El jefe del bloque de diputados de la UCR admitió que la salida del sector que se referencia en Martín Lousteau y Facundo Manes “sincera” las posiciones internas; afirma que retomar el diálogo de colaboración con el Gobierno es “sano y constructivo”; críticas a la posición “ultraopositora” de la conducción del partida
El jefe del bloque de diputados nacionales de la UCR, Rodrigo De Loredo, habla pausado, como si midiera cada palabra al milímetro. No quiere exacerbar los ánimos ya caldeados dentro de la bancada, luego de que doce de sus miembros decidieran pegar el portazo tras la foto que lo mostraba a él, junto a una comitiva de legisladores radicales y de Pro, codo a codo con funcionarios del Gobierno en la Casa Rosada.
“Oficialistas clandestinos”, descerrajó el flamante conductor de los doce díscolos, Pablo Juliano. De Loredo evita una respuesta filosa y se limita a cuestionarle a él y a los dos instigadores de la ruptura, Martín Lousteau –jefe de la UCR- y Facundo Manes, su mirada “ultraopositora” al Gobierno. Como la que tiene el kirchnerismo.
-¿Cómo tomó el portazo que dieron los diputados que responden a Lousteau y Manes?
-Lo veo como parte de un contexto de atomización que está sufriendo todo el arco político, del cual el radicalismo no está exento. En nuestro caso particular se hace más desgastante porque tenemos un diseño institucional que cobija, incluso más que otros partidos, la pluralidad. Creo que [esta ruptura] sincera posiciones que se debaten en el bloque desde hace tiempo.
-Ahora bien, su bloque perdió 12 diputados por mantener en su seno a los cinco que son colaboradores explícitos y entusiastas del Gobierno. La ecuación no parece cerrar.
-No comparto esa ecuación, porque no compartimos como bloque el posicionamiento de esos cinco diputados. Un sector pedía que se los expulse, pero entendimos que, en estos momentos complejos y de atomización política, no hay margen para expulsar diputados. Por el contrario, creemos que hay que trabajar para mantener la unidad y administrar las distintas miradas.
-¿Esta ruptura no le sería funcional al Gobierno?
-No lo veo así.
-¿Por qué?
-Porque en nuestro caso vamos a mantener el mismo comportamiento. La fracción de 12 diputados de 33 que se referencian en Lousteau y Manes tienen una postura ultraopositora: así se van a corresponder, me parece, sus comportamientos en el Parlamento. Nosotros, en cambio, tenemos una postura no oficialista, pero de cooperación con el Gobierno, marcando nuestros límites y diferencias. De hecho, fuimos autores de los dos proyectos más complejos que atravesó el oficialismo en el Congreso: el aumento para los jubilados y mayor financiamiento para las universidades. A mi juicio, el radicalismo tiene que ser oficialista del cambio. Eso no significa ser oficialista de un gobierno. No lo somos y vamos a seguir actuando de la misma manera.
-¿Este sinceramiento que se produjo en el bloque con la ruptura debería trasladarse a la conducción del partido a nivel nacional?
-No lo sé. Sí creo que nuestra dirigencia debería propender a vincularse con los problemas que tiene la sociedad. Soy crítico de quienes buscan posicionarse en las diferencias y los conflictos en un momento político tan complejo.
-¿Hay alguna especulación política o electoral detrás de esta ruptura del bloque? Muchos en el radicalismo cuestionan a Lousteau por sus posiciones cercanas al kirchnerismo en el Senado.
-Lo tienen que contestar ellos [por Lousteau y su entorno], que han tenido expresiones sobre donde creen que debería construirse un espacio electoral. Expresiones que se condicen con decisiones que han tomado, lo que para mí es un error muy grande. Hay que tener paciencia y templanza. Falta muchísimo para tomar decisiones electorales.
-Algunos en el bloque cuestionan que usted y una comitiva de diputados radicales hayan ido a la Casa Rosada cuando, hasta ahora, la postura había sido la de negociar las leyes en el Congreso. ¿La foto no fue una sobreactuación de su ánimo de colaborar?
-No, para nada. De hecho, nos fue muy bien. Nosotros veníamos teniendo reuniones con representantes del Ministerio de Economía, con planteos en materia de inversión educativa en el presupuesto 2025: pedíamos que se diera marcha atrás con la suspensión de la ley que establece un piso de 6 puntos del PBI para el financiamiento educativo. El Gobierno lo concedió. Es un paso relevante.
-Un paso que para muchos es simbólico, ya que era muy difícil que ese artículo fuese aprobado. Además, ese piso pocas veces se cumplió en el pasado. El Gobierno no cedió demasiado.
