Un gesto más de centralismo porteño. Así definió la Renovación al sorpresivo veto de Alberto Fernández al artículo 123 del Presupuesto 2021. Con el correr de la semana, la decepción inicial fue dejando lugar a la resignación: todos reconocen que la efectiva creación de una zona especial aduanera para todo el territorio de Misiones resultaba un objetivo quizás demasiado ambicioso. Estaba entre las posibilidades que la medida no se aplicara. Sin embargo, ni el renovador más pesimista imaginaba un desenlace tan abrupto.
La firma del Presidente fue plasmada el viernes. Pero nadie en el gobierno provincial pareció percatarse de lo sucedido sino hasta dos días después. Ni la tapa dominical de Primera Edición con la primicia bastó para que el entorno de Oscar Herrera Ahuad tomara real dimensión. Recién cuando pudo tener acceso al decreto y verlo con sus propios ojos, el gobernador cayó en la cuenta de lo que la prensa comunicaba. La desazón fue inmediata. ¿Por qué Fernández no dejó que la reglamentación se perdiera entre los recovecos burocráticos, como hace años ocurre con el artículo 10 de la Ley Pyme, en lugar de tomar una decisión de costos políticos inciertos?
Es una pregunta difícil de responder, incluso para aquellos que siguen de cerca el día a día del Presidente. Las teorías, por supuesto, abundan. Algunos adjudican el veto a los lineamientos fiscales que trazó Martín Guzmán para el año que viene. El ajuste plasmado en el presupuesto fue un guiño al Fondo en medio de las negociaciones. Por eso, al momento de justificar el rechazo, el argumento esgrimido por Fernández fue en ese sentido: la proliferación de áreas aduaneras especiales o zonas francas –que, además de Misiones, terminó incluyendo a otras 19 provincias con comercio bilateral con países limítrofes– hubiese hecho caer estrepitosamente la recaudación del Estado nacional.
Otras voces, en cambio, atribuyen lo sucedido a factores menos técnicos. Hablan de una traición minuciosamente planeada por Sergio Massa. El presidente de la Cámara de Diputados sería quien, en su rol de interlocutor predilecto, embaucó a la Renovación al venderle espejitos de colores con el único fin de ganarse su confianza en el recinto. Es que los votos de los diputados misioneros son claves para la aprobación de cualquier ley presentada por el oficialismo. A esta hipótesis, a su vez, se le sumaría otra, no excluyente: que el veto, en realidad, fue un mensaje dirigido al propio Massa por haber confeccionado un “presupuesto paralelo” con algunos gobernadores. Habladurías.
Lo cierto es que, al menos en el caso misionero, no fue solo Massa el que se involucró personalmente en las conversaciones. En octubre, pocas semanas después de la visita del tigrense, Fernández también voló a la provincia para, entre otras cosas, prometerle a Carlos Rovira que el régimen impositivo especial, que lograría mitigar las asimetrías de Misiones con Paraguay y Brasil, iba a ser incluido en la ley de leyes. Todo indicaba que era la confirmación del acuerdo. “En una mesa de tres, el Presidente se comprometió a que esto salía”, se quejó esta semana un alto funcionario provincial.
Pero la sintonía política con la Casa Rosada lejos estuvo de dar los frutos que la Renovación esperaba. Varias pistas hacían sospechar que la movida podía fallar. Sin ir más lejos, en mayo, durante su primera visita oficial, Fernández se había encargado de dejar en claro que Misiones era una jurisdicción más, con los mismos problemas que el resto de la Argentina. Además, su presencia en la provincia casualmente coincidió con la designación del kirchnerista Ignacio Barrios Arrechea al frente de la EBY. Con el veto, el círculo parece haberse cerrado. ¿Efectos retardados de la boleta corta?
Veto y después
El federalismo declamado por Fernández durante su campaña electoral está, por estas horas, más puesto en duda que nunca. El tendal de heridos que dejó su decisión trascendió las fronteras de Misiones. Y si en un principio se especuló con que el Presidente se recostaría en los gobernadores para construir un eje de poder propio, como contrapeso del liderazgo natural que ostenta Cristina Kirchner al interior de la coalición gobernante, hoy esa pretensión se volvió brumosa.
A un año de su asunción en el gobierno, el Frente de Todos consolida un esquema de gestión donde priman los compartimentos estancos. Cada tribu tiene un interés propio y lo hace saber. El derrotero del Presupuesto 2021 lo expone de manera cruda: se confeccionó en el Ministerio de Economía, fue modificado en el Congreso y terminó vetado parcialmente en la Casa Rosada. Tres instancias de elaboración distintas, con tres marcas conceptuales distintas. Algo pocas veces visto en la historia democrática argentina.
Fernández cometió el pecado más grande que puede cometer un político: incumplir con la palabra empeñada. Así y todo, Herrera Ahuad aseguró que esta situación no cambiará su vínculo con Balcarce 50. En declaraciones a la prensa, dijo que “no bajará los brazos” y que ya tiene trazado un camino para seguir reclamando un trato impositivo diferencial para Misiones. Y destacó, viendo el vaso medio lleno, que se logró instalar en la agenda nacional un tema de primera magnitud para la vida económica provincial.
Hasta hoy, frente a las promesas de Fernández, Rovira había decidido pagar al contado. El acompañamiento del bloque misionerista a la ley de aporte extraordinario de las grandes fortunas fue una clara muestra de eso. Pese a que en un principio Ricardo Wellbach había puesto como condición que lo recaudado fuese coparticipable, los renovadores votaron a favor sin mayores reparos. Por delante está la votación del nuevo cálculo de movilidad jubilatoria presentado por el Ejecutivo, que ya generó el rechazo de la oposición. La actitud que el misionerismo tomará en ese debate no deja de ser una incógnita.
El veto presidencial fue un baño de realidad para las expectativas renovadoras. No porque las particularidades geográficas de la provincia y sus asimetrías estructurales no sean palpables para cualquiera. Sino porque las condiciones de posibilidad para la conformación de una zona especial aduanera no parecían estar del todo dadas. Aunque la opinión pública provincial lo haya presentado como un traspié para la sociedad misionera en su conjunto, es un misterio el alcance real que hubiese tenido la reglamentación de la medida. La “jugada maestra” ideada por Rovira quedó a mitad de camino. Las fichas siguen sobre el tablero. Ahora le toca volver a mover a él.
Por Pedro Lacour para Misiones Para Todos