Funcionarios de la provincia china de Fujian, firmaron convenios con MisionesRomero Spinelli ofició de anfitrión en una reunión que abre las puertas del mundo a la provincia- Siguen las roscas para cerrar sublemas de cara al 8 de junio- Acuerdo con el FMI y fin del cepo: el segundo gobierno de Milei- El PJ Misionero buscan fondos para unas elecciones en las que no competirán
El modelo misionerista tiene una particularidad que lo distingue del resto del país: su capacidad para abrir fronteras. No solo en términos ideológicos o de gestión, sino también, como ocurrió esta semana, de manera literal. Puerto Iguazú fue el escenario del desembarco de una importante delegación de la provincia china de Fujian, encabezada por su secretario, Zhou Zuyi, y recibida por el vicegobernador Lucas Romero Spinelli.
La excusa formal fue una exposición fotográfica: ―Fujian Refrescante: Punto de Partida de la Ruta Marítima de la Seda‖. Pero el trasfondo fue mucho más que eso. La visita dejó convenios firmados que prometen fortalecer el intercambio turístico, tecnológico, agrario y productivo entre Fujian y Misiones. No se trató de una postal, sino de una apuesta concreta al futuro.
Desde 2006, Misiones y Fujian están hermanadas por lazos institucionales que con el tiempo se tradujeron en gestos de cooperación y diálogo. Pero lo que se vio estos días marca un punto de inflexión: por primera vez, autoridades de alto rango del gobierno chino llegaron a tierra misionera. Y no vinieron con las manos vacías.
Junto a Romero Spinelli estuvieron el ministro coordinador de Gabinete, Héctor "Kiko" Llera y su par de Turismo, José María Arrúa, además del intendente local, Claudio Filippa. Los cuatro oficiaron de anfitriones en un acto que tuvo más de construcción estratégica que de cortesía. Porque lo que está en juego no es solo el intercambio comercial, sino también el posicionamiento de Misiones como un nodo relevante dentro de la Iniciativa de la Franja y la Ruta que impulsa China a escala global.
En un contexto nacional donde los vínculos exteriores suelen reducirse a gestos aislados o eslóganes vacíos, la diplomacia activa de Misiones es digna de ser observada con atención. Hay una visión de largo plazo, una identidad
que no teme al mundo sino que busca integrarse a él con inteligencia.
Este tipo de encuentros —y, sobre todo, los compromisos que dejan— hablan de una provincia que entiende que el desarrollo también se juega en las relaciones internacionales. Y que sabe que abrir fronteras, lejos de ser una
amenaza, puede ser una oportunidad. No se trató de un cuento chino, sino de una oportunidad para seguir potenciando a la provincia.
La rosca
Volando bajo y silbando para adentro, las clase política de Misiones transita los últimos días de la rosca política que decantará en el armado de las listas que competirán en las elecciones legislativas del próximo 8 de junio, cuando los electores (muchos de ellos aún lo desconocen) elegirán a sus representantes para el Poder Legislativo: un total de 20 bancas en la Cámara de Representantes y la mitad de los concejos deliberantes en 10 municipios. A ellos se suma Oberá, donde se elegirá también a un Defensor del Pueblo.
Mientras se aguarda que el oficialista Frente Renovador de la Concordia anuncie el resto de los aspirantes de la lista de diputados provinciales y mientras la oposición continúa su derrotero, que incluye la total falta de un liderazgo que ordene o le entregue un norte a quienes pretenden ser una opción al partido que gobierna, los comicios viajan directo a repetir un fenómeno que se viene dando en las últimas elecciones, producto, justamente, de la falta de una oposición firme: la pelea final se da entre renovadores, lo que potencia una interna imposible de disimular.
En este contexto, la mayoría de las listas que pretenden asumir la representatividad de los espacios, aguardan por la definición final y el pulgar levantado para encaminar su tarea. Al menos en Posadas, ninguno de los sublemas que participarán por la Renovación, firmaron la aceptación de sus candidaturas aunque varios ya anunciaron que se presentarán, tal es el caso de Daniel Vigo y Claudio Roa.
Por el lado de Vigo, fue el primero en ser confirmado como representante del sublema que impulsará la administración del intendente Leonardo "Lalo" Stelatto. El actual secretario de Obras Públicas definió a dos de las mujeres que lo acompañarán: la actual concejal, Malena Mazal, cuyo mandato vence el 10 de diciembre y buscaría renovar por un periodo más y la secretaria de Deportes y Desarrollo Humano, traumatóloga y también triatleta, Gabriela Andrea Flores, la supuesta tapada de la lista del oficialismo municipal.
Mientras que Roa, afirman desde su espacio, tiene cerrada su lista con profesionales sub 40 y, dicen, el apoyo de parte de la dirigencia sindical que lo reconoce como propio por su militancia peronista y por su sangre: su padre
integró la comisión directiva del Sindicato de Empleados de Comercio. Sus operadores aseguran que Roa está dispuesto a que su lista sea el contrapeso de la de Vigo, en una suerte de carrera cabeza a cabeza. Para ello, sumaría a su lista a la politóloga Irina Bondarenco; al abogado Joaquín Cabral; a la docente Emilia Lunge y al gremialista Agustín Báez.
Esta semana, también anunciaron sus intenciones de competir el comerciante Luis Holz, que contaría con el apoyo del presidente del Instituto de Macro Economía Circular (IMAC), Roque Gervasoni y estaría acompañado por la
abogada Fernanda Fedeli; el vicepresidente del Instituto de Previsión Social de Misiones (IPSM), Iván Venchiarutti y el deportista Cristian Stanganelli.
Durante una entrevista televisiva, el propio Stelatto remarcó que se debe evitar que los sublemas lleven adelante una interna propiamente dicha y los invitó a pensar que todos son compañeros de trabajo que forman parte de un mismo equipo de gestión. El mismo Lalo sufrió parte del fuego amigo en la campaña del 2023, cuando resultó reelecto por una aplastante mayoría y tuvo que soportar cuestionamientos desde diferentes espacios renovadores.
Como la tradicional rosca de Pascua, dulce por fuera pero con sorpresas en su interior, la política misionera hornea a fuego lento sus listas, decoradas con nombres conocidos y rellenas de internas que, aunque se intenten disimular, se sienten en cada bocado. Todos quieren su porción, pero sólo unos pocos encontrarán la sorpresa del muñeco que simboliza el premio mayor: un lugar en la mesa del poder. Y mientras tanto, entre azúcares, frutas abrillantadas y algunas pasas que nadie pidió, la rosca gira, y con ella, la rosca política de Misiones.
El segundo gobierno de Milei
Javier Milei no esperó a su reelección –si es que alguna vez la ambicionó de verdad– para inaugurar lo que bien podría considerarse un segundo gobierno. El acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el anuncio de la salida del cepo cambiario para este lunes, marcan un antes y un después para su gestión y la de su ministro de Economía, Luis "Toto" Caputo. Se abre una nueva etapa, con más riesgos que certezas. Y con un historial económicoreciente que no invita al optimismo.
La eliminación del cepo, presentada como una victoria política, podría transformarse en una bomba de tiempo. En un país donde el dólar es termómetro, refugio y trauma colectivo, levantar las restricciones cambiarias sin
un ancla clara para los precios es, como mínimo, temerario. Aunque Milei intente diferenciarse del pasado, la comparación con el gobierno de Mauricio Macri es inevitable. Macri también levantó el cepo en 2015, en su primera
semana de gestión, sin un plan de estabilización y con la promesa de que los mercados premiarían su sinceramiento, según las palabras de su ministro de Hacienda, Adolfo Prat Gay. El resultado fue un proceso devaluatorio que encareció todo, licuó salarios y sembró la semilla de la crisis que estalló años
después. Al final tuvo que reinstaurar un cepo, lo que dejó al país en manos de Alberto Fernández.
Milei, en cambio, llegó con una motosierra y la usó. Ajustó el gasto, frenó la emisión, recortó subsidios y suprimió transferencias, que según su óptica, eran discrecionales a las provincias. Logró superávit financiero, aunque a un costo social enorme. A eso le llamó su plan de estabilización. Pero falta saber si eso alcanza. Porque si la salida del cepo implica una nueva devaluación, el riesgo es que ese presunto éxito inicial quede sepultado bajo una nueva ola
inflacionaria.
Milei cree que el mercado es infalible y que su programa económico es a prueba de balas. Pero la economía real no se mueve por planillas de Excel ni por dogmas libertarios. Si el dólar oficial se acerca al dólar libre sin medidas
compensatorias para los ingresos populares, el rebote en precios será inevitable. Y en un país con más de la mitad de la población bajo la línea de pobreza, el margen para experimentar es casi nulo.
Mientras tanto, Cristina Fernández de Kirchner se pronuncia con tono de profesora indignada, como si no tuviera nada que ver con lo que ocurre. Critica la falta de un plan de estabilización duradero, cuestiona el acuerdo con el FMI, advierte sobre los peligros de una devaluación y se presenta como una espectadora de lujo de un drama que, en gran parte, ella misma escribió. Vale recordarlo: el cepo cambiario fue instaurado en su segundo mandato, allá por 2011, y se mantuvo durante toda la presidencia de Alberto Fernández, en la que fue vicepresidente con poder de veto. Ahora lo denuncia como si fuera una rareza ajena, una distorsión provocada por terceros.
Esa doble vara también se replica en el territorio. En Misiones, por ejemplo, Cristina Brítez –dirigente de La Cámpora y leal a la expresidente– trabaja junto a los interventores del PJ provincial, Gustavo Arrieta y Máximo Rodríguez, para recibir fondos de campaña, a pesar de que el partido decidió retirarse del Frente Renovador y no participará en las elecciones provinciales. Es decir: renuncian al juego, pero quieren quedarse con la pelota. Hablan de ética y de
coherencia, pero mueven las piezas para garantizar recursos en una contienda en la que ni siquiera competirán. El peronismo kirchnerista parece más ocupado en conservar cajas que en ofrecer respuestas.
Esa forma de hacer política –hablar desde un atril sin hacerse cargo del pasado y pelear por recursos del Estado– es una de las razones por las que hoy Milei está en la Casa Rosada. Pero que los errores de antes expliquen el presente no implica que lo justifiquen. Ni que lo hagan sostenible.
El nuevo capítulo que se abre con el acuerdo con el Fondo podría derivar en una nueva crisis o en una consolidación de su modelo. El problema es que, en ese experimento, el laboratorio es la Argentina. Y los conejillos de indias, como siempre, son los millones que ya no llegan a fin de mes.
Por Sergio Fernández