-Sí, pero era un planteo de todos los bloques y si bien no resuelve el problema de fondo y en el pasado se han incumplido esas metas de inversión en educación, creo que es muy relevante que se sostenga ese norte. Fue una ley que se aprobó con altísimo consenso. Por eso vamos a mantener esta dinámica de cooperar, aunque poniendo límites. Es lo que hicimos con la Ley Bases, limitando las delegaciones al Poder Ejecutivo y sus facultades en los procesos de privatización. Después aparecieron estas vicisitudes que tuvieron que ver con el financiamiento universitario y el ajuste excesivo en las jubilaciones que rompieron esa dinámica. Recuperarla me parece sano, natural, es constructivo y para nada nos pone en el papel de oficialistas.
-En el sector de Manes y Lousteau cuestionan que, detrás de este ánimo de colaboración, existiría la intención de un sector de la UCR de llegar a acuerdos electorales con los libertarios y el Pro. ¿Es así?
-No, de ninguna manera. Falta una eternidad. Es una ingenuidad siquiera plantearlo hoy, con lo vertiginosa que es la política en este país y lo lejanas que están las elecciones para la gente.
-Usted es de Córdoba, una provincia donde el oficialismo tiene buena imagen, al igual que en Mendoza, donde manda el gobernador Alfredo Cornejo, también colaborador del Gobierno. ¿De verdad no están pensando en llegar a un acuerdo electoral el año próximo?
-Ni siquiera está en análisis. Sí digo que debemos tener posturas prácticas y contemplativas de la realidad de las regiones y de los distritos. El radicalismo tiene la escudería dañada por erráticas decisiones de la conducción nacional que, a mi juicio, han sido especulativas. Salen corriendo a ocupar un papel ultra opositor cuando se debe tener más calma y responsabilidad.
–¿Van a pelear en el presupuesto 2025 por más fondos a las universidades y para los jubilados después del veto presidencial?
-Sí. Compartimos esta regla de mantener el equilibrio fiscal y el Gobierno se mostró abierto a que si queremos cambiar prioridades, propongamos alternativas de financiamiento. En eso estamos trabajando.
-¿Los gastos tributarios pueden ser una fuente de financiamiento para aumentar determinadas partidas sociales?
-Siempre lo visualizamos así. De hecho, acompañamos una postura en ese sentido que fue rechazada en el Senado.
-Un sector de la oposición busca sancionar una ley para limitarle al presidente Milei el uso de los DNU. ¿Cómo va a votar su bloque?
-Bueno, es un planteo histórico del radicalismo que los DNU deben tener cuanto menos el mismo tratamiento parlamentario que una ley. Es una discusión que tendremos que abordar en el bloque.
–El bloque Pro considera que estos límites deberían regir a partir de 2027. Sostiene que este gobierno está en minoría parlamentaria y que no corresponde sancionar ahora esa ley.
-Es un debate que vamos a dar en el bloque. Nosotros presentamos varios proyectos y creemos que es una deuda pendiente.
-¿Está a favor de privatizar Aerolíneas Argentinas?
-Yo, personalmente, sí. La mayoría del bloque considera oportuno dejar de financiar el déficit crónico de Aerolíneas con el impuesto que pagan los argentinos, pero no hay unanimidad en este criterio. El Gobierno está interesado en el tema, nosotros presidimos la comisión y no tenemos inconvenientes en acelerar esta discusión.
-¿Qué proyecto de la agenda radical le pidieron al Gobierno que se discuta antes de fin de año?
-Volvimos a la carga con uno de los proyectos centrales de nuestro bloque, el de la democratización de los gremios. Faltan los votos de La Libertad Avanza para obtener el dictamen. Nos contestaron que les demos tiempo.
-En algunos círculos políticos llama la atención que partidos como el radicalismo y Pro, que durante el kirchnerismo llevaban las banderas de la libertad de expresión, la institucionalidad y la división de poderes, en esta gestión no cuestionan con esa misma dureza las embestidas contra el periodismo independiente, los insultos y las actitudes agresivas del Presidente. ¿Qué piensa al respecto?
-Soy absolutamente crítico de la diatriba ‘bulinera’ y agresiva del Gobierno porque está demostrado que no queda en las formas sino que, más temprano que tarde, se traslada a lo real y a lo físico. Nosotros siempre tuvimos y tendremos una actitud crítica frente a esa impronta. Hay una lógica detrás de ese juego para desviar el eje de las discusiones centrales. Hay una estrategia del Gobierno de ultrapolarizar. Lo quiere hacer con Cristina Kirchner, una estrategia lamentablemente efectiva en lo electoral, pero que trae como contracara un perjuicio económico para el país.
Por Laura Serra La Nación