En su residencia comunitaria, el sumo pontífice recibió a la titular de las Abuelas de Plaza de Mayo, quien acusó al presidente Javier Milei de negacionista del Terrorismo de Estado y por su represión de la protesta.
Estela, 93. Jorge Mario, 87. Ambos caminan y se paran con bastón en mano. Carlotto es referente de los derechos humanos en la Argentina, Bergoglio líder terrenal de los católicos. El cónclave entre ambos duró una hora. Ocurrió este jueves 18 de abril por la tarde en un salón de la planta baja de Santa Marta, como se conoce a la residencia comunitaria del Papa en el Vaticano. No hubo diplomacia en el medio. No hizo falta. El vínculo es directo.
Acompañó el encuentro Genevieve Jeanningros, sobrina de Léonie Duquet, una de las monjas francesas desaparecidas en diciembre de 1977 en la iglesia de la Santa Cruz, en el barrio porteño de San Cristóbal. En la foto se ve sonriendo a la religiosa de la congregación de las hermanas de Jesús de Charles de Foucauld, quien vive con feriantes en un parque de diversiones en las afueras de Roma, en la ciudad marítima de Ostia, a dónde fue a visitarla en una oportunidad el Papa argentino. También formó parte de la reunión Horacio Pietragalla Corti, nieto restituido por Abuelas en 2003 y quien fuera secretario de Derechos Humanos entre 2019 y 2023.
Estela de Carlotto recibió el miércoles el doctorado honoris causa de la Universidad de Roma “por su compromiso cívico, humano y cultural” entonces aprovechó el viaje a la capital italiana para encontrarse con el Papa.
“Es un extraño personaje. Hagamos algo para que cambie o que se vaya rápido”, dijo Estela de Carlotto en referencia al presidente, Javier Milei, durante su discurso en el acto por el Día de la Memoria, Verdad y Justicia, el pasado 24 de marzo en una Plaza de Mayo desbordada de gente. Allí también reclamó una ley contra el negacionismo que sancione a funcionarios y funcionarias, y representantes elegidos que desestimen los crímenes y a sus víctimas”, y cuestionó al actual gobierno al opinar que “ha puesto en marcha un protocolo represivo, destinado a impedir el legítimo derecho a la protesta social. Así como hicieron Mauricio Macri y Patricia Bullrich, la persecución y difamación a los opositores políticos y sociales vuelve a ser una práctica cotidiana”. Similares definiciones escuchó hoy Francisco, quien recibió al presidente argentino el pasado 11 de febrero.
La foto de Carlotto junto al Papa impacta en estos momentos no sólo a la política sino también al interior de la iglesia argentina, puntualmente a su conducción los obispos que se encuentran desde el día lunes en una asamblea a puertas cerradas que se extiende hasta este viernes.
El año pasado, el presidente de los obispos argentinos, Óscar Ojea, participó junto a otros líderes religiosos de la visita al Museo de la Memoria en el ex campo clandestino de detención ESMA y además se publicó la extensa investigación eclesial publicada en tres tomos llamada “la verdad los hará libres”.
“No podía aceptar el silencio de la Iglesia… Después de todo este tiempo puedo decir que fue la cercanía y la ternura del Papa lo que me curó de tanto sufrimiento. Yo quería que se abrieran los archivos porque tenía muchas preguntas en el corazón y quería ver con más claridad”, confesó hace un tiempo la sobrina de la monja Dumont.
La teología del bastón de Estela y Jorge quiere recuperar la identidad de los nietos como mantener la dignidad humana a 75 años de la declaración universal de los derechos humanos por Naciones Unidas.
Por Lucas Schaerer