Las calles de Francia mantienen su rotunda oposición a la reforma de las pensiones del Gobierno de Emmanuel Macron a pesar de que la ley ya es una realidad. Pero, ¿por qué esta reforma despierta tanta rabia? ¿Cuáles son los argumentos de los sindicatos y de los manifestantes? ¿Es cierto que esta reforma pesará más sobre las clases más empobrecidas? En este episodio de En 5 Minutos explicamos todas las claves para comprender la polémica.
“Vivir más, trabajar más”: ese es el argumento en el que se han escudado varios gobiernos franceses para justificar elevar la edad de pensión o aumentar el tiempo trabajado antes de la jubilación. El de Emmanuel Macron ha sido el avance quizás más osado hasta la fecha, pero no es ni mucho menos el primero en las últimas décadas.
El aumento de la esperanza de vida pone en jaque los sistemas pensionales en toda Europa, incluida Francia. El sistema francés se basa en la solidaridad entre generaciones: los trabajadores activos de hoy pagan la jubilación de los adultos mayores actuales. Sin embargo, con una población cada vez más envejecida, estas estrategias corren el riesgo de ser deficitarias, es decir, que se gaste más dinero en pensiones del que se recauda del trabajo de los jóvenes.
Pero, ¿hasta qué punto es cierto que el sistema pensional francés es insostenible? ¿Es realmente necesario dejar de trabajar a los 64 años, dos más de los que eran obligatorios hasta ahora? Estas son las preguntas que hacen los sindicatos y los manifestantes que, desde hace meses, salen a la calle para reclamar que se retire la reforma de Macron.
Si bien es cierto que, en los últimos quince años, han habido más periodos deficitarios que excedentarios, en 2021 se recaudó más de lo que se gastó. Alrededor de 900 millones de euros fueron el excedente, un excedente que se cree que se repitió en 2022. El Consejo de Orientación para las Pensiones contabiliza que, el año pasado, el excedente podría haber crecido hasta los 3.200 millones de euros.
Por otra parte, los opositores de la reforma valoran que deberían barajarse otras opciones para financiar el déficit potencial. Según cálculos de la ONG Oxfam, un gravamen del 2% a los multimillonarios franceses bastaría para recaudar el dinero que puede faltar en el futuro.
Esta no es la primera vez que un gobierno francés busca alargar la vida laboral de la población. En 1982, se fijó la histórica jubilación a los 60 años, algo que se consideró un hito para los derechos de los trabajadores y se vio como un ejemplo de prosperidad y de solidez del sistema público francés. Los años necesarios cotizados se establecieron en 35,7.
Sin embargo, a partir de los años noventa, el discurso empezó a cambiar. Cuatro gobiernos buscaron alargar la edad de jubilación o, al menos, alargar el tiempo de cotización para los trabajadores. Tres lo lograron, mientras que uno fracasó a raíz de la movilización social.
En 2010 sucedió el cambio más radical. El conservador Nicolas Sarkozy enterró la jubilación a los 60 años, que tanto definía el sistema pensional francés, y la retrasó a los 62. Las protestas fueron masivas, pero no suficientes para hacer retroceder la reforma. Estos cambios no son exclusivos de gobiernos de derecha: el socialista François Hollande alargó el tiempo de cotización, por ejemplo.
Es por eso que, trece años después de esa reforma de Sarkozy, la sensación entre los trabajadores franceses es de una cascada constante de retrocesos en sus derechos laborales. Unos retrocesos que, además, pesan más en las clases trabajadoras, que empiezan su vida laboral a más temprana edad, que desarrollan labores que castigan más la salud y que viven con una esperanza de vida más corta.
Por Mar Romero-France24