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Las perspectivas económicas del 2023

Durante 2022, la recuperación post COVID-19 fue impactada de lleno por los efectos de la invasión de Rusia a Ucrania en los precios de la energía y de los alimentos, una sombra que según el FMI y de la OCDE se proyecta sobre 2023, y más sobre los países en desarrollo. Un tercio de la economía global quedará en recesión durante este nuevo año. La CEPAL proyecta que el crecimiento de América Latina en 2023 será una tercera parte de la tasa esperada para 2022.

Al terminar 2022, la actividad económica mundial ha experimentado una desaceleración generalizada y más acentuada de lo previsto, con la inflación más alta registrada en varias décadas, según dejó anotado el Fondo Monetario Internacional (FMI) en sus últimas Perspectivas de la Economía Mundial.

Así, la crisis del costo de vida, el endurecimiento de las condiciones financieras en la mayoría de las regiones, la invasión rusa de Ucrania y la persistencia de la pandemia de COVID-19 incidirán fuertemente en las perspectivas de 2023.

La directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, pronosticó al comenzar el nuevo año que “un tercio de la economía mundial se verá afectada por la recesión durante 2023” y que “para todos los países este año será duro, en especial para los países con elevados niveles de deuda”.

Estados Unidos, la Unión Europea y China se están desacelerando simultáneamente, lo que hace esperar al FMI que al menos un tercio de la economía mundial esté en recesión en 2023, explicó la jefa del Fondo.

Los primeros meses de 2023 serán especialmente difíciles para China, por las restricciones sanitarias frente al COVID-19, lo que a su vez tendrá consecuencias globales: “El impacto en el crecimiento chino sería negativo, el impacto en la región sería negativo y el impacto en el crecimiento global sería negativo”, resumió.

El propio presidente chino, Xi Jinping, estimó que la economía del gigante asiático se habrá expandido un 4,4% el año que acaba de terminar, una cifra mucho más alta de lo que muchos economistas habían pronosticado, pero muy inferior a la tasa de crecimiento del 8,4% de 2021.

Según estos pronósticos, el crecimiento mundial se desacelerará de 6,0% en 2021 a 3,2% en 2022 y 2,7% en 2023. Exceptuando la crisis financiera mundial y la fase aguda de la pandemia de COVID-19, este es el perfil de crecimiento más flojo desde 2001. Se pronostica que la inflación mundial aumente de 4,7% en 2021 a 8,8% en 2022, para luego descender a 6,5% en 2023 y 4,1% en 2024.

Por su parte, el más reciente informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) mejoró levemente sus perspectivas de crecimiento para 2022 y 2023, aunque también anticipa una fuerte desaceleración, sobre todo en Europa.

La OCDE confía en que no habrá recesión mundial en 2023, pero vislumbra una significativa desaceleración frente al 5,9% de 2021. Lastrado por altas tasas de interés, la inflación y la guerra en Ucrania, el crecimiento económico mundial se desaceleraría del 3,1% este año, un poco más de lo previsto en sus proyecciones de septiembre, al 2,2% el próximo año, antes de acelerarse al 2,7% en 2024.

El futuro según CEPALEn su informe anual Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe, la CEPAL proyecta que el crecimiento regional del próximo año será una tercera parte de la tasa esperada para 2022.

“En un contexto de incertidumbres externas y restricciones internas, los países de América Latina y el Caribe crecerán un 3,7% en 2022, poco más de la mitad de la tasa del 6,7% registrada en 2021. Se estima que en 2023 se profundice la desaceleración del crecimiento económico y se alcance una tasa del 1,3%”, dice.

Las respuestas de política monetaria adoptadas a nivel mundial en 2022, en un contexto de aumento en la inflación global, han provocado incrementos en la volatilidad financiera y en los niveles de aversión al riesgo y, por tanto, han inducido menores flujos de capital hacia economías emergentes, incluyendo las economías de la región. Sin embargo, la reducción que se espera en la inflación global para el 2023 tenderá a moderar los incrementos de las tasas de política monetaria de los principales bancos centrales, según el organismo.

Tras el dinamismo mostrado en el primer semestre de 2022, la actividad económica de la región se ha desacelerado reflejando el agotamiento del efecto rebote en la recuperación de 2021 y los efectos de las políticas monetarias restrictivas, mayores limitaciones del gasto fiscal, menores niveles de consumo e inversión y el deterioro del contexto externo.

El proceso de recuperación de los mercados laborales que se ha experimentado en el primer semestre de 2022 no ha permitido eliminar las tradicionales brechas entre hombres y mujeres y durante todo el año que se va se han observado tanto un aumento de la informalidad y como una caída en los salarios reales.

En lo fiscal, si bien se observa una reducción del déficit primario, los niveles de endeudamiento continúan siendo altos, por lo que cabe esperar que el espacio fiscal siga condicionando la trayectoria del gasto público. El riesgo de aumento de las tasas de interés, de depreciaciones de las monedas y el mayor riesgo soberano dificultarían el financiamiento de las operaciones de los gobiernos en 2023.

La CEPAL señala que la coyuntura impone desafíos al manejo macroeconómico. En materia fiscal hay que evitar ajustes prematuros del gasto y ampliar el espacio fiscal a través de la reducción de la evasión y elusión, revisión de los gastos tributarios, reformas que aumenten la recaudación y progresividad de la estructura tributaria, y el apoyo multilateral a través de la movilización de la liquidez global.

El Balance Preliminar 2022 considera fundamental dinamizar la inversión y la productividad para atender las demandas sociales, la creación de empleo decente y reducir la informalidad, la desigualdad, la pobreza, y avanzar en la adaptación y mitigación del cambio climático. Y, para ello, políticas públicas innovadoras en lo productivo, financiero, comercial, social y en la economía del cuidado, para evitar una nueva década perdida como la del período 2014-2023.

Hacia adelante, CEPAL considera que la región requiere políticas audaces y transformadoras y sus países “deben adoptar políticas que les permitan dinamizar el crecimiento sostenible, atenuar las presiones inflacionarias, generar empleo de calidad y mitigar los costos sociales junto con reducir la pobreza y desigualdad”.

En su documento “Hacia la transformación del modelo de desarrollo en América Latina y el Caribe: producción, inclusión y sostenibilidad”, el organismo aboga por iniciativas que “realmente muevan las agujas del desarrollo”, recuperen la inversión y el crecimiento, con un papel central del Estado en el diseño y ejecución de políticas para esa transformación del modelo.