El presidente de Brasil visitó este miércoles el Vaticano en el marco de una gira europea. El pontífice le alertó de la fragilidad de la paz, la víspera de una cumbre en París para un nuevo pacto financiero mundial.
“La Paz es una Flor Frágil”. Así reza la inscripción de la de una placa metálica que el Papa Francisco le regaló esta mañana al presidente Luiz Inácio Lula da Silva. La ceremonia de llegada del gobernante brasileño al Vaticano fue emotiva: ambos líderes se abrazaron con mucho afecto. Y Lula, acompañado de su esposa, le ofreció otro regalo religioso al Sumo Pontífice: un grabado de la Sagrada Familia, realizada por el artista pernambucano Borges.
Tal como se había previsto, la guerra en Ucrania y los esfuerzos para encontrar una vía de pacificación fueron el tema central de las conversaciones. Pero también dialogaron sobre la situación general de América Latina, tal como confirma en el comunicado difundido por el Vaticano.
Lula fue explícito respecto a su preocupación por un conflicto bélico que se proyecta sobre el mundo como una amenaza. “En 2020, cuando encontré a Francisco, conversamos sobre la desigualdad en el planeta y la necesidad de buscar una economía más solidaria. Ahora me reúno con el Papa en medio de ese conflicto en Europa” relató. Y concluyó: “Creo que hay poca gente hablando de paz. Es urgente que Rusia y Ucrania encuentren el camino de la paz”. La visión del jefe de Estado brasileño es, sin duda, semejante a la que mantiene Bergoglio.
El pontífice ya recibió al presidente Volodimir Zelensky; en cuanto a Moscú, Vladimir Putin juzga que la posición del Papa es “equilibrada” y responde a los intereses de las dos partes en pugna.
No podría estar ausente de esta cita la importancia que Lula le asigna a la Iglesia Católica brasileña. El lunes pasado, antes de viajar a Roma, se reunió con la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil y repasó junto a los prelados los temas que pensaba abordar en la bilateral con Francisco. Así lo testimonió el propio Vaticano al señalar
hoy en su evaluación: “Durante los encuentros cordiales se manifestó el aprecio por las buenas relaciones entre Brasil y la Santa Sedes, destacándose la colaboración harmoniosa entre la Iglesia y el Estado en la promoción del bien común”.
Esa “armonía” se vio interrumpida durante el gobierno del ex presidente Jair Bolsonaro, que si bien era de profesión católica tuvo durante su gestión un vuelco evidente hacia las corrientes evangélicas del cristianismo.
Lula, quien ofrecerá mañana una conferencia de prensa sobre los resultados de su viaje, antes de partir hacia París, tuvo además varias reuniones con las autoridades italianas. Lo recibió la primera ministra Giorgia Meloni, una exponente de la extrema derecha mundial.
También se encontró con el presidente italiano Sergio Mattarella en el Palacio del Quirinal; y tuvo un acercamiento especial con el intendente de Roma, Roberto Gualtieri. “Esta es una visita de agradecimiento. Vengo a expresarle mi gratitud por la actitud del alcalde, que cuando yo estaba detenido en la Policía Federal (de Curitiba) fue a verme, a prestar solidaridad”.
Por Eleonora Gosman-Perfil