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Las claves geopolíticas y económicas del acercamiento entre Trump y Lula

La tensión diplomática entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su homólogo brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva se ha reducido en las últimas semanas gracias a varios acercamientos diplomáticos y a una llamada telefónica entre ambos. Tras esto existe el interés de Washington por las tierras raras que posee Brasil y la habilidad diplomática que caracteriza a Brasilia. 

La conversación telefónica del 6 de octubre entre el presidente de EE. UU., Donald Trump, y su homólogo brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, marcó un antes y un después en las delicadas relaciones bilaterales de las que son consideradas las “mayores democracias de Occidente”. El tono de ambos mandatarios fue cordial e incluso bromearon sobre su edad. “Yo cumplí 80 años el 6 de octubre, el día que hablé con Trump. Empecé a hablarle así: ‘Yo cumplo 80 años y tú los cumplirás el 14 de junio’. Es más joven que yo, así que tengo edad suficiente para hablarle con más dureza”, destacó Lula cuatro días después durante un acto oficial.

Al final de la llamada, se intercambiaron los números de teléfonos, algo que augura que van a seguir manteniendo el contacto, sin tener que depender de intermediarios. En ningún momento se hizo mención al expresidente Jair Bolsonaro, recientemente condenado a 27 años y tres meses de prisión por un intento de golpe de Estado.

El restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambos países, que este año cumplen 201 años, fue precedido de otro momento afable en la sede de la ONU, en Nueva York, el pasado 23 de septiembre, cuando ambos se cruzaron y Trump habló de una “química excelente” entre los dos y se deshizo en elogios para Lula: “Lo vi, él me vio y nos abrazamos. (…) Parece un tipo muy agradable, le gusto y él me gustó a mí. Y sólo hago negocios con la gente que me gusta. Cuando no me gustan, no los hago. Cuando no me gusta, no me gusta. Durante 39 segundos tuvimos una gran química y eso es una buena señal”, señaló el líder estadounidense.

No fue un encuentro casual: la diplomacia brasileña venía trabajando intensamente desde hace semanas para intentar aflojar la posición de la Casa Blanca, que a principios de agosto impuso aranceles del 50% a un sinfín de productos brasileños, entre ellos el café y la carne de vacuno. En su momento, Trump ligó el aumento de las tarifas al juicio contra Bolsonaro, que tildó de “injusto” y de “caza de brujas”. Curiosamente, Washington decidió casi al mismo tiempo que unos 700 artículos estarían exentos de las nuevas tarifas, entre ellos el jugo de naranja, combustibles, vehículos, aeronaves civiles y ciertos tipos de metales y madera.

La aproximación de Trump a Lula ha sido interpretada por la extrema derecha como una derrota. Ha quedado evidente que ha perdido el monopolio del diálogo con la Casa Blanca. El secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, hasta hace poco interlocutor privilegiado del diputado en licencia Eduardo Bolsonaro, ha sido encargado de negociar los aranceles directamente con el vicepresidente de Lula, Geraldo Alckmin.

A continuación, las claves de esta ‘entente cordiale’, que en las próximas semanas debería culminar en un encuentro presencial: 

La llamada partió de Trump

Tras la aplicación de los aranceles, Lula afirmó en más de una ocasión que no llamaría a Trump, algo por lo que ha sido duramente criticado por la oposición. Sin embargo, en los bastidores la diplomacia brasileña no ha parado de buscar un canal de diálogo con la Casa Blanca. Márcio Sette Fortes, economista y exdirector de Brasil en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) destaca que Estados Unidos impuso aranceles más altos a todos los países del mundo con el objetivo claro de obtener concesiones en la mesa de negociaciones. “Con Brasil jugaron un partido duro al principio, no estaban dispuestos a negociar”, señala a France 24 en Español Sette Fortes, al mismo tiempo que destaca que EE. UU. todavía no ha nombrado a un embajador oficial en Brasil, lo que dificulta la interlocución.

“Brasil, a pesar de contar con una ley de reciprocidad que podría utilizar para aumentar los aranceles en represalia, no siguió este camino y se mostró abierto a la negociación. La buena voluntad del Gobierno brasileño allanó el camino para ello, permitiendo a EE. UU. elegir el momento. Ellos quieren estar a la vanguardia de las negociaciones, por lo tanto, son ellos quienes deciden cuándo se llevarán a cabo”, agrega.

