La iniciativa “antiterrorista” de la vicepresidenta Victoria Villarruel, celebrada por el teniente general César Milani, traza una raya en el campo de la deliberación pública y democrática.
Semejante bravuconada, contraria a derecho, invalida los argumentos oportunistas de la mentada grieta, que ha sido una aproximación de la progresía tilinga y descafeinada para señalar divisiones en la sociedad pluralista contemporánea. Hablemos claro. Sin medias tintas. Con el discurso de Villarruel, no se abre ninguna grieta, fruto de contradicciones ideológicas o de adoctrinamientos setentistas. Quedan expuestas dos posiciones políticas claras y precisas, en el terreno programático, que es donde se da el debate real de la lucha por el poder. Hablar de grieta es evasión edulcorada, significa eludir la pelea de fondo para quedar bien con Dios y con el diablo, metiendo a todos en la misma bolsa, en nombre de una unidad nacional falsa y carente de realismo. Fue una treta que utilizaron los candidatos del centro posmodernista, como Rodríguez Larreta, más preocupados por vender una imagen moderada -negocio de los hampones de las consultoras nativas y extranjeras- que por buscar una solución patriótica y sostenible en el tiempo. La reinstalación del demonio terrorista, en los términos de Villarruel-Milani, sincera el debate y la posición de cada uno de los partidos democráticos. El nuevo linchamiento mediático de la organización político-militar Montoneros se inscribe dentro de la lógica antiperonista que atraviesa toda nuestra historia desde 1945. El Presidente Milei, ahora, se corre de la discusión por su interna con la Vicepresidenta, a quien le deja el andarivel antiperonista despejado, luego de haber transitado juntos el mismo proyecto hasta el 10 de diciembre de 2023. Los peronistas no deben caer en la trampa de esta raya que bosqueja la hegemonía económica y financiera. Su posición correcta está del lado de la resistencia a la opresión, como ocurrió durante la dictadura cívico-militar de Videla y Martínez de Hoz.
Montoneros se equivocó durante el tercer gobierno constitucional justicialista al pasar a la clandestinidad. Oportunamente, la organización hizo la autocrítica correspondiente y a otra cosa. Su heroica entrega queda exenta de cualquier operación infame al servicio de la demagogia electoralista, aun en la disidencia que pueda suscitarse por lo escabroso y complejo del tema. Los peronistas montoneros que combatieron con las armas en la mano a los usurpadores asesinos y genocidas no fueron, ni son, ni serán nunca terroristas. Lucharon para que la Patria viva, en Democracia y Libertad.
Fuente: Noticias del Pueblo