Datos falsos, memes, fake news, opiniones que rozan insultos abiertos, imágenes plagiadas, espías que miran y registran, likes y seguidismos. Parece que el mundo político dejó atrás la formación de cuadros, el contacto cara a cara con el vecino, el armado de proyectos con la participación de distintos sectores de la sociedad y la militancia. Hoy se trabaja en la elaboración de “productos políticos” que sean virales y su mensaje se multiplique en las redes, tenga alcance, sea elegido por el pueblo y funcional a quienes lo pusieron ahí.
En las ultimas contiendas electorales, que se palpitaron más en las redes sociales, Twiter o X ahora, Tik Tok, You Tube, IG, Facebook y el WP, han sido canales por donde se vehiculizó el debate político, que lejos de profundizar la discusión de ideas, se convirtió en una pugna de insultos, memes para ridiculizar perfiles y videos para exponer debilidades del contrincante político.
Desde una mirada social, la bronca, pesimismo y cansancio de la sociedad con la dirigencia política en los últimos años, por distintos motivos, fue expresándose desde donde se podía, en este caso las plataformas sociales no han sido ajenas a ese momento de erosión social, al contrario se convirtieron en el espacio para opinar. En las últimas elecciones, se palpitó en las distintas redes sociales el debate sobre las políticas de los últimos gobiernos, incluso con raíces que llegan hasta la década del 90 y del 80 del siglo XX, y se potenció estratégicamente un aire de reclamo social expresado no sólo por los tradicionales influencers de la política digital, sino por algunos dirigentes que, lejos de proponer, usaron esa “bronca social” para su posicionamiento.
Hay estudios académicos que revelan que existe un emergente dígito-social representado por millones de usuarios que dejan su huella en las redes sociales, no sólo escribiendo o interactuando con likes o reposteos, y al respecto las visualizaciones de contenido político en redes como Twitter, TikTok y YouTube se convirtieron en el foco de interés de los campamentos electorales con el fin de tantear en el comportamiento de los que no se expresan activamente. Como lo expresa el estudio de muchos especialistas en el tema como Luciano Galup ( autor del libro Big Data y Politica), se compone una auténtica marea humano-digital, dejando señales poderosas de por dónde pasa el interés de las plateas online, especialmente en la previa a tener que ir a las urnas a votar.
Cada vez más personas destinan más tiempo a navegar de manera online en comunidades digitales y en línea con este interés surgen las especializaciones en el estudio de datos, desde el análisis de los grandes volúmenes de información en línea (Big Data) hasta los estudios académicos.
Cuanto más te guste mis videos y posteos….más te lo ofrezco
Hoy la propuesta electoral termina en debates que se traducen en memes, videos que se miden por cantidad de visualizaciones, que constituye el simple hecho de ver un contenido, y reproducciones, que apunta a una observación más detenida del material en línea. La diferencia reside en que aquel usuario que visualiza no impacta, solo mira, aquel que reproduce un contenido, ya tomó una decisión, y eso lo miden para la multiplicación de contenidos a ofrecer.
Por otro lado, pareciera que la “autenticidad”o como lo califico yo: falsa autenticidad, fuera un valor en ascenso para la consideración del material generado por influencers de todo tipo, incluyendo a los dirigentes políticos. Y con esto quiero decir que en los debates tiene más valor el enojo o insulto “genuino” que la fundamentación y contrapropuesta, es más creíble tirar datos falsos y copiar discursos que marcar un rumbo.
Esa construcción de perfiles “indiscutibles” que vienen a decir la verdad o las cosas como son, pero sin proyectos, y vacíos de ideas nos lleva a reflexionar como sociedad, como comunicadores sociales, y sobre todo a la dirigencia política para repensar una manera superadora que recupere el crédito social, ponga en valor la militancia y re vincule con el vecino.
Y en este sentido así como en la primera mitad del siglo XX los líderes populares nacieron al calor de la irrupción de la comunicación de masas, hoy personalidades políticas surgen y lo más grave llegan a la presidencia, dentro de un nuevo modo de comunicarnos virtualmente que ofrece una dirigencia alejada de la realidad y sumergida en un microclima digital que pone en peligro los destinos de una sociedad.
Como difícilmente esa tendencia se modifique por el momento, lo interesante consistirá en seguir analizando las interacciones sociales que se generan a través de estas herramientas; sus implicancias para generar nuevos vínculos en la política; y, finalmente, su capacidad para influir en la agenda pública, en una época en la que cualquier persona puede, eventualmente, convertirse en un nuevo referente público.
Por Luna García