Los expertos descartan un voto unificado del evangelismo en la Argentina. Pero, a la vez, destacan la relación entre esos sectores religiosos y la ultraderecha. Para el mileísmo, aunque no es una cercanía novedosa, es un respaldo en tiempos difíciles.
El cruce de la línea divisoria hacia la segunda mitad de su mandato encuentra al presidente Javier Milei ante desafíos políticos y económicos complicados, que ponen en duda la capacidad de su gobierno de mantener el ajuste y la motosierra trabajando al máximo. Cuando los gobernadores de las 23 provincias y el jefe comunal de la Ciudad de Buenos Aires ya se habían puesto de acuerdo en impulsar en conjunto proyectos de ley que configuran una derrota política estruendosa para la Casa Rosada, el presidente decidió mostrarse junto a uno de los pastores evangélicos más convocantes del país, Jorge Ledesma, y a uno de los más convocantes de la región, Guillermo Maldonado. Fue un reparo en tiempos difíciles para un Milei al que le cuesta mostrar poder de movilización en la calle y que pudo hablar en Chaco ante un auditorio absolutamente colmado. Un remanso de fe.
La receta no es novedosa para un exponente de la ultraderecha global como el presidente argentino. Las iglesias evangélicas tienen una conexión indisoluble con los extremismos de derecha porque ambos sectores promueven una agenda conservadora en materia de género, diversidad y derechos reproductivos; pero, además, porque para los dos colectivos el culto al esfuerzo personal es un paradigma incuestionable.
Como detalla el investigador del Conicet Ariel Goldstein al analizar la relación entre estas iglesias y los gobiernos de Donald Trump y de Jair Bolsonaro, los pastores se convirtieron en intermediarios para la sustentabilidad de la ultraderecha. La legitiman ante sectores sociales amplios. “Las iglesias pentecostales y los pastores brindan una estructura política de apoyos a líderes en ascenso que carecen de apoyo por parte de actores tradicionales o se encuentran en conflicto con los mismos. A cambio, las iglesias reciben distintos beneficios del Estado y su alianza con el poder político”, sostiene Goldstein.
No sorprende que un Milei enfrentado con los gobernadores y con el Congreso, asediado por las dudas sobre la sustentabilidad de su plan económico, y sin sectores donde apoyarse más que en los aplausos de un sector empresario que no pone sus dólares donde pone sus vítores, encuentre en los evangélicos un refugio para mostrar adhesión.
Sin embargo, la estrategia vino con otro dolor de cabeza para una Casa Rosada que no se fija en detalles ni revisa el CV de quienes reciben a Milei. La Teología de la Prosperidad que postulan estas iglesias volvió a manchar la imagen de un presidente ya asediado por la criptoestafa $Libra y por las imágenes que muestran valijas y bultos ingresando al país de la mano de una representante de la CPAC, con la que Milei compartió un evento y fotos, sin ser revisados. Según esa doctrina, la riqueza material es prueba de la bendición de Dios y la fe es el camino para lograr una vida próspera. Para estas congregaciones religiosas, el dinero no sólo no es tabú sino que, cuando está presente, se convierte en indicador de una elevación del espíritu.
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Problemas de plata y los muros del presidente
Para dar pruebas de esa conexión divina es que el pastor Jorge Ledesma y su hijo Cristian relataron en varias entrevistas periodísticas y en posteos en redes sociales cómo la cercanía con Dios los gratificó con la conversión de pesos en dólares, de suciedad en polvo de oro y de un anillo de plástico en un anillo de diamantes, entre otros milagros. Esos relatos, sumados a la opulencia de la iglesia Portal del Cielo que Milei fue a inaugurar a Chaco y cuya construcción fue estimada en entre u$s 50 y 100 millones, llamaron la atención del fiscal Patricio Sabadini, que inició una causa judicial para investigar si Ledesma está lavando dinero.
Cuando todavía intentaba dar explicaciones por la estafa $Libra, el Gobierno salió a promocionar un supuesto nuevo esquema de seguridad para controlar quiénes y cómo tienen acceso al presidente de la Nación. Según aquel plan, la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei, mantendría control férreo sobre los interesados en reunirse con su hermano. No alcanzó. Milei trabó relación con el pastor Ledesma.
“Si mi paso por Olivos sirvió para que Javier Milei vaya a inaugurar el templo evangélico más grande del país, yo ya estoy hecha”, dijo en televisión la exnovia del mandatario, la exvedette y conductora Amalia “Yuyito” González, de pública fe evangélica. La nueva historia que vincula al presidente argentino con una investigación por cuestiones poco claras con el dinero terminó, por supuesto, en la prensa internacional.
Este acercamiento de Milei a Ledesma no sólo quedó manchado por la investigación judicial sino también por las críticas de otros sectores evangélicos. “Se prestó el sagrado lugar del púlpito para que el presidente, en un claro acto partidario, dirigiera su diatriba plagada de falsos argumentos, distorsiones maliciosas y afirmaciones totalmente contrarias a las enseñanzas del evangelio”, lamentó Norberto Saracco, pastor de la iglesia cristiana Buenas Nuevas, de Parque Avellaneda.
También el pastor santafesino Walter Ghione, diputado provincial y uno de los principales aliados del gobernador Maximiliano Pullaro, cuestionó a Milei. “Esa idea de que el Estado es el maligno contradice no solo la historia bíblica, sino también la teología cristiana. El Estado no es una entidad moral por sí misma: es inerte, y su carácter depende de quiénes lo gobiernan y con qué principios lo hacen”, subrayó.
Los mitos del “voto evangélico”
Las críticas pusieron de relieve algo que los investigadores que estudian la religiosidad argentina, y particularmente a los grupos evangélicos, vienen diciendo desde hace tiempo: en Argentina no es correcto hablar del “voto evangélico” porque las comunidades de esa fe no se mueven políticamente en bloque y porque hacia el interior del movimiento hay mucha diversidad.
Por caso, frente al balotaje que disputaron Milei y Sergio Massa en 2023 ya hubo una pelea interna entre dos sectores poderosos del evangelismo: por un lado, la Federación Argentina de Iglesias Evangélicas (FAIE), que publicó una declaración en contra de las ideas que en campaña postulaba Milei; y por el otro, la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas (ACIERA), que pedía no criticar al candidato.
Cuando llegó a la Presidencia, Milei le dio a ACIERA un lugar muy codiciado: ser el nexo entre la asistencia estatal y las personas que necesitan de esa ayuda. Con la excusa de eliminar a los intermediarios, la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, corrió a los movimientos sociales ligados al peronismo y a la izquierda y tercerizó en esa organización la entrega de alimentos. De todas formas, ACIERA no fue el único grupo religioso beneficiado con la posibilidad de hacer política territorial con dinero público. También la Fundación Conin, del católico ortodoxo Abel Albino, entró en la repartija.
Los cálculos especializados indican que en Argentina entre el 15% y el 25% de la población es evangélica. Son números que están en línea con otros países de la región. Según datos del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG), en México más del 10% de la población es evangélica; en Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela y Panamá, más del 15%; en Costa Rica y Puerto Rico llega al 20%; en Brasil se barajan cifras que oscilan alrededor del 30% y en países centroamericanos como Guatemala, Honduras y Nicaragua la cantidad de fieles supera ampliamente el 40%, con números aún más altos si se pone la lupa en los sectores populares.
En búsqueda del respaldo de ese sector amplio y en crecimiento, Milei y La Libertad Avanza desplegaron alianzas y acuerdos en los últimos dos años. Sin ir más lejos, la hoy disidente Lourdes Arrieta llegó a las listas legislativas libertarias en Mendoza desde el evangelismo, por su militancia antiaborto. Andrea Almirón, de la iglesia evangélica Hay vida en Jesús, fue la candidata de Milei en Tierra del Fuego, donde quedó tercera. Y en Córdoba, de cara a las próximas elecciones, el armador libertario Gabriel Bornoroni ya teje acuerdos con los sectores evangélicos que, por fuera del peronismo cordobés y del macrismo, le dan sostén y refugio a un presidente que no atraviesa sus mejores días.

Por Noelia Barral Grigera-Cenital