Los cuerpos deben entrar exactamente en el lecho. Por Jorge Asís
Mitología griega
La fuente intelectual de Javier Milei debe rastrearse en la mitología griega y de ningún modo en la ingeniosidad del prescindible economicismo austriaco.
El modelo inspirador de Milei es Procusto.
El «ajuste más importante en la historia de la humanidad» se inspira en El Mito de Procusto.
El posadero ajusta a sus huéspedes-víctimas cuando duermen. Los ata y luego les coloca una mordaza.
Los cuerpos deben quedar exactamente justos en el lecho de hierro.
Si los pies, o la cabeza sobresalen, se los serrucha.
Si el lecho sobra Procusto debe disponerse a estirarlos a martillazos limpios.
En la Argentina Milei logra imponer el temible ajuste de Procusto a los jubilados que fueron vetados y reprimidos con el gas pimienta caro que le produce espanto al Papa Francisco.
Si nuestro Procusto Contemporáneo logra también vetar a los universitarios que multitudinariamente marchan, habrá que sentarse a aguardar la colectiva irrupción del Teseo providencial que se atreva a atormentarlo con similar esquema sanguinario.
Cumplir es vetar
Pero la marcha de los cientos de miles “defensores de la educación pública” le importa tres carajos a Procusto porque igual los veta.
Muestra la firmeza categórica de los preceptos que galvanizan la utopía del déficit cero o la conmovedora pasión fiscal que moviliza la matemática del superávit.
Por lo que implica la universidad para la cultura se puede asegurar que los universitarios no discuten posiciones de poder a partir de la piedad como súplica o reclamo.
Los universitarios prefieren inspirarse en el pragmatismo que proporciona el prestigio.
En el concepto elevado que se trafica en la sociedad sensibilizada por la influencia de los consultores hegemónicos.
Significa que al Procusto de la referencia le va a resultar casi imposible organizar la pifiada de otro asado memorable a la romana para celebrar el culto de los “héroes” artificiales que ya dejaron de ser 87.
La educación superior mantiene una potencia que tampoco es comparable con la fragilidad espiritual de los jubilados que Procusto subestima y descarta para masacrarlos mitológicamente en la orgía berreta de la sangre barata.
Para disponerse con la motosierra a serruchar los tobillos o la cabeza.
Como Alberto Castillo
Al margen de la mitología insatisfactoria, cuesta entrarle a la motosierra del Procusto Contemporáneo que se proyecta de manera insólita.
Como si el gobierno catastrófico que conduce no fuera un mero contubernio de improvisaciones y se mantuviera firme.
Sin siquiera soportar el prematuro deterioro de la relación insostenible con la vicepresidenta, la señora Victoria Villarruel, La Cayetana (por Álvarez de Toledo).
Dama que mantiene su lícita agenda independiente y no tiene ninguna culpa. Al contrario.
La Malvinera Emocional se preparaba para conducir los rigores temáticos de su especialidad.
“Defensa, Seguridad e Inteligencia”.
Tal como lo anunciara Procusto en el templo de la política televisiva.
Emisión de los miércoles que ocupa en el imaginario el universo de legitimidad que hegemonizaba la dupla legendaria que componía Mariano Grondona, El Profesor, junto al extinto Bernardo Neustadt, El Palafrenero del Liberalismo.
Nuestro Procusto de referencia confía en que todavía nadie le picó el boleto.
Supone soberbiamente que la carencia le sirve para catapultarse y permanecer en el oficio de presidente nunca menos de ocho años.
Entonces nuestro Procusto Contemporáneo tiene tiempo hasta para proyectar un misil de la magnitud de la señora Karina, La Pastelera del Tarot, y lanzarlo hacia las estrellas.
Con oratoria franciscana, Karina alcanzó a debutar con la ociosidad de la palabra en el acto típico de secta organizado en el Parque Lezama, Parque Sábato.
Con la fila extensa de los micros alquilados, el aroma espeso de los chorizos que atormentan y los bombos estimulantes que resultan relativamente peronistas.
Como Alberto Castillo en los cien barrios porteños, La Pastelera del Tarot se dispone a cantar por las 24 provincias, acompañada por la primera guitarra de Martín Menem, El Galán Romántico.
Arranca Karina de pronto en Santiago del Estero.
Aprovecha que el gobernador Gerardo Zamora, Correligionario Peronista, deambula por los edificios que administran el poder de Washington.
Vértice del triángulo de hierro, junto al hermano Procusto y Santiago Caputo, El Jaimito Blindado, Karina ya imagina un debate en 2025 con La Doctora y no alcanza a dormir siquiera tres horas seguidas.
Ambiciona que La Doctora sea la candidata a diputada por el peronismo.
Sabe entonces que debe esmerarse porque cuenta con menos de un año de preparación para la gran batalla que nunca va a transcurrir.
Porque La Doctora infortunadamente no va a ir un pepino por la Pajarera de los Diputados.
“Ni mamada”.
Final con bolas de billar
Las proyecciones «procustianas» tropiezan con los desbordes pintorescos de la interna del peronismo.
Buenos Aires, La Provincia del Pecado, es en la práctica la que electoralmente más interesa, y para la cual el Procusto de referencia entrena también a José Luis Espert, El Tenedor de Libros.
Legislador de La Pajarera definitivamente perdonado por haber sido candidato a senador merced a la billetera dispendiosa de Horacio Rodríguez Larreta, Geniol. Y por haber -para colmo- perdido.
En los 40 años de esta versión de la democracia, Nuestro Procusto Contemporáneo es el primer presidente que se atreve a gobernar con La Provincia del Pecado en contra, que mantiene el dibujo del modelo conducido por Axel Kicillof, El Gótico.
Se trata del modelo completamente diferente al libertario de Procusto porque celebra el control del Estado sin criminalizar.
Aunque a quien El Gótico acaso ambiciona criminalizar políticamente es a Máximo, En el Nombre del Hijo, titular del peronismo pecador y de La (Agencia de Colocaciones) Cámpora, organismo extrañamente juvenil controlado por grandulones que se aproximan sin mayor gloria ni honra a los 50 años.
Cualquier habitante de CABA que se tome el colectivo 17 en el centro de la ciudad puede sorprenderse al bajar en Sarandí por el cambio abrupto de las reglas y del juego.
Abunda la diferencia hasta por el protocolo para la protesta que fue redactado por la experimentada señora Patricia, La Montonera del Bien, la sofocada militante eterna que con sus obstrucciones se llevó puestos a los opulentos piqueteros que dejaron de obstruir las calles para facilitar el desplazamiento de los porteños como si fueran, en efecto, bolas de billar.