Misiones Para Todos

Massa-Galmarini 2025

La dupla reactiva el Frente Renovador. Reparto de roles y construcción desde los márgenes, lejos del PJ. Únicos activos de peso para el cuarto oscuro.

Aún desde abajo del escenario, Sergio Massa y Malena Galmarini volvieron a ponerse al frente del massismo en el congreso del Frente Renovador. Después de meses de silencio, apenas roto por declaraciones en redes y apariciones fugaces, están dando sus primeros pasos tras la derrota del ballotage presidencial y la del pago chico, la interna en Tigre, y con la mirada puesta en 2025, donde uno puede volver a estar en una boleta. O ambos.

Con cada gesto medido al detalle, el matrimonio se empieza a mover en un escenario pantanoso. Massa dijo en el encuentro de Parque Norte algo que quienes lo rodean oyen seguido. “Nuestro rol más importante en esta etapa no es hablar, sino escuchar”, indicó. “El error es pararnos con el dedo acusador y decirle a la gente que se equivocó. No podemos pensar el futuro sin hacer autocrítica del pasado y esa autocrítica nos tiene también que hacer entender que ahora hay que escuchar”, explicó el excandidato presidencial.

Massa cree que no es tiempo para volver a los primeros planos y que hay que administrar el camino de regreso hasta que ese momento llegue. Mientras tanto, cree el tigrense, el gobierno de Javier Milei hará su recorrido dejando a su paso una estela de daño en los sectores medios con los que el massismo quiere volver a sintonizar.

Por ahora, el exministro de Economía se esfuerza por mostrar que promueve un proceso de renovación de nombres y de liderazgos dentro de su fuerza y que él elige pararse en un segundo plano reflexivo y autocrítico, pero todos saben que su figura y la de Malena son las dos únicas cartas electorales que tienen y que la supervivencia política será muy difícil más allá de 2025 sin ninguna de ambas sobre la mesa.

Ambos perdieron en 2023. Galmarini no superó las PASO frente al intendente Julio Zamora en Tigre, el patio trasero del massismo. Sin poder recuperar el bastión, se puso al frente de la campaña de Sergio Massa para las generales, donde recuperó terreno frente a las primarias que dejaron a Milei como el más votado.

La alegría duró poco: en la segunda vuelta, el matrimonio perdió todo. No sólo el exministro quedó fuera de la Casa Rosada, también dejó una inflación y una economía que el libertario le achaca como su pesada herencia cada vez que puede.

Señales desde el Frente Renovador

El encuentro del Frente Renovador dejó muchas señales sobre ese camino. El massismo cambió logo, marca y presidente (ahora es el santafesino Diego Giuliano) y se sacó una foto bien lejos del Congreso del Partido Justicialista (PJ), que por esas mismas horas sesionaba en Ferro en medio de reproches internos, cruces y pases de factura a cielo abierto.

Massa quiere recuperar la impronta de la identidad del massismo fundacional para desde allí intentar alinear al peronismo detrás suyo, como lo hizo su candidatura el año pasado y dar por sepultada la experiencia del Frente de Todos. En ese recorrido, la presentación de su libro en la Rural a mediados de mayo va a ser una parada clave.

En ese texto, el excandidato cuenta su experiencia en el ministerio de Economía y construye además un relato crítico de la gestión de Alberto Fernández y en el que argumenta cómo buscó gestionar un barco en medio de la tempestad.

Aunque tiene diálogo fluido con Cristina Fernández de Kirchner y con Axel Kicillof, la mesa chica de la sociedad Massa&Malena cree que para construir lo nuevo no hay que atarse a la alianza política que fracasó en 2023. Además, aquel frente electoral entrará en máxima tensión el año próximo, cuando se discutan los lugares en las listas con los intendentes, La Cámpora y el gobernador de Buenos Aires.

Malena Galmarini, al frente

El vínculo con Kicillof es la muestra más clara de los movimientos del massismo en la nueva etapa. Massa se jacta de haber firmado antes de dejar el ministerio el envío de fondos que le permitió al bonaerense amortiguar el impacto del ajuste de Milei en los primeros meses. Por eso, esperaba que Kicillof hiciera devolución de gentilezas con muchos más sillones en el gobierno que los que finalmente recibió. En medio de esa pulseada, el exministro ordenó una suerte de rebelión en la Legislatura en febrero, mientras deja correr las voces críticas a Kicillof en su entorno.

La protagonista en esos cortocircuitos es Malena Galmarini, quien en diciembre había sido anunciada futura presidenta del Grupo Bapro, pero nunca asumió. Según algunas versiones, fue porque no quiso tomar el cargo; según otras, porque estaba disconforme por no tener el control de todas las empresas del holding. Como sea, la tensión con Kicillof se instaló, como una señal de lo que vendrá.

Malena es la que se muestra más activa del matrimonio, tanto en redes sociales, donde da la pelea contra los libertarios, como en las movilizaciones callejeras. Estuvo en las tres marchas más grandes desde la llegada de Milei al poder: el paro general de enero de la CGT, la del 8M y la del 24 de marzo. Sabe que su figura es clave en la reconstrucción del massismo. En su entorno aseguran que no quiere cargos y que es momento de acompañar. Sin embargo, si el Frente Renovador tiene que jugar un activo electoral el año que viene, su nombre podría ser número puesto en una boleta.

Días atrás, Galmarini reclamó por la falta de autocrítica del PJ. “Creo que la gente se hinchó las pelotas de nosotros… De una especie de degradación de la política y de las políticas públicas de las últimas dos, tres décadas”, afirmó en la radio Futurock.

El vínculo con el nuevo peronismo

Mientras tanto, Massa teje paciente su vínculo con el peronismo, especialmente con los gobernadores. La experiencia del año pasado fue agridulce. Los peronistas jugaron con él, pero adelantaron sus elecciones provinciales para asegurar su supervivencia. Ahora, tiende puentes de diálogo con los patagónicos Rolando Figueroa y Alberto Weretilnek, charla con su amigo Gustavo Saenz y recibe en su oficina de calle Libertador a los que pasan por Buenos Aires.

“Está en la rosca todo el día, las 24 horas. Vive para eso. Habla con todos y está arriba de todos los temas”, cuenta uno de sus habituales interlocutores. El regreso a los primeros planos será cuestión de tiempo. Y el 2025, en los acelerados tiempos de la política argentina, está a la vuelta de la esquina.

Por José Maldonado-LP