El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, habla durante una entrevista con Reuters en el Palacio de Alvorada, en Brasilia, Brasil, el 6 de agosto de 2025.
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, habla durante una entrevista con Reuters en el Palacio de Alvorada, en Brasilia, Brasil, el 6 de agosto de 2025. © REUTERS - Adriano Machado

“Hubo un gran esfuerzo por parte de la diplomacia brasileña para crear un canal eficaz dentro de la Casa Blanca y destrabar esta política. Entre los muchos intentos de conversación, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil intentó organizar una reunión muy rápida de 10 minutos entre Lula y Trump en la ONU, antes de su discurso”, revela Leonardo Paz Neves, analista de Inteligencia Cualitativa del Núcleo de Prospección e Inteligencia Internacional de la Fundación Getúlio Vargas (FGV). “Pero hubo imprevistos como el de la escalera mecánica, que generaron retrasos. Por eso no hubo tiempo para una reunión de 10 minutos. Lo que tuvieron fueron esos 39 segundos. Al principio, parecía que se había cruzado casualmente cuando Lula salió y Trump entró para dar su discurso. En realidad, hubo mucho trabajo entre bastidores para que esa conversación de 10 minutos creara espacio para conversaciones futuras, como la llamada telefónica”, añade.

¿Qué quiere Trump de Brasil?

Básicamente, Trump quiere acuerdos comerciales ventajosos para Washington y esto pasa necesariamente por las tierras raras, ya que Brasil posee la segunda mayor reserva del mundo después de China. Estados Unidos quiere reducir su dependencia del gigante asiático, especialmente ahora que ha recortado el suministro de estos elementos químicos estratégicos. Incluso Trump ha llegado a anunciar tarifas del 100% a China a partir de noviembre como retaliación a la restricción de estos productos.

“Brasil posee grandes reservas, pero no tiene una capacidad de procesamiento tan buena como China. La extracción y el procesamiento de estos minerales implica problemas ambientales y costos energéticos. Para Estados Unidos es más interesante externalizar este proceso, aumentando la capacidad de extracción y procesamiento de las tierras raras en Brasil. Para ellos, sería un gran beneficio, incluso desde un punto de vista logístico debido a la proximidad de Brasil a Estados Unidos, en relación con China”, señala Márcio Sette Fortes.

Foto de archivo de un trabajador arrojando agua a presión en un yacimiento de metales de tierras raras en el condado de Nancheng, provincia de Jiangxi, el 16 de enero de 2011.
Foto de archivo de un trabajador arrojando agua a presión en un yacimiento de metales de tierras raras en el condado de Nancheng, provincia de Jiangxi, el 16 de enero de 2011. REUTERS - CHINA STRINGER

Además, Brasil también podría ofrecer otros beneficios, como mejorar los tiempos de revisión de las marcas y de las patentes en Brasil. El año pasado, EE. UU. presentó 7.000 solicitudes de patentes en el gigante latinoamericano y acumula cerca de 25.000 peticiones, es decir, el 28% del total, según el Instituto Nacional de Propiedad Industrial (INPI). Los datos oficiales muestran que Brasil ocupa el segundo lugar (23%), seguido de China (8%), Alemania (6%) y Suiza (4%).

¿Qué quiere Lula de Trump?

Lo ideal para Brasil sería volver al arancel recíproco del 10%, en vigor hasta el mes de agosto. Lula también quiere que sea revocada la Ley Magnitsky contra el juez de la Corte Suprema Alexandre de Moraes, su esposa y sus más estrechos colaboradores, y todas las demás sanciones contra otros jueces, como la revocación de visados para EE. UU. “Intentamos presentar al mundo un proyecto nacional; no tenemos preferencia por ningún país. Lo que queremos es establecer una relación estable con el mundo; por eso defendemos el multilateralismo. Por eso no estamos de acuerdo con que Estados Unidos grave los productos brasileños basándose en hechos falsos”, afirmó Lula durante la inauguración de la fábrica de automóviles chinos BYD en el Estado de Bahía, el pasado 9 de octubre.

