El presidente brasileño propuso que se integre un fondo global para la preservación de las florestas tropicales. La idea es captar 250.000 millones de dólares, a ser aportados por 80 países.
“En Brasil la emergencia climática ya es una realidad. El Amazonas atraviesa en este momento una fase de sequía inédita y el nivel de sus ríos es el más bajo en 120 años. Y pensar que allí están los mayores reservorios de agua dulce del mundo”. Esta es la descripción sobrecogedora que hizo este viernes el presidente Lula da Silva en su discurso en Dubai, durante la Conferencias de Partes sobre cambios climáticos de las Naciones Unidas.
Pero la conclusión sobre los resultados de esos procesos es aún más dramática: el aumento de la temperatura global implica un elevado riesgo: llevar al Amazonas, la mayor selva tropical del planeta, a convertirse en una sabana; es decir, una llanura de gran extensión con escasos árboles y zonas desérticas intercaladas. Ese escenario significará, además, el fin de la regulación climática que ejerce la floresta.
El último documento del Panel Intergubernamental sobre Cambios Climáticos (IPCC) no deja lugar a dudas: un aumento de la temperatura global en más de 1,5 grados centígrados tornará el calentamiento en un nivel de alta inseguridad. Las investigaciones demostraron que, tal como está ahora, el estrés térmico se torna cada vez más frecuente e intenso; con impacto relevante en las regiones tropicales y subtropicales. Este año el calor batió varios récord en varios lugares de Europa y de América. Y en el norte de Brasil implicó riesgos de muerte por hipertermia.
“Cambios climáticos profundos en el Amazonas, a los que se suman procesos de deforestación, agravan los efectos de la exposición al calor por los seres humanos” subraya el documento del IPCC. Las personas sujetas a tales condiciones sufren de deshidratación y agotamiento, lo que conlleva al colapso de las funciones vitales.
La disminución progresiva de la región selvática, que cubre siete millones de kilómetros cuadrados y abriga la mayor biodiversidad del mundo, implicará la reducción de 60% en las lluvias y un aumento de dos grados centígrados en la temperatura del aire.
Lo ocurrido en 2023, donde los valores máximos de temperatura a la sombra excedieron el límite asociado con riesgo extremo para la salud.
Son estas circunstancias las que ponen el escenario el tema de la financiación para la preservación de estas florestas tropicales. Brasil propuso, esta mañana, que se integre un fondo global destinado a ese objetivo. La idea es captar 250.000 millones de dólares, a ser aportados por un conjunto de 80 países.
En ese contexto, el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) anunció hoy, durante el desarrollo de la COP28, que pasará a presidir el Comité Director de la Coalición Verde, un grupo que incluye otros 17 bancos públicos de fomento, en sociedad con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Es una alianza internacional que busca promover la reforestación del Amazonas y que dispuso, ya, movilizar 20.000 millones de dólares hasta 2030.
Por Eleonora Gosman-Perfil