras cumplir su condena, recuperó la libertad en abril de 2018. De sus días tras las rejas, el propio Marset dijo en su última aparición televisiva: “En la cárcel se aprende mucho, lo bueno y lo malo”. Y añadió: “El negocio que elegí no es muy bueno; hay mucha traición. Aprendí a cuidarme”. También se habría vinculado, durante esos años en prisión, con otros delincuentes ligados al narcotráfico.
En agosto de 2018, estuvo envuelto en un confuso episodio que terminó en el asesinato de Alfredo Rondán, un amigo de su infancia. El hecho, ocurrido en el balneario Las Toscas, derivó en una investigación judicial que terminó sobreseyendo a Marset, aunque nunca se despejaron del todo las dudas sobre su participación en el crimen.
Sebastián Marset y sus múltiples facetas
En los últimos cinco años, utilizando nombres falsos, el narco uruguayo no se privó de protagonizar una vida lujos y aventuras. También pudo cumplir un sueño: desempeñarse como futbolista profesional.
Lo hizo bajo una identidad brasileña apócrifa, con el nombre “Luis Amorim”. En 2021 fichó para el Club Deportivo Capiatá, equipo de la Segunda División paraguaya, y, posteriormente, en 2022, lo hizo para Los Leones El Torno FC, de la Asociación Cruceña de Fútbol, en Bolivia. Circulan videos en YouTube mostrando sus habilidades con el balón, lo que hace presumir que Marset contaba con protección política y no tenía temor de que su rostro fuera identificado en los medios.
En Paraguay, el narco “futbolista” se vinculó con el pastor evangélico José Insfrán y su hermano Miguel Ángel –más conocido como “Tío Rico”–, ambos vinculados al narcotráfico y con fuertes conexiones con el poder en ese país. Ambos están hoy tras las rejas. Sobre Miguel Ángel Insfrán, Marset dijo: “Al famoso Tío Rico lo tienen aislado en la cárcel porque puede decir muchas cosas de la corrupción y la política”.
Marset vistiendo la camiseta del Club Deportivo Capiatá, bajo el falso nombre “Luis Amorim”.
Crisis política por su pasaporte uruguayo
En diciembre de 2021, Marset intentó llegar a Turquía, pero acabó siendo demorado en el aeropuerto de Dubái, donde se descubrió que viajaba con un pasaporte paraguayo falso. Sin embargo, en un trámite sorprendentemente rápido, el Consulado uruguayo en el emirato le entregó un documento que le permitió sortear la detención y escapar.
Según confirmó el propio Marset, no gastó un solo dólar en ese trámite. “Yo lo hubiera pagado, pero mi abogado me dijo que me lo tenían que dar porque es un derecho. Insistí, mi mujer se movió muchísimo y me lo dieron”, afirmó en la última entrevista al programa uruguayo “Santo y seña”, del Canal 4 de Montevideo.
La crisis política que estalló en su país desencadenó una crisis en el gabinete del presidente Luis Lacalle Pou. Tras conocerse una serie de audios comprometedores que pusieron en tela de juicio la connivencia de Marset con funcionarios uruguayos, presentaron sus renuncias el canciller Francisco Bustillo y el ministro del Interior, Luis Alberto Heber.
El crimen del fiscal Pecci y una fuga cinematográfica en Bolivia
Además de sus negocios con el narcotráfico, el cargo más grave que pesa sobre Sebastián Marset es la supuesta “autoría intelectual” del crimen del fiscal paraguayo Marcelo Pecci. El funcionario integraba la Unidad Especializada en Lucha contra el Crimen Organizado y el Narcotráfico, y conducía distintas investigaciones sobre tráfico de droga y lavado de dinero, entre ellas la operación “A Ultranza Py”, que desmanteló una poderosa red delictiva en el país.
El fiscal Pecci fue acribillado a balazos por sicarios en la playa colombiana de Barú en mayo de 2022. Sin embargo, todavía no pesan cargos formales contra el narco uruguayo por estos hechos. Marset niega cualquier vínculo con ese asesinato.
La saga del narco uruguayo volvió a las primeras planas de los medios en julio de 2023, cuando protagonizó, junto a su esposa Giannina García Troche y sus tres hijos, una fuga cinematográfica y eludió un operativo de la Policía boliviana en su mansión de Santa Cruz de la Sierra.
En un mensaje que difundió a pocos días del operativo, Marset cargó contra las autoridades policiales del país del altiplano. Sin rodeos, apuntó contra el director de la Fuerza Especial de Lucha contra el Narcotráfico (FELCN) de Bolivia, Ismael Tito Villca, quien le habría anticipado que iban a allanar su hogar y permitió su fuga. Sin embargo, el ministro de Gobierno, Eduardo Del Castillo, rechazó los dichos de Marset e insinuó que habría cruzado la frontera y ahora estaría oculto en Paraguay.
Por Mariano Roca-DEF