Luiz Inácio Lula Da Silva abraza al magistrado Alexandre De Moraes en la ceremonia en la que éste fue electo vicepresidente del Supremo Tribunal Federal de Brasil. Brasilia, 29 de septiembre de 2025.
Luiz Inácio Lula Da Silva abraza al magistrado Alexandre De Moraes en la ceremonia en la que éste fue electo vicepresidente del Supremo Tribunal Federal de Brasil. Brasilia, 29 de septiembre de 2025. AP - Eraldo Peres

Los dos quedaron en encontrarse personalmente

Todavía no hay fecha para este encuentro y los expertos barajan varias posibilidades. Una posibilidad sería el 26 de octubre en Malasia, en territorio neutral, durante la cumbre de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN). Por su parte, Lula reiteró la invitación a Trump para participar en la COP30, que tendrá lugar en Belém de Pará (Brasil) en noviembre, pero el mandatario estadounidense todavía no ha confirmado su participación en el evento de la ONU sobre el clima. Fuentes diplomáticas tampoco descartan un viaje de Lula a Washington.

Independientemente de este encuentro, el ministro de Hacienda, Fernando Haddad, asegura que está optimista con respecto a las negociaciones con Estados Unidos sobre los aranceles y que la diplomacia brasileña sabrá conducirlas con eficiencia. Además, ha anticipado que ofrecerá los mejores argumentos económicos a Estados Unidos para revertir el aumento arancelario a los productos brasileños. El principal, según Haddad, es que la medida ha encarecido la vida del pueblo estadounidense sobre todo en tres productos: café, carne y frutas. El propio Trump reconoció durante la llamada telefónica a Lula que los consumidores de su país están sintiendo falta del café brasileño.

También hay que tener en cuenta que, desde el inicio de la guerra comercial, las exportaciones estadounidenses de soja a China se han desplomado. Entre enero y agosto de 2025, los envíos al país asiático cayeron un 78 % en comparación con el mismo período de 2024, totalizando 5,94 millones de toneladas, según una encuesta de la American Farm Bureau Federation, una de las principales organizaciones agrícolas de Estados Unidos.

Durante el mismo período, las exportaciones brasileñas de soja a China crecieron un 12,3%, totalizando 73 millones de toneladas, y se prevé que sigan aumentando. Brasil tiene capacidad para abastecer de soja a China en la cosecha 2025/26, si el país asiático intensifica sus compras.

“La carne en EE UU se está volviendo muy cara; los productores de soja estadounidenses están desesperados porque no han vendido ningún saco de soja a China; y China está comprando todo a Brasil. Entonces, Trump vio que su estrategia no funcionó. Brasil está saliendo adelante y yo creo que Trump no quiere seguir apostando en el perdedor. No quiere tener un aliado que esté en la cárcel”, apunta Paz Neves.

¿Puede producirse una humillación pública?

Tras los episodios embarazosos con los presidentes de Ucrania y Sudáfrica, esta es la principal preocupación de la diplomacia brasileña. Sin embargo, a la luz de la cordialidad que permeó la llamada telefónica de Trump a Lula, esta posibilidad parece cada vez más lejana. “Creo que podría haber algún comentario político en torno al juicio del expresidente Bolsonaro. Pero dudo que haya nada directamente relacionado con el poder ejecutivo brasileño o el presidente Lula”, afirma Sette Fortes.

En todo caso, para este economista, toda prudencia es poca. “Todavía no tenemos ninguna negociación en curso. Lo que tenemos es una posible apertura de negociación a partir de una reunión presencial que debería tener lugar en las próximas semanas. La conversación inicial ya se dio, lo cual es un gran indicio de progreso. Por lo tanto, ya es una demostración de la buena voluntad del Gobierno estadounidense en la negociación con Brasil”, recuerda.

Imagen de archivo de la intervención de Luiz Inácio Lula Da Silva ante la Asamblea General de la ONU en Nueva York el 23 de septiembre de 2025.
Imagen de archivo de la intervención de Luiz Inácio Lula Da Silva ante la Asamblea General de la ONU en Nueva York el 23 de septiembre de 2025. REUTERS - Mike Segar

¿Acierto diplomático de Brasil o presión de la industria?

Para varios expertos, el principal acierto de Brasil ha sido no aplicar a EE UU la ley de reciprocidad. Sin embargo, el factor económico puede haber sido decisivo.

