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Los desafíos de los partidos políticos: comprender los problemas concretos y las desigualdades

"... buscaban las desigualdades detrás de las clases sociales, en cambio, ahora, algunos buscan las clases sociales detrás de las desigualdades”

Las clases sociales y estamentos, citando al sociólogo francés Francois Dubet, existen, pero no con su peso ordenador histórico: “los sociólogos buscaban las desigualdades detrás de las clases sociales, en cambio, ahora, algunos buscan las clases sociales… detrás de las desigualdades”. Su influjo representador era tan potente que cualquier otra desigualdad quedaba relegada. Pero la sociedad mutó y eso afectó a los partidos.

Muchos de los partidos políticos tienen una complejidad hoy: sus orígenes fueron clasistas. Incluso algunos partidos, a menudo confundidos como movimientos perdurables, tienen orígenes de representación “policlasista”, por ejemplo, al decir de Peter Smith sobre el peronismo, con histórico apoyo popular constituido por una clase obrera industrial urbana, así como de un campesinado rural empobrecido. Pero también apoyado por fuertes núcleos de sectores conservadores del interior, aliados con sectores laboristas para derrotar al radicalismo especialmente en ese entonces.

También, no son pocos los partidos que han tenido mutaciones contemporáneas que rompieron su esencia identitaria constitutiva y modificaron ostensiblemente los límites de la representación. Pero el problema es que la sociedad se mueve más rápido que lo que espacios puedan representar hoy.

Las desigualdades son mucho mayores que las que las clases sociales pregonaban. Hay movimientos, hay niveles y privilegios dentro de iguales, hay incluidos y excluidos, hay mayoritarios y minoritarios, hay hombres, mujeres y otros géneros, hay generaciones, y hay, sobre todo, trayectorias muy individuales y subjetivas, únicas, irrepetibles, no estandarizadas, sobre estudios, trabajos, matrimonio, relaciones, y especialmente sobre el acceso al consumo.

El consumo es una de las variables más potentes para desigualar. Y el consumo está travesado por pertenencias de origen, sexualidades, empleos, edades, discapacidades. Las desigualdades son múltiples. Despreciados, vulnerables, desiguales, humillados.

Y muchos partidos, arraigados en sus orígenes, todavía siguen hablando a clases para confrontar frente a clases. Por eso la representación está trastornada y ahí, en ese trastorno, los liderazgos partidistas clásicos no tienen claro a quién le hablan.

Las representaciones mutan. La estabilidad es inercia partidaria. La representación se mueve con dinámicas sociales con más vértigo. La justicia social no está escrita. En términos del sociólogo danés Gøsta Esping Andersen, cada sociedad elabora una filosofía de la justicia social que interpreta las desigualdades y las injusticias en un momento dado. Los libertarios se apoderaron más de la representación de las desigualdades, aun promoviendo más desigualdades. Paradojas de época.

¿Y qué explica lo que es justo? Dubet arroja luz nuevamente:

la “igualdad” (como faro a lo intolerable que resultan las desigualdades excesivas);

el “mérito” (desigualdades que se explican por desconocer el esfuerzo, los talentos y la utilidad);

y la “autonomía” (desigualdades que produce una dominación excesiva que genere trabas a cada rato).

¿El problema para los progresismos está centrado en esto? Tal vez, porque casi siempre se posan sobre la igualdad para defender lo justo, excluyendo o ignorando los otros dos principios que fueron arropados por las oposiciones. Y, por si fuera poco, sobre la “igualdad” se viven escándalos que quitan autoridad moral para proclamarla.

Strength In Numbers es un portal de datos para el periodismo, de Elliott Morris. Proponiendo a los votantes que definan con sus propias palabras las ideas de su partido ideal en EE.UU., preguntó directamente a los votantes qué quieren que su partido defienda en laencuesta de noviembre Strength In Numbers/Verasight, donde respondieron más de 2.000 estadounidenses.

Permitió categorizar cinco grupos de partidos.

1) El de la Asequibilidad/Bienestar general/Sin contenido ideológico claro. Estos votantes expresan el deseo de un partido que mantenga la vida asequible, proteja los derechos básicos y se centre en soluciones prácticas para ayudar a las clases trabajadoras y medias a sentirse seguras y apoyadas.

2) Las posiciones generalmente de derechas. Estos votantes quieren un partido que defienda un gobierno pequeño, impuestos bajos, fronteras fuertes y valores religiosos y familiares tradicionales arraigados en las libertades constitucionales.

3) Las posiciones generalmente de izquierdas. Estos votantes quieren un partido que amplíe la red de protección social, promueva la igualdad y los derechos humanos, y financie servicios públicos sólidos gravando más a los ricos.

4) Los votantes populistas/antipartidistas/desconectados/anti-sistemas y desconectados que quieren un partido que busque romper el poder de los políticos de carrera y del gran dinero mediante la promulgación de límites de mandato, frenar el lobby y la reforma de las instituciones para servir primero a los ciudadanos comunes.

5) Y los explícitamente moderados/mezcla de posiciones partidistas.  Estos son votantes ideológicos que quieren votar por un partido centrista que mezcla cierta mezcla de posturas liberales y conservadoras mientras prioriza el compromiso, el pragmatismo y la desescalada del conflicto partidista.

El resultado: el Partido de la Asequibilidad (38% de los adultos) fue el más elegido. Los estadounidenses en este grupo no buscan un gran proyecto ideológico, simplemente quieren un partido que haga la vida cotidiana menos estresante.  El concepto del costo de vida es el elemento más destacado.

Cuando estos votantes imaginan un partido "ideal", describen algo que mantiene asequibles las necesidades básicas, protege los derechos de las personas en un sentido amplio y vela por las clases medias y trabajadoras.

Nada es fácil para entender las mutaciones de las representaciones, pero hay pistas que empiezan a aparecer y esos resultados son un ejemplo que no excluye lo ideológico, pero que le da sentido concreto.

Por Mario Riorda