Con Massa y la receta del dólar soja, el cristinismo se acostumbra a ceder para cumplir con el Fondo y cruzar el verano. ¿El peronismo se ordena detrás de Cristina y la oposición se fragmenta?
A Sergio Massa le sobran motivos para festejar. El ministro de Economía logró que una vieja idea suya, que comenzó a propiciar hace dos años entre la comandancia del Frente de Todos, se convierta ahora en política de Estado del peronismo de la escasez. El dólar-soja no se presenta como un régimen permanente, como reclama el representante de las cerealeras Gustavo Idígoras, pero lo es. Así como la devaluación lisa y llana -que tiene entre sus defensores a una larga lista de economistas que consulta Massa- será lo último que haga el gobierno, el tipo de cambio preferencial para los agroexportadores es la viga maestra de la gobernabilidad en la etapa final del experimento de coalición. Ceder como forma de gobierno, una consigna que hubiera provocado arcadas en los pioneros del kirchnerismo puro, funciona como nuevo grado cero, producto de una debilidad que está a punto de cumplir tres años.
El anuncio del dólar a 230 pesos con el que el ministro de Economía espera recaudar 3000 millones de dólares estaba cantado desde el origen, pero pocos esperaban que Massa tuviera que apelar tan rápido a un mecanismo que es lo más parecido a las retenciones cero que puede ofrecer el peronismo. El signo de interrogación que generaban los largos meses del verano para un Banco Central sediento de dólares acaba de ser resuelto con una concesión temprana, producto de una presión devaluatoria que regresó antes de lo previsto, obligó a Miguel Pesce a quemar U$S 1000 millones en noviembres y llevó los dólares paralelos al nivel más alto de los últimos cuatro meses.
En plena sequía, la medida que apunta a adelantar el ingreso de divisas y desinflar una brecha cambiaria que superó otra vez el 90% no viene sola sino acompañada por otro gesto del gobierno al complejo sojero: el regreso del diferencial por retenciones que beneficia a las grandes aceiteras nucleadas en CIARA-CEC. Compañías como Bunge, Cargill, Luis Dreyfus, Molinos Agro, Aceitera General Deheza, Cofco Internacional, Glencore -que dominan el rubro en el polo exportador de subproductos de soja más grande del mundo- pasarán a pagar 31% de impuestos en lugar de los 33% que venían pagando desde marzo pasado. Es la tercera vez que el gobierno cambia ese porcentaje: lo hizo en octubre de 2020, cuando con un dólar a 185 pesos apostó al acuerdo con las cerealeras, volvió atrás en marzo cuando se desató la guerra y regresa ahora con una ofrenda que los gigantes transnacionales consideran lógica pero entre los productores sojeros se cuestiona como un beneficio adicional al sector más concentrado de la cadena agroindustrial.
Así y todo, Massa tiene mucho para festejar. Que las cerealeras pongan de rodillas al gobierno, como afirmó Máximo Kirchner en Morón en septiembre pasado, ya no sorprende a nadie. Al contrario, es la confesión de un peronismo que asimila su fragilidad y cede para llegar con vida a 2023, todas las veces que sea necesario. Primero, el ministro logra primero que su política se imponga como inevitable. Segundo, consigue para eso el apoyo monolítico de las distintas corrientes del FDT que actúan como si ya se hubieran despedido del gobierno y renuncian a tramitar de algún modo el debate interno que desangró al oficialismo hasta la asunción de Massa. Pragmatismo hasta que duela.
Economía afirma que el dólar soja recargado servirá para cumplir la meta de reservas que exige el acuerdo con el Fondo y evitará apelar a la emisión. Pero el dólar a 230 pesos con actualización por inflación se paga: en septiembre pasado, costó alrededor de 300 mil millones de pesos.
El próximo paso de Massa es el anuncio del acuerdo entre la AFIP y la IRS estadounidense para tener información automática de las cuentas de argentinos en Estados Unidos, donde estima que hay U$S 100 mil millones sin declarar. Puertas adentro del gobierno, el ministro de Economía atribuyó la última disparada del dólar paralelo a que ese entendimiento estaba poniendo nervioso a algunos sectores de poder que se ubican entre los que no sponsorean su gestión.
Massa podrá inscribir el acuerdo con la IRS en la saga de su sintonía fina con Estados Unidos y presentarse como otro de las conquistas que surgen de su llegada privilegiada a Washington. Bajo la gestión de Ricardo Echegaray, de la que el actual titular de la Aduana Guillermo Michel fue parte, el kirchnerismo de Néstor y Cristina firmó 150 acuerdos de ese tipo con países como Suiza, Luxemburgo, Alemania, China y Hong Kong. Sin embargo, nunca pudo activar el entendimiento recíproco y automático con Estados Unidos.
Una vez que se anuncie, habrá que mirar algunas cuestiones centrales: la letra chica del acuerdo, el acceso a la información de los paraísos fiscales y el itinerario de los que, ya advertidos del entendimiento, comenzaron a mudar sus activos. Por último pero no menos importante, la respuesta de los 22 mil empleados de la AFIP y la Aduana que solo responden a la conducción de funcionarios que surgieron de su seno y tienen años de entrenamiento en distinguir el show mediático de las efectividades conducentes. Como prueba está la falta de resultados concretos que los críticos advierten en los 150 acuerdos que firmó el organismo en los años de gobierno del Frente para la Victoria.
Massa logra primero que el peronismo asimile su fragilidad y su política se imponga como inevitable. Segundo, consigue para eso el apoyo monolítico de las distintas corrientes del FDT que actúan como si ya se hubieran despedido del gobierno.
Los números del sector son elocuentes. Cuando Cristina Fernández abandonó el gobierno, no solo los salarios en dólares eran los más altos de América Latina. Además, la AFIP recaudaba 186 mil millones de dólares por año. Cuando Macri terminó su mandato, la recaudación era de 90 mil millones y hoy ronda los 110 mil millones de dólares. Antes sin controles de ningún tipo y ahora con brecha cambiaria, el Estado argentino es un colador y florecen mil rulos de evasión.
En paralelo a la firma del acuerdo, Massa pretende avanzar también con el blanqueo de capitales que necesita consenso interno y apoyo opositor. El ministro podrá presentarlo como la contracara del que firmó Macri cuando dejó a salvo a su familia y provocó los primeros cortocircuitos en la sociedad que había sellado el entonces presidente con aquel Massa antikirchnerista, al que presentaba en el exterior como jefe del peronismo.
Una vez más, el ex intendente de Tigre agranda su centralidad en la emergencia. Mientras los socios fundadores del Frente de Todos tercerizan la gestión en él, Massa confirma que es el único que muestra vocación de estar a cargo de un proyecto que encadena concesiones al poder económico con ajuste sobre los ingresos. Lo dijo Hugo Godoy, el jefe de la CTA Autónoma, ante el aumento del salario mínimo -20% en cuatro cuotas- que firmaron todas las centrales sindicales: “Con este aumento en 4 cómodas cuotas, hoy el salario mínimo no alcanza para comer”.
Aunque se trata de un incremento de 110% entre marzo de 2022 y marzo de 2023, la base desde la cual se genera la suba es la del quinto subsuelo en el que se ubican los sueldos y recién en el tercer mes del año próximo el salario mínimo llegará a los $69.500 en marzo. Godoy remarca que la actualización cristaliza una situación de deterioro formales e informales, no cubre hoy la canasta de la indigencia y será todavía peor en marzo, pero apunta un dato más, en respuesta al mensaje que baja el gobierno a los sindicatos. “Es inaceptable que no se pueda aumentar el salario porque eso impacta negativamente sobre el déficit fiscal”, dice.
Mientras los socios fundadores del Frente de Todos tercerizan la gestión en él, Massa confirma que es el único que muestra vocación de estar a cargo en un proyecto que encadena concesiones al poder económico con ajuste sobre los ingresos.
De acuerdo a los datos de los informes que publica la Gerencia de Estudios Económicos del Banco Provincia, para cumplir el acuerdo con el Fondo, al gobierno le quedan 800 mil millones de pesos para gastar entre noviembre y diciembre. Al finalizar el año, el ajuste en términos reales va a rondar el 25% en relación a 2021. La derrota más profunda del peronismo de Cristina es conceptual y explica que el ajuste, hasta junio denostado, hoy se imponga como salvación. Nada es gratis. La falta de dólares y la reducción del déficit fiscal potencian la llegada de un año electoral en el que el Frente de Todos puede arribar con altísima inflación y claros índices recesivos.
Aún con ese cuadro de derrumbe de los ingresos, afectada por el frente judicial que no le da respiro y en lucha para lograr que la jueza María Eugenia Capuchetti deje de proteger a los actores que están detrás del atentado con el que quisieron fusilarla en septiembre pasado, la vicepresidenta gana cada día nuevas adhesiones como líder indiscutida del Frente de Todos. Si el acto del Estadio Único había exhibido en primera fila a ministros del albertismo y otro tipo de desertores del peronismo antikirchnerista, la semana pasada mostró dos dirigentes cercanos a Alberto que tuvieron fuertes diferencias con Cristina y ahora también se muestran alineados detrás de su conducción. Emilio Pérsico afirmó que la que tiene hoy “la capacidad más importante de ordenar está claro que es Cristina” y aseguró que el Movimiento Evita no va a poner ningún palo en la rueda. El titular de la AFI Agustín Rossi sostuvo; “Tenemos el liderazgo de Cristina Kirchner. No hay otra dirigente política de esa jerarquía en la Argentina”. Solo falta que Alberto reconozca la jefatura de CFK, algo que algunos sugieren ya comienza a hacer a regañadientes y en privado.
El orden por default al que parece haber llegado el Frente de Todos en medio de la emergencia permanente y después de años de un malentendido general contrasta con la disputa abierta que se da en Juntos, donde todos quieren ser y nadie termina de conducir nada. Con el lanzamiento de Fernán Quirós en la Ciudad, Horacio Rodríguez Larreta ofrece indicios de dar una pelea en la zona franca del PRO. Cuando termine vuelva de Qatar, donde también se lo vio a Gustavo Arribas, Macri mostrará el grado de acuerdo que tiene con la política de su sucesor en una ciudad que considera propia.
Del otro lado de la General Paz, la incertidumbre no solo está atada a la pelea diaria por la sobrevida ante una inflación del 100% interanual. A la violencia urbana que Cristina acaba de admitir como preocupación en su discurso en La Plata, se suma ahora el anuncio de fuga de los italianos de Enel. Los intendentes del Frente de Todos desconfían. Piensan que se trata de una amenaza de los accionistas principales de Edesur para asegurarse los próximas subas de tarifas ante las audiencias públicas previstas para enero. Accionista mayoritario de la empresa que cuenta con el 75% del paquete de Edesur, hasta el momento el estado italiano defendió sus intereses en reuniones en Olivos en las que hizo valer la cuota de poder que tiene en el Fondo y el Club de París.
El aumento de las temperaturas hace prever que los apagones de días enteros que no son noticia, pero se registran durante todo el año en distintos puntos del Conurbano Sur, se van a repetir en el verano. Fernando Grey suele decir que manda todas las semanas al ENRE entre cuatro y cinco notas con carpetas de los cortes semanales de Edesur en el conurbano. Hace 10 días, de hecho, el titular del organismo, Walter Martello, informó que Edesur tuvo que resarcir entre marzo y agosto con 25 millones de pesos a casi 24 mil usuarios de Esteban Echeverría que habían sufrido cortes.
Si los italianos cumplen con el anuncio que acaban de hacer, habrá que ver quienes se ofrecen para seguir la ruta de Jose Luis Manzano en Edenor y asociarse a Sadesa, el consorcio de Nicolás Caputo, Guillermo Reca y Eduardo Escasany que compró las acciones de la compañía regaladas, dos años antes de la era del tarifazo que inauguró Macri.
Por Diego Genoud-LPO