“Quizás el sector productivo haya sido la voz más activa, en mi opinión, la que pesó más en los oídos de Trump, mucho más que el propio Itamaraty [el ministerio de Exteriores de Brasil], que no llega hasta Trump”, señala Paz Nevez. Se trata de gigantes comerciales como JBS, líder brasileño en producción de carne de res y pollo, y uno de los procesadores de carne más grandes del mundo; la empresa aeroespacial brasileña Embraer, uno de los mayores fabricantes de aeronaves del mundo, con inversiones significativas en EE UU; el sector del café y del jugo de naranja, y también de la Asociación de la Soja en Estados Unidos. “Creo que el sector productivo, las empresas y los lobbies fueron los que más presionaron al Gobierno estadounidense”, añade Paz Nevez.

¿Marco Rubio cambiará de línea?

La postura fuertemente ideológica del secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, hijo de inmigrantes cubanos siempre alineado con los grupos conservadores, es muy conocida. Por lo pronto, el ministro de Relaciones Exteriores, Mauro Vieira, tiene previsto reunirse con Rubio el 17 de octubre. Los dos hablaron brevemente por teléfono el 9 de octubre, una conversación que el Departamento de Estado de EE UU ha valorado como “positiva”.

El secretario de Estado Marco Rubio susurra al oído del presidente Trump durante una mesa redonda sobre el movimiento Antifa, para anunciarle la firma de los acuerdos de paz en Egipto. Washington, 8 de octubre de 2025.
El secretario de Estado Marco Rubio susurra al oído del presidente Trump durante una mesa redonda sobre el movimiento Antifa, para anunciarle la firma de los acuerdos de paz en Egipto. Washington, 8 de octubre de 2025. AP - Evan Vucci

“Marco Rubio es radical, pero es un radical flexible. Siempre ha sido muy duro con Rusia y, tras entrar en la administración de Trump, ha acabado aceptando la postura muy light de Trump sobre Rusia. Si Trump le pide que resuelva las cosas con Lula y con Brasil, lo aceptará, se lo tragará. No es necesario que le guste, pero creo que también tiene la flexibilidad moral para aceptar este tipo de cosas”, estima Paz Nevez. Para Sette Fortes, en el aspecto político, léase la polémica sobre el juicio de Bolsonaro, Estados Unidos no va a retroceder. “Lo más probable es que siga siendo irreductibles en cuestiones políticas y la aplicación de la Ley Magnitsky”, señala ese economista.

Lula sube en las encuestas

En contra de todas las expectativas, esta guerra comercial ha impulsado la popularidad de Lula, que en febrero alcanzó su mínimo histórico, desplomándose hasta el 24%. Las últimas encuestas le otorgan un 48% de aprobación y muchos analistas hablan de una “tendencia consolidada”. El desempeño de Lula ha mejorado en parte gracias a la aprobación de una nueva ley que establece la exención del Impuesto sobre la Renta para las personas que ganan hasta 5.000 reales (905 dólares).

Para varios analistas, la estrategia de Eduardo Bolsonaro de boicotear la economía de su país se ha revelado un tiro en el pie. El hijo del expresidente condenado está cada vez más aislado y la relación con sus aliados se está deteriorando.

“Trump tiene un rasgo parecido a Bolsonaro: ambos exigen mucha lealtad de las personas que están debajo de ellos, pero al mismo tiempo no tienen ninguna lealtad hacia ellos. Abandonan fácilmente a las personas que están con ellos”, estima Paz Neves. Para este analista, el presidente de EE. UU. descubrió que la información ofrecida por Eduardo Bolsonaro y el bloguero Paulo Figuereido no era fidedigna.

“Le dijeron que toda la población estaba con Bolsonaro, que todos saldrían a la calle a defenderlo. Le convencieron de que la presión de Estados Unidos a través de los aranceles dejaría a Brasil en una situación dramática y lo llevaría a negociar. Y fue todo lo contrario: lo que hicieron fue aumentar la popularidad de Lula. Bolsonaro fue condenado a prisión y nadie salió a protestar. Entonces creo que Trump se dio cuenta de que le dieron una información totalmente errónea. Estaba jugando aquí con una cierta posibilidad, pero esta posibilidad no se concretó. No creo que Trump le tenga ningún cariño a Bolsonaro. Incluso creo que el día que Lula le ofrezca algo muy interesante a Trump, como las tierras raras, Trump es capaz incluso de cancelar el visado de Eduardo Bolsonaro y enviarlo de vuelta a Brasil”, concluye Paz Neves.

Por Valeria Saccone-France24