En tiempos de grietas, publicaciones cargadas de violencia y confrontación constante, la política local salió al encuentro de los misioneros cara a cara- El inicio de las sesiones ordinarias de la Cámara de Representantes y la humanización de los candidatos- La lista de la Renovación Neo conjuga juventud y diferentes matices a la hora de mirar la realidad- Más de 200 años de historia nacional no consiguen desterrar la lógica unitaria de gobernar
En un país donde la política se volvió sinónimo de pelea constante, de gritos por televisión y posteos en redes sociales burdos hirientes, Misiones decidió hacer otra cosa. La primera sesión de la Cámara de Representantes no solo marcó el inicio del año legislativo, sino que volvió a recordar que todavía se puede hacer política con alma, con cuerpo presente, con humanidad.
El gobernador Hugo Passalacqua eligió no subirse al ring de los insultos ni al podio de los tecnicismos vacíos. En cambio, volvió a hablarle al pueblo. Y no desde la distancia, sino desde ese lugar tan propio del misionero: el del abrazo, el mate compartido, el encuentro cara a cara. “Tenemos que volver al cara a cara, recuperar la cultura del encuentro”, dijo. Palabras simples, pero cargadas de sentido en estos tiempos donde el algoritmo y la IA mandan más que el afecto.
El suyo no fue un discurso para la tribuna, fue una invitación a recuperar lo esencial. A dejar de hablarle al teléfono y empezar a hablarle de nuevo al otro. A no olvidar que la política, la buena política, empieza en una ronda de vecinos, en un saludo en la plaza, en un gesto sincero.
Parte de ese discurso es la base central de la estrategia de campaña que impulsan Oscar Herrera Ahuad y Lucas Romero Spinelli para con sus candidatos: la foto es importante, sí, pero el tomarse todos los minutos posibles para escuchar a los misioneros, con honestidad y el corazón dispuesto, deben ser el eje desde donde conectar con las necesidades de la gente, esa que viene tan golpeada por las decisiones del gobierno nacional.
Hubo anuncios, claro. Medidas concretas, líneas de trabajo, señales claras de rumbo. Pero lo que quedó latiendo en el ambiente fue otra cosa. Fue esa manera tan misionera de decir: acá estamos, seguimos creyendo en los vínculos, en la palabra empeñada, en la construcción colectiva.
Y si el discurso tuvo calor humano, el cierre fue una postal inolvidable. Cuando terminó la sesión, Passalacqua y los principales referentes de la Renovación salieron a la explanada del edificio legislativo. No los esperaban micrófonos ni flashes: los esperaban los militantes. Esos que vinieron desde todos los rincones de la provincia, con sus banderas, sus abrazos y sus ganas de ser parte de algo más grande. Y ahí estuvieron, sin protocolos exagerados ni vallas de por medio. Gente y dirigentes, todos juntos, como en los mejores tiempos.
La escena fue tan poderosa como sencilla: abrazos, fotos, lágrimas. Un cierre tan emotivo como simbólico, que puso en palabras y en gestos eso que muchos olvidaron: que la política es, antes que nada, encuentro.
Mientras el país se pierde en discusiones que alejan, Misiones eligió reunirse. Y ahí está, tal vez, la clave de todo.
Sello Neo
La lista de candidatos a diputados provinciales encabezada por Sebastián Macías y Paula Franco es una señal clara e inequívoca del rumbo que el Frente Renovador eligió para esta nueva etapa. Una etapa Neo, con nuevos desafíos, pero con el mismo espíritu de siempre: sacar lo mejor de cada dirigente, sin importar de dónde venga ni qué ideología defienda, siempre que haya compromiso real con la gente. Los nombres que integran la nómina
representan una generación de jóvenes alejados de las viejas mañas de la política, formados, profesionales en sus áreas, con la mirada puesta en el futuro y los pies bien plantados en la realidad.
Esta nueva camada no llega por acomodo ni por apellido, sino por trabajo, por convicción y por haber demostrado que se puede hacer política con herramientas distintas, con más escucha que imposición, con más cercanía que discurso vacío. Sebastián Macías, ingeniero y actual funcionario con gestión comprobable, y Paula Franco, referente en temas de salud y políticas de género, sintetizan esa búsqueda de representación real, con raíces en la experiencia y ramas tendidas hacia lo que viene.
La elección de estos nombres no fue casual ni producto del marketing. Es el resultado de una conducción política que entendió el momento del país y de la provincia, y decidió poner en el centro a quienes vienen formándose hace tiempo, en el barro de la gestión y en el contacto cotidiano con las necesidades de la gente. No hay improvisación, pero tampoco hay lugar para la comodidad. En esta etapa, la Renovación apuesta a equipos con hambre de futuro y
vocación de servicio.
Y tal vez ahí esté la clave: no es una lista para ocupar bancas, sino para sostener una idea de provincia. Una que se construye con todos, sin vetos ni prejuicios, con cuadros que piensan distinto pero caminan en la misma dirección. Porque en tiempos de grietas y marketing, lo verdaderamente revolucionario sigue siendo lo más simple: gente preparada, comprometida y decidida a transformar la realidad desde adentro, con responsabilidad y cercanía.
La lógica unitaria
Desde que cayó el Virreinato del Río de la Plata y nacieron las Provincias Unidas, la historia política de la Argentina tiene un protagonista omnipresente: Buenos Aires. Las decisiones tomadas en la ciudad puerto condicionaron, históricamente y muchas veces de forma arbitraria, el rumbo de todo un país que supuestamente nació con vocación federal. Más de200 años después, esa herida sigue abierta. Las provincias más alejadas del centro continúan relegadas, mientras las peleas palaciegas en la Capital Federal dominan la agenda nacional
como si todo lo demás fuera un asunto menor.
En los próximos días, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) celebrará elecciones para elegir diputados locales. Es, en términos institucionales, una elección municipal. Sin embargo, por el peso político y mediático de la capital, el acontecimiento se transforma en un hecho nacional. Los medios porteños lo cubrirán como si se tratara de una nueva elección presidencial, y desde allí se bajarán líneas que marcarán el pulso de la discusión política en
todo el país, aunque poco o nada tengan que ver con la realidad propia del resto del país.
Mientras tanto, diez municipios de Misiones también irán a las urnas el 8 de junio para renovar sus concejos deliberantes. Pero esa noticia quedará sepultada bajo el ruido ensordecedor de los dardos cruzados entre el presidente Javier Milei y el exmandatario Mauricio Macri, quienes discuten poder, candidaturas y estrategias desde el microclima de la ciudad que gobierna el PRO desde 2007. Paradójicamente, las provincias siempre son acusadas de feudales cuando sus líderes políticos logran sostenerse en el tiempo, pero nadie señala el continuismo
institucional de un mismo signo político que gobierna CABA hace casi dos décadas.
La política argentina sigue girando alrededor de la lógica unitaria: lo que sucede en Buenos Aires se impone como prioridad, mientras lo que ocurre en el resto del país se invisibiliza o se trata como color local. Esta distorsión no es solo mediática, sino estructural. Condiciona la distribución de los recursos, los proyectos de ley, la representación parlamentaria y hasta el sentido común con el que se analiza la realidad nacional. La historia no cambió: las provinciassiguen esperando que alguna vez el federalismo sea algo más que una palabra linda en los discursos del 25 de mayo.
Por Sergio Fernández