En el Ciclo de Diálogos de NOTICIAS y Edhasa, el sociólogo analizó los primeros dos años del gobierno del Presidente y sus posibilidades en el resto del mandato.
El tercer encuentro del Ciclo de Diálogos organizado por NOTICIAS y el sello Edhasa, con los más importantes historiadores y politólogos argentinos, tuvo esta vez como protagonista a Marcos Novaro. El escritor conversó con Fernando Fagnani, editor de Edhasa, y la charla giró alrededor de la figura de Milei y los últimos dos años en la política nacional. Justamente, el último libro de Novaro que acaba de publicarse se titula “Lo bueno, lo malo y lo feo. Dos años con Milei” y analiza al presidente considerando algunos hitos específicos de su gobierno, por ejemplo, su programa estabilización y sus posibilidades de negociación con los distintos sectores sociales, entre otros temas.
Lector siempre original de la actualidad política, Novaro es investigador del Conicet y dirige el Centro de Investigaciones Políticas (Cipol) y el Archivo de Historia Oral de Argentina Contemporánea en el Instituto Gino Germani. Además, es profesor de Teoría Política contemporánea y autor de varios libros sobre períodos clave de la historia reciente.
Aquí, los momentos principales de la charla.
Fernando Fagnani: En “Lo bueno, lo malo y lo feo” hacés una diferencia muy lúcida entre el país que hereda Milei y el que heredaron los amigos de Milei: Orbán, Meloni, Trump y Bolsonaro. Esta es una razón por la cual no se pueden comparar efectivamente esos gobiernos. Pero al mismo tiempo, aunque es cierto que no se pueden comparar, en todos esos escenarios es una mala época para los moderados. ¿Por qué?
Marcos Novaro: Hay un factor relevante en todos ellos y es el malestar con el sistema político. Es también una respuesta a la ineficiencia de los sistemas pluralistas. El pluralismo, en muchos países, se ha vuelto muy invivible. Sistemas políticos muy trabados, gobiernos que no producen los cambios que prometen. Entonces, queremos un rey. En alguna medida se desea un tipo imperial que destrabe el sistema. Ese último aspecto es probablemente el que tiene más sintonía en Argentina. Hemos tenido varios gobiernos débiles. El segundo gobierno de Cristina lo fue. El gobierno de Macri más todavía y el de Alberto, no hablemos. El libro trata sobre cómo se acomoda esa voluntad y ese programa tan ambicioso de Milei, con un sistema político y una cantidad de recursos extremadamente desproporcionados para esas ambiciones. Yo diría que las cosas podrían haber salido mucho peor.
Fagnani: ¿Por qué?
Novaro: Creo que, en el primer año, el gobierno lo hizo bastante mejor de lo que se esperaba. En muchos aspectos fue mucho más pragmático, razonable y bastante más negociador de lo que la mayoría esperaba. Después, el éxito le hizo mal. El gobierno vio que la economía estaba recuperándose y que en las encuestas tenía una amplísima ventaja. Los opositores no dejaban de meter la pata. Milei lo tenía a Macri al borde de la jubilación. Encima le estaba “morfando” todos los dirigentes y los votos. Y el peronismo insistía con la estrategia del fracaso. Eran la mejor oposición posible para Milei. Ahí es donde empezó a resucitar sus planes refundacionales y su voluntarismo programático. Cortó lazos con el Congreso, se negó a negociar el presupuesto, insistió con Ariel Lijo. A eso sumale que sale del cepo y el dólar va al piso de la banda, más o menos. Y gana en la Ciudad una elección que parecía que iba a perder. El escenario se prestó mucho para que encendiera las turbinas de vuelta. Y el tipo arrancó con todo. Pero se “estroló”. No pasó nada demasiado grave, pero perdió todo este año en chocar contra la pared. Si no se hunde, me parece que el resto del mandato podría parecerse más al primer año que al segundo. Podríamos tener a Milei de vuelta con restricciones.
Fagnani: Este libro me hizo acordar a otro tuyo: “Política y Poder en el gobierno de Menem”. Está escrito en la mitad del gobierno de Menem y es una descripción que incluye el tiempo posterior a la publicación. Vos te planteás cómo analizar un movimiento político más allá de lo que pienses del líder; a partir de lo que la sociedad espera de ese movimiento. Y allí hay algo que me parece importante, en el caso de Milei y en el de otros presidentes, que es la convicción. No estoy muy seguro de que la gente quiera exactamente un líder o un rey, pero sí quieren convicción. Y me pregunto si Milei, que no tiene la carrera de Menem, puede mantener la convicción y la ductilidad que tuvo Menem.
Novaro: Con todos sus defectos, Menem tenía esa capacidad de convicción y ductilidad que mencionás. En el caso de Milei, claramente no la tiene. Menem por preferencia iba hacia la negociación. Las preferencias de Milei lo llevan a chocar y a preferir una derrota heroica a una negociación espuria. Milei logró transmitir una fuerza de voluntad que sigue cultivando y sigue siendo importante para su contrato con la sociedad. La gente se burla del Movistar Arena, pero el tipo hizo una ceremonia de revalidación de esa voluntad. Los intelectuales se escandalizan. Mejor para él. En eso es un populista puro. En un país como Argentina es imprescindible, porque nadie confía en las instituciones. Pero hay algo de la historia de los moderados que sería bueno que Milei aprendiera. En algún momento el voluntarismo te lleva a “pifiarla” y se necesitan recursos que Milei no construyó. Eso le pasó también a Macri. En algún momento necesitó de una coalición más amplia, pero el tiempo se lo había consumido. Cuando fue a buscar a los peronistas, lo único que consiguió fue a Pichetto. Ese es el tipo de problemas que enfrentan los presidentes voluntaristas. Si Milei quiere sobrevivir dos años más, necesita a los moderados.
Fagnani: ¿Cómo ves vos hoy la posibilidad de que las reformas más importantes que hizo Milei permanezcan?
Novaro: Primero, las reformas en sí son muy pocas. Milei es mucho menos productivo que Menem. No ha podido hacer prácticamente nada en términos de reformas y probablemente no lo haga en el resto de su mandato. Sobre todo por problemas de gestión propia. No logran administrar ni siquiera los resultados básicos de la economía. Pero no se ata a una regla rígida y eso me parece lo más valioso del esquema de estabilización. Tiene una coalición chiquita, que es mucho más ventajoso que tener toda la parafernalia de las corporaciones. No tenés a los gobernadores, los sindicatos, los empresarios: toda la red peronista que es enormemente cara. Milei la administra con unas grageas muy módicas. Cuando lo hace bien, es económico y funciona. Cuando lo hace mal es peligroso, porque la coalición distributiva se arma rápido en contra. Esta es una estabilización mucho más viable que la menemista, adaptada a las condiciones de hoy que de extrema escasez, donde no vas a tener un boom. El asunto es cuán chiquita y cuán mezquina es. La administración de esa dosis a Milei le empezó a fallar y no lo advirtió. Es también un presidente muy chiquito en ese sentido.
Fagnani: Eso explicaría lo incomprensible del Garrahan, por los costos reales que tenía para el presupuesto. Otra cosa son las jubilaciones. Pero tiene una relación con la realidad muy estrábica.
Novaro: Es una miopía bastante funcional a los problemas que tiene y puede resolver. Con restricciones y en versión pragmática él puede funcionar bien para los recursos que tiene. No aspiró a generar un gran gobierno. Si él hubiera apostado por una gran coalición, creo que el fracaso hubiera sido mucho más resonante. Esa era la ilusión que le vendía Macri. Y eso era peor todavía. Milei entiende poco, pero Macri no entiende nada. Menos mal que no le hizo caso. ¿Empezar a comprar legisladores para armar una coalición? Le hubiera pasado lo mismo que le está pasando ahora, pero con toda esa gente adentro del gobierno. Habría sido un desastre. Lo que pasa es que administrar una coalición chiquita que hace negociaciones ad hoc, caso por caso, tiene su riesgo y hay que este asumir ese riesgo. Me parece que ahí es donde eso falló. El problema fue cómo se le encadenaron una serie de demandas. Él pensaba que estaba poniendo un dique y se le estaba acumulando una bola de nieve. Algunas cosas tenés que dejar pasar y otras tenés que negociar. Me parece que de todos modos si le queda margen a Milei en el futuro, probablemente vaya en esa dirección. Aprobar el presupuesto y tal vez alguna reforma tributaria, no creo que mucho más que eso. No creo que pase la reforma laboral o la previsional. Creo que Milei puede enderezar medianamente el barco y hacer las cosas un poco mejor que en el último año. Tener un presupuesto, regularizar la relación con las provincias y, tal vez, aprobar alguna reforma fiscal que le dé más de consistencia al programa económico. La economía argentina no va a volar, pero puede que la recesión se supere. En ese contexto, el asedio del Congreso sobre el presidente se desarmaría. Porque no hay respaldo social. Porque buena parte del peronismo tampoco quiere voltearlo. ¿Para qué? La única que necesita realmente un colapso es Cristina. Incluso Kicillof, es más moderado. No me parece que esa situación sea tan incómoda para un gobierno chiquito salga del aislamiento, que es básicamente lo esencial.

Por Adriana Lorusso-Perfil

