Pese a instalar al kirchnerismo como la representación ontológica del mal. Por Jorge Asís
Sublime crueldad republicana
El kirchnerismo es la representación ontológica del mal.
Funciona como instrumento unificador de los bien pensantes.
Desde la estancada Coalición Cívica hasta la extrema derecha de relativo raciocinio que encarna Javier Milei, el Panelista de Intratables que se encuentra en pugna con Mauricio, el Ángel Exterminador, de la derecha moderada de PRO, estructura tibia que supo ser columna vertebral de la extinguida Juntos por el Cambio.
Republicanos supuestamente honestos intentan demostrar que son los mejores adversarios de la plaga kirchnerista.
Que se encuentran en superiores condiciones de hacerle daño.
Arco fragmentado de republicanos que se ponen exclusivamente de acuerdo para condenar al kirchnerismo.
Movilizados para evitar el regreso de los populistas que en efecto nunca se fueron.
Se encuentran firmes en la trascendental Provincia del Pecado que gobierna Axel, El Gótico, en rigurosa confrontación con el modelo ejemplarmente desigual de Milei, de sublime crueldad.
Territoriales y celestiales
Los «territoriales» del libertarismo se referencian en la señora Karina, La Pastelera del Tarot.
Contiene veleidades lícitas de «jefa». Legitimada por el hermanito para configurar el armado.
En competencia virtual con las fuerzas celestiales que se referencian en Santiago Caputo, El Neo Giacomini.
Consultor que colecciona espacios de poder, desde la estridencia de las redes sociales hasta la esfera del espionaje o la ceremonia impositiva.
Con el beneplácito de no firmar nada. De no hacerse responsable de nada y marcar, en simultáneo, el rumbo.
Los pesados del X marcan las diferencias metodológicas entre Eduardo Menem, El Lule (vibrante operador de Karina), y Daniel Parisini, showman de redes y prestigioso predicador de La Misa donde suele confesar, con frecuencia, a Milei.
Es el culto menemista de las cajas contra la modernidad redituable de los trolls.
Complementos de la competencia generalmente sutil entre los dos vértices del Triángulo de Hierro (fundido).
Una de dos: o arma Karina o arma el Neo Giacomini.
La elección municipal del Maxiquiosco del Artificio Autónomo se transformó en problemática gravitante por la iniciativa del Primo Jorge.
Aquí se impuso Karina sobre Santiago.
Junto a la señora Pilar, su diputada de cabecera, escogieron como frutilla ideal para la torta a Manuel Adorni, Manolito.
Consta que el vocero aceptó devaluar la condición de ministro para luchar por una vulgar concejalía, llamada ahora “diputado de la ciudad”.
Mero pretexto para vencer desde la Libertad Avanza a lo que queda de PRO, que se presenta de apuro con la señora Silvia Lospennato, La Atanasofista, que desciende desde la diputación nacional.
En el Maxiquiosco se libra el combate desgastante. Consiste en averiguar quién está en mejores condiciones de salir segundo. Mauricio o Milei.
Lo importante es que Karina logró imponer a Manolito después de haberse sacado de encima a Ramiro Marra, El Abrojo, o Marrita.
Justamente Marrita es el legislador que acercó al Neo Giacomini hacia el paraíso del Panelista.
Apartado, obligatoriamente emancipado, Marrita es actualmente para su distante amigo Milei algo similar al gladiador adverso que es Horacio Rodríguez Larreta, Geniol, para Mauricio.
El Ángel que reclama desaforadamente la alianza con los libertarios. Faena imposible por la reticencia negativa de los dos vértices.
La egolatría, valor que Mauricio tanto condena, le impide siquiera sospechar que quien no acepta la utopía de entreverarse es Milei.
El Fenómeno simplemente aspira a conquistar los sufragios que fueron del PRO.
Pero pretende elegir, en el rebusque de la liquidación, apenas un par de saldos valorablemente selectos para adquirir sin presentar facturas.
Interesan del plantel alicaído los peronistas originarios. La tradicional dupla de artistas de variedades.
Cristian Ritondo, El Potro, y Diego Santilli, El Bermellón. Ambos pueden perfectamente integrarse con el libertarismo como el minigobernador Diego Valenzuela, El Historiador de TN.
O la señora Patricia, La Montonera del Bien, transformada repentinamente en libertaria frontal, totalmente convencida.
O es Milei o es Mauricio
“Patrón de la derecha puede ser uno. Nunca los dos”.
O es Milei o es Mauricio.
Para que la traviesa ocurrencia del Primo Jorge tenga un excelente epílogo, Mauricio necesita que Lospennato le gane a Adorni, al menos por un punto. Por lo que trasciende de la numerología, al cierre del despacho la proeza aún no se pudo lograr.
Acaso es peor porque juntos, tan divididos como enfrentados, Lospennato, Manolito, Larreta, la señora Olivetto, Pagá Paulita, como Marra y Caruso Lombardi, le proporcionan un triunfo servido a Leandro Santoro, El Radicalista, que cobra por dos ventanillas.
Significa que la representación ontológica del mal puede emerger peligrosamente ganadora, con ínfulas coyunturales.
Aunque consta que Santoro, el radical de los peronistas, poco y nada tiene que ver con la patología.
Con los virus que espantan a los bien pensantes que hacen política como pueden.
Los réprobos
Al dividirse en el trayecto por mezquindades, cuesta imaginar una convivencia racional durante el ejercicio de gobierno.
Mientras los virtuosos se desangran por menudencias corresponde indagar en el ámbito del mal.
Los réprobos ejercitan su manera destartalada de gobernar. Sin aceptar, siquiera, ser viciosos.
Y menos representar la deplorable ontología.
En el peronismo eterno campea también el virus de la fragmentación.
En la Provincia del Pecado, la que más cuenta, se extiende el conflicto artificial entre La Doctora y Axel.
Consta que Axel es el gobernador puesto por la disruptiva Doctora que dista de creer en la dinámica.
Sin siquiera sospecharlo ella prefiere adherir, en política, a la estática.
Consta también que Axel dista de ser otro Alberto, El Poeta Impopular.
Se resiste a ser el próximo instrumento puesto por La Doctora.
El soviético aprendió lo suficiente del peronismo como para saber que el adversario interno ya no es Máximo.
Una pena porque con los desacuerdos generacionales se entretenía.
Solo le disgustó seriamente que le intervinieran la provincia por una floja performance electoral.
Que le clavaran como Premier humillante a Martín Insaurralde, El Jésico.
Ahora Axel sabe que la competencia real es La Doctora. Acaso porque aspira también a ser presidente en 2027.
Queda suficiente pochoