¿Víctimas de un engaño?
La saga de los espías rusos en la Argentina tiene, hasta hoy, un capítulo pendiente. Los “topos” que decían ser Ludwig Gisch y María Rosa Mayer Muños salieron de Rusia ya casados, pero fingieron haberse conocido en Buenos Aires y haberse enamorado en las calles porteña. Con un añadido: convocaron como testigos a dos colombianos, que resultaron luego inhallables para la Policía y la Justicia Federal. ¿Qué relación existía entre ellos? ¿Fueron solo víctimas del gran engaño ruso? La trama de los espías siguió su curso. Gisch y Mayer Muños emigraron a Eslovenia, donde los detuvieron en diciembre de 2022, y el 31 de julio pasado protagonizaron el intercambio de prisioneros más importante desde el fin de la Guerra Fría. Pero una incógnita quedó abierta: ¿sabían los testigos del falso casamiento quiénes eran los “topos”? Los indicios que La Nación y el canal Univision recabaron durante los últimos meses resultan inquietantes.
Los espías que vivieron en la Argentina dieron una entrevista a la televisión pública rusa luego de ser liberados
Gisch y Mayer Muños se casaron en el Registro Civil de la Comuna 13 de la ciudad de Buenos Aires, según consta en el acta inscripta en el número 107 del tomo 1M de esa circunscripción. Cita en la calle Cabildo al 3000, en la delegación nadie recuerda a los “topos” que casó el oficial Héctor de Paola, hoy retirado. Ni a ellos, ni a sus testigos, Alejandro Holguín Díaz y Mayerlyn Santacruz, con documentos colombianos. Para los espías se trató de un déjà vu. Llevaban años casados, según relataron durante la entrevista que concedieron a la televisión pública rusa tras su liberación. Artem Viktorovich Dultsev y Anna Valerevna Dultseva se conocieron en una discoteca de Moscú, contrajeron matrimonio en las tierras de Vladimir Putin y desaparecieron, para resurgir años después en Buenos Aires, donde reafirmaron su vínculo conyugal, con otras identidades. El revival casamentero de los “topos” fue el lunes 14 de septiembre de 2015. Las radios porteñas hablaban del triunfo de Boca Juniors en el Monumental, por 1 a 0, con Rodolfo Arruabarena como técnico y Carlitos Tévez con la 10. Gisch dijo ser argentino por opción, con ciudadanía austríaca y nacimiento en Namibia, dato que resultó ser falso. Mayer presentó un documento que la acreditaba como nacionalizada argentina, de origen –también falso- griego, y escala intermedia en Querétaro, México. Al funcionario De Paola y a los novios se sumaron los testigos: dos colombianos que presentaron documentos de identidad argentina para extranjeros. Él dijo llamarse Alejandro Holguín Díaz, tener 33 años y ser médico; ella, su esposa, afirmó llamarse Mayerlyn Santacruz Rojas, tener 34 años y ser docente. Ambos, residentes en Buenos Aires. El evento fue breve y terminó con las rúbricas de los cinco. Firmó primero Mayer Muños, identificada luego por los servicios de inteligencia occidentales como la oficial superior en la pareja. Garabateó “Mayer”, con letra infantil. Luego fue el turno de él, que lo hizo más abajo y a la derecha, aunque dentro de la mitad izquierda de la hoja. Más abajo sumó su firma Holguín Díaz y, posteriormente, Santacruz, que estampó la rúbrica más grande y ostentosa de los cuatro. A la derecha, firmó De Paola.
El acta matrimonial no consigna –ni tenía por qué- si los dos hijos de la pareja estuvieron presentes durante la ceremonia. Sophie, nacida en Buenos Aires, tenía dos años, tres meses y un día; Daniel, apenas seis semanas y seis días. Pero el certificado sí aporta dos datos más. El primero, que las parejas compartían un detalle: ellas eran mayores que ellos. Más relevante, del acta también se desprende que los “topos” rusos vivían en un departamento de la calle O’Higgins 2191 del barrio porteño de Belgrano, a 14 cuadras del Registro Civil, mientras que los colombianos declararon que residían en la avenida Crámer 1711, a 18 cuadras de la sede comunal y a 15 de los “recién” casados, que dos años después emigrarían a Eslovenia. Brotan las preguntas sin respuesta. La primera, ¿cómo se conocieron los “topos” y los testigos? ¿Por qué terminaron Holguín Díaz y Santacruz, que se ignora si tienen hijos, como testigos de la boda? ¿Tan fuerte fue el vínculo que tejieron las parejas? Y, por último, ¿dónde vivieron los colombianos mientras residieron en Buenos Aires? Porque nadie los recuerda en el domicilio que declararon en la avenida Crámer, según informó la Policía metropolitana y consta en la copia de la actuación policial a la que accedieron LA NACION y Univision. Buscar a esos dos testigos fue una de las órdenes que había impartido la jueza federal María Servini en cuanto recibió el pedido de colaboración de la justicia eslovena, tras la detención de Gisch y Mayer Muños en Europa, acusados de espiar para Rusia. Servini había dispuesto que agentes policiales debían constatar “de manera encubierta con carácter de urgente y en el plazo de 48 horas”, si Holguín Díaz y Santacruz vivían o habían vivido en la avenida Crámer al 1700, si trabajaban o habían trabajado en el edificio o en la zona y a qué se dedicaban. El exhorto de la justicia eslovena era de amplio espectro: requería copia de todos los datos que el Estado nacional pudiera tener sobre Gisch y Mayer Muños, a quienes fuerzas especiales habían detenido en diciembre de 2022, bajo los cargos de espionaje y falsificación de documentos públicos, con una pena máxima combinada de 8 años de prisión.
De espías rusos y bodas falsas La detención de la pareja provocó un efecto dominó alrededor del mundo. La primera ficha cayó en Grecia, donde desapareció una mujer que decía ser María Tsallas y resultó ser Irina Alexandrovna Smireva. Se cree que huyó a Moscú, al igual que su marido, que afirmaba ser brasileño y llamarse Gerhard Daniel Campos Wittich. Luego se produjo la detención de otro supuesto brasileño en Noruega, José Assis Giammaria, pero que sería Mikhail Mikushin. Y de otro “brasileño”, Viktor Muller Ferreira, en Países Bajos, donde intentaba infiltrarse en la Corte Penal Internacional (CPI). ¿Su verdadero nombre? Sergej Vladimirovich Cherkasov. Pero si de espías rusos y bodas falsas se trata, María Adela Kuhfeldt Rivera se llevaría el primer premio. Decía haber nacido en Perú de padre alemán y ser diseñadora de joyas. En julio de 2012 se casó con un supuesto italiano que tenía ciudadanía ecuatoriana y rusa, que murió un año después de la boda. Y un detalle sustancial: ella no se molestó en ir a su funeral. O se llevaban muy mal o el matrimonio era de cartón. En cualquier caso, ella también está ahora en Moscú. ¿Su verdadero nombre? Olga Kolobova.
En semejante contexto, la jueza Servini requirió datos a distintos organismos públicos y judiciales sobre el matrimonio detenido en la capital eslovena con pasaportes argentinos, pero también sobre quienes trataron con la pareja. Consideró que ahondar en Holguín Díaz y Santacruz podría “resultar de interés para una mayor y mejor prosecución de las actuaciones que se instruyen en el tribunal foráneo [por Eslovenia] contra Ludwig Gisch y María Rosa Mayer Muños, más allá de las medidas que fueron solicitadas por aquel”. Poco después, la respuesta policial a la jueza Servini resultó inquietante. En el edificio de la avenida Crámer al 1700 nadie conocía o recordaba a Holguín Díaz o Santacruz, según coincidieron los moradores y vecinos de la zona. Así consta en el expediente que se abrió en Buenos Aires para contestar el exhorto que llegó de Eslovenia.
Inhallables para la Policía y la Justicia en la Argentina, LA NACION y Univision reconstruyeron parte del periplo de Holguín Díaz y Santacruz durante los últimos 15 años. La vida de la pareja transcurre entre Cali y otras ciudades de Colombia, país donde él se matriculó como médico, y Buenos Aires, donde completó estudios de especialización y llegó a trabajar, según consta en diversos registros públicos y privados consultados en ambos países. Bajo perfil y esquivos a la prensa La documentación relevada muestra que Holguín Díaz ejerció en Colombia en una unidad de suministro de servicios médicos, entre 2008 y 2009, año en que se matriculó en el Colegio Médico de ese país, para luego viajar a la Argentina. Se especializó en radiología en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y en diciembre de 2013 ingresó al sanatorio porteño Mater Dei. Allí trabajó como ecografista de guardia hasta octubre de 2014. Los registros laborales disponibles en la Argentina dan cuenta que Holguín Díaz también se desempeñó durante un tiempo en Eneri Dr. Pedro Lylyk, una fundación abocada al estudio de las neurociencias y la radiología intervencionista, también en Buenos Aires. Pero no queda claro durante cuánto tiempo trabajó allí, ni cuándo decidió retornar a Colombia con su pareja, sobre quien no hay datos disponibles –ni fotos- en internet, de ningún tipo. Sin embargo, LA NACION y Univision lograron contactar vía correos electrónicos a un hermano de Holguín Díaz, que vive en Cali y también ejerce la medicina. A través de una asistente, el familiar declinó responder preguntas. “No es parte de él dar información de su hermano, no me dio una respuesta positiva para enviarte información de Alejandro”, se excusó la intermediaria en un mensaje de voz de WhatsApp. El 6 de octubre, ante la insistencia periodística, la respuesta fue similar. Dos bases públicas de datos de médicos colombianos muestran a Holguín Díaz como un especialista en radiología que registró como sede de sus servicios de ecografía general, vascular y ginecoobstétrica la segunda planta de un modesto edificio al noroeste de Cali frente al Hospital Joaquín Paz Borrero. Pero el número de teléfono de este consultorio está fuera de servicio. Y en su perfil de la base de datos aparece una fotografía de una persona, que podría ser él, aunque con una máscara de protección que impide visualizarlo con precisión. El 24 de noviembre de 2021, en tanto, Holguín Díaz se inscribió en el registro de operadores de rayos X de la gobernación del departamento del Valle del Cauca, Colombia. Con la cédula de ciudadanía que figura en ese registro y bajo su nombre consta en la base pública de datos de la Fiscalía General de Colombia una denuncia suya por hurto calificado de menor cuantía, que habría ocurrido el 21 de noviembre de 2021 en Cali. La acusación no identifica sindicados. El caso continúa abierto.
Holguín Díaz ejerce como médico y prácticamente es inhallable
Hoy, Holguín Díaz trabaja en el Centro Idime de Cali, donde LA NACION y Univision también intentaron contactarlo, pero el testigo de “casamiento” de los espías rusos no respondió las consultas por teléfono, mail ni Linkedin, como tampoco a través de allegados, realizadas durante los últimos tres meses. Tanto Holguín Díaz como su pareja procuran mantener un bajo perfil en internet, las plataformas digitales y las redes sociales. Así, por ejemplo, Holguín Díaz llegó a abrir una página de Facebook, pero restringió su acceso a terceros. En esa página, incluyó como foto de perfil una de las dos imágenes disponibles de quien podría ser su esposa, aunque en baja resolución. ¿La otra? La tomó el Registro Nacional de las Personas, en la Argentina, cuando ambos solicitaron el documento de identidad como extranjeros, y cuya copia obtuvieron LA NACION y Univision. Ambos debieron, también, asentar sus huellas dactilares. El misterio alrededor de los testigos del falso casamiento porteño continúa.
Por Hugo Alconada Mon-La Nación