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Lula, Pedro Sánchez, Boric, Petro y Yamandú Orsi lanzaron una alianza global por la democracia contra la avanzada autoritaria

Junto a líderes de África y Oceanía definieron una estrategia común ante el auge de la ultraderecha, la desinformación y la desigualdad. En septiembre volverán a reunirse en Nueva York, durante la Asamblea General de la ONU

La defensa de la democracia dejó de ser un debate teórico o un ritual diplomático. En Santiago de Chile, mandatarios de América, Europa, África y Oceanía acordaron este lunes la conformación de una alianza internacional que buscará consolidarse como frente común ante el avance del autoritarismo y la crisis de representación que atraviesa al sistema político global.

El encuentro, celebrado en el palacio presidencial de La Moneda bajo el nombre ‘Democracia siempre’, reunió a los presidentes de Brasil, Colombia, Uruguay y Chile, junto al jefe del Gobierno de España, y culminó con el anuncio de que otros siete países —México, Honduras, Reino Unido, Canadá, Sudáfrica, Dinamarca y Australia— se sumarán formalmente a la iniciativa. Todos ellos participarán en septiembre de una nueva cumbre del grupo, en Nueva York, durante la 80° Asamblea General de Naciones Unidas.

La escena fue un gesto de articulación multilateral inusual en tiempos de fragmentación geopolítica. Líderes de orígenes, contextos y trayectorias políticas distintas coincidieron en un diagnóstico compartido: la democracia está bajo ataque, y defenderla implica algo más que invocar sus valores. Exige construir una agenda común, con medidas concretas, frente a las amenazas crecientes de la ultraderecha, la desinformación digital y el aumento de la desigualdad.

“Esto no es solamente un acto simbólico, sino que es un acto político que además tiene propuestas concretas”, advirtió uno de los mandatarios, tras la lectura de la declaración conjunta. Entre los compromisos asumidos se destacan el diseño de políticas coordinadas contra las fake news, el fortalecimiento de los sistemas públicos frente al avance privatizador y la reducción de brechas socioeconómicas que erosionan la confianza en la representación democrática.

El encuentro en Santiago fue también una continuación de lo que comenzó el año pasado, cuando Pedro Sánchez y Luiz Inácio Lula da Silva organizaron un espacio de diálogo contra los extremismos en la Asamblea General de 2023. Aquella reunión fue el germen de esta alianza que ahora intenta tomar forma institucional y extenderse a escala global.

La elección de Chile como sede del relanzamiento no fue casual: a ocho meses del final del mandato de Gabriel Boric, el Gobierno chileno buscó proyectar su legado en clave internacional y darle visibilidad a una preocupación compartida entre democracias liberales y populares, del norte y del sur.

“No basta con apuntar a quien piensa distinto y decir que esta persona o esta idea es una amenaza. Tenemos que ser capaces de proponer una alternativa. La democracia tiene que cumplir, tiene que entregar resultados, mejorar las condiciones de vida de nuestros pueblos”, agregó Boric, que dejará La Moneda el próximo marzo.

“Acá está naciendo algo grande. En momentos en que la democracia está bajo ataque en diferentes partes y desde diferentes sectores políticos, tenemos un grupo importante de líderes de países distintos pero con visiones que se complementan para defender la democracia”, dijo el mandatario chileno.

De izquierda a derecha: el presidente de Uruguay, Yamandú Orsi; el de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva; el de Chile, Gabriel Boric; el del Gobierno de España, Pedro Sánchez, y el de Colombia, Gustavo Petro, durante una declaración conjunta en el marco de la cumbre en defensa de la democracia, este lunes, en el Palacio de La Moneda, en Santiago (Chile).
De izquierda a derecha: el presidente de Uruguay, Yamandú Orsi; el de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva; el de Chile, Gabriel Boric; el del Gobierno de España, Pedro Sánchez, y el de Colombia, Gustavo Petro, durante una declaración conjunta en el marco de la cumbre en defensa de la democracia, este lunes, en el Palacio de La Moneda, en Santiago (Chile). EFE

El contexto global sumó una urgencia adicional. La cumbre se realizó a menos de dos semanas de la entrada en vigor de los nuevos aranceles comerciales impuestos por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, contra productos de la Unión Europea, Brasil y el cobre chileno. La decisión del líder republicano, en plena campaña electoral, fue leída por varios de los presentes como una escalada proteccionista que profundiza las tensiones del orden multilateral.

Chile, como mayor exportador mundial de cobre, verá afectadas sus ventas a Estados Unidos, lo que agrega un componente económico a las razones políticas que motivaron el encuentro. No es sólo una cruzada ideológica: hay intereses concretos en juego.

Además del componente institucional y diplomático, la cumbre tuvo una dimensión intelectual y ciudadana. Los líderes compartieron un almuerzo con referentes como el economista Joseph Stiglitz, la filósofa Susan Neiman y el experto en desarrollo Ha-Joon Chang, invitados para aportar insumos teóricos sobre los desafíos contemporáneos de las democracias. Luego, mantuvieron una reunión con más de 300 organizaciones de la sociedad civil chilena, que manifestaron su apoyo a la iniciativa.

La consigna de fondo —“Democracia siempre”— funciona como una interpelación en presente. La crisis democrática ya no se manifiesta sólo en golpes de Estado clásicos o en regímenes de partido único, sino en modalidades más sutiles: erosión institucional, concentración mediática, violencia digital, judicialización de la política. Y sobre todo, en la incapacidad de muchos sistemas políticos para ofrecer resultados tangibles a sus pueblos.

“No basta con apuntar a quien piensa distinto y decir que esta persona o esta idea es una amenaza. La democracia tiene que cumplir”, se enfatizó durante la jornada. El mensaje fue claro: sin justicia social y sin bienestar compartido, el contrato democrático pierde legitimidad y deja campo libre a los autoritarismos.

La próxima cita, en septiembre en Nueva York, será clave para observar si esta alianza se consolida como una herramienta de coordinación duradera o queda en el plano declarativo. Lo cierto es que el encuentro de Santiago funcionó como una señal política en un mundo marcado por la polarización, el repliegue nacionalista y la desconfianza hacia las instituciones.

Fuente: ElDiarioAR