Cinco años después de la separación del Reino Unido de la UE, los británicos siguen sin disfrutar de las ventajas esperadas del Brexit y la falta de solución a problemas estructurales del país ponen en aprietos a laboristas y conservadores por igual frente a un electorado arrepentido, molesto y disperso.
Los británicos entran en el sexto año de experiencia Brexit con la sensación mayoritaria de que desacoplarse completamente de la Unión Europea (UE) fue decididamente un error, una conclusión basada en las estadísticas y el descontento con los conservadores que lo impulsaron y los laboristas ahora en el poder.
El 55% de los británicos opina ahora que el Brexit fue un error, el 30% que fue correcto y solo el 11% que fue exitoso que Reino Unido saliera oficialmente la UE desde el 31 de enero de 2020 (plenamente en 2021) respetando el referéndum de 2016, cuando una mayoría de 52% a 48% votó a favor de abandonar el bloque.
El país lleva una década dividida, como se ve en cada proceso electoral desde 2016, entre quienes creen que desde su salida de la UE es finalmente una nación plenamente soberana y quienes lo ven como penosamente aislado y claramente disminuído en sus posibilidades.
La coyuntura del referéndum fue determinante en el resultado: un mundo todavía muy globalizado, cuando el populismo aislacionista de Donald J. Trump aún no había llegado al poder en Estados Unidos y la UE se sentía muy segura en su política de regulaciones que crispaban a la mayoría de los británicos.
Décadas de desindustrialización, seguidas de años de recortes del gasto público y una elevada inmigración, crearon un terreno fértil para el argumento de que el Brexit permitiría al Reino Unido “recuperar el control” de sus fronteras, leyes y economía. El conservador David Cameron, quien prometió el referéndum para ser reelegido, terminó expulsado del 10 de Downing Street por el ajustado “sí” a la ruptura.
¿Desastre o reforma?
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El referéndum fue seguido por años de negociaciones con la UE sobre cómo poner en práctica el Brexit, tratativas que le costaron el cargo a la primera ministra Theresa May, hasta que otro conservador más, el histriónico Boris Johnson, logró un acuerdo muy complejo que hoy, la mayoría de los británicos lamenta.
El Brexit fue reemplazado por un acuerdo comercial básico que supuso la salida del Reino Unido del mercado único y la unión aduanera del bloque: los bienes circulan sin aranceles ni cuotas, pero demanda trámites burocráticos, costos y retrasos que devastó a las pymes y apenas soportan las grandes empresas. Londres trató de compensarlo con acuerdos comerciales con Australia, Nueva Zelanda y Canadá.
El Brexit adelantó la reacción post pandemia, de retracción de los países sobre sí mismos ante la vulnerabilidad de la cadena global de suministros: relocalizar la producción y el abastecimiento básico dentro de cada país, o en vecinos o amigos (nearshoring, friendshoring). Luego, la crisis de energía por la guerra de Ucrania. Todo ello, con una cuota de populismo nacionalista que remata Trump 2.
Con todo, que Reino Unido se reincorpore a la UE parece difícil, cuando la sociedad ha quedado muy lastimado por el debate, y evitar volver sobre él. El premier laborista, Keir Starmer, elegido en 2024, propuso “recomponer” las relaciones con la UE, pero descartó volver a la unión aduanera o al mercado único.
El ex viceprimer ministro Lord Michael Heseltine resumió el punto de vista negativo sobre el Brexit: “Ha sido un desastre histórico”.
“Ha destruido el liderazgo de Gran Bretaña en Europa justo cuando se lo necesitaba, ha cerrado oportunidades para que la generación más joven comparta los beneficios de Europa y ha negado a la base industrial de Gran Bretaña el acceso a la investigación y las políticas de Europa. Nuestra economía está mucho peor por ello y no hay ninguna autoridad acreditada que lo niegue”.
La división en torno del Brexit ha dejado aguas turbulentas en la política británica y, paradójicamente, uno de sus principales promotores saca ahora ventaja en la confusión.
El gran beneficiario del fracaso de los dos grandes partidos en rescatar al país de su decadencia es el nacionalista Nigel Farage, histórico militante antieuropeo, quien al frente del movimiento Reform recoge el 25% de la preferencia de los votantes, contra 24% de los laboristas de Starmer, con la popularidad por el piso apenas siete meses después de su arrasador triunfo en las urnas, y 21% de los conservadores, liderados ahora por Kemi Badenoch.
Las consecuencias
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Muchos economistas advierten ahora sobre las consecuencias en términos de PIB, inflación que afrontará Estados Unidos si Trump consigue aplicar las medidas proteccionistas que anunció con la imposición de aranceles sobre México, Canadá y China.
En ese sentido, Reino Unido ha sido un laboratorio de cómo puede resultar experimentos extremos como desacoplarse de bloques políticos y comerciales muy establecidos como la UE o desatar guerras comerciales, aunque sea de parte de una potencia capaz de absorber por un tiempo los efectos.
Repasemos algunas:
. La economía: la Oficina de Responsabilidad Presupuestaria prevé que tanto las exportaciones como las importaciones del Reino Unido serán a largo plazo un 15% más bajas que si el país hubiera permanecido en la UE, y la productividad económica un 4% menor de lo que habría sido de otro modo.
“Los grandes actores no se ven tan afectados”, precisa David Henig, de UK in a changing Europe. “Seguimos teniendo Airbus, seguimos teniendo whisky escocés. Seguimos teniendo defensa, grandes farmacéuticas. Pero las empresas medianas están luchando por mantener su posición exportadora. Y no viene nadie nuevo a instalarse”.
. La inmigración: reducirla fue una de las principales razones por las que muchos votaron a favor de abandonar la UE e impedir la libre circulación entre continente y las islas, pero la inmigración actual es mucho mayor que antes del Brexit porque el número de visados concedidos a trabajadores de todo el mundo se ha disparado.
Hubo una gran caída en la inmigración de la UE y la migración neta de la UE desde 2016 se aceleró después de 2020 debido al final de la libertad de circulación. En cambio, aumentó la migración neta desde el resto del mundo desde 2020. Ahora, tanto los ciudadanos de la UE como los de fuera de la UE necesitan obtener visados de trabajo para poder trabajar en el Reino Unido (salvo los ciudadanos irlandeses, que pueden seguir viviendo y trabajando en el Reino Unido sin visado).
Los principales países en cuanto a inmigración extracomunitaria son India, Nigeria, Pakistán, China y Zimbabwe, según las últimas cifras de la ONS, mientras los ciudadanos británicos perdieron su derecho a la libre circulación hacia y dentro de la UE.
. El comercio: los economistas y analistas consideran que el impacto de la salida del mercado único y la unión aduanera de la UE el 1 de enero de 2021 sobre el comercio de mercancías del Reino Unido ha sido negativo, a pesar de que se negoció un acuerdo de libre comercio con la UE y evitó la imposición de aranceles -o impuestos- a la importación y exportación de mercancías.
Algunos estudios recientes sugieren que las exportaciones de bienes del Reino Unido son un 30% más bajas de lo que habrían sido si no hubiera abandonado el mercado único y la unión aduanera. Otros sugieren sólo una reducción del 6%.
Según la OBR, la caída del comercio en relación con la situación anterior reducirá el tamaño a largo plazo de la economía del Reino Unido en alrededor de un 4% en relación con la situación anterior, lo que equivale a unos 100.000 millones de libras (120.000 millones de euros) en moneda actual.
. Los costos: según las últimas estimaciones del Tesoro, el coste total del acuerdo de Reino Unido con la UE asciende a unos 36.100 millones de euros. A principios de 2024, ya se había pagado la mayor parte. El costo es difícilmente comparable a las pérdidas previstas por la salida de la UE en términos de PIB y comercio.
En 2023, Bloomberg Economics calculó que el Reino Unido sufría una pérdida de producción de 100.000 millones de libras (120 mil millones de euros) al año por abandonar la UE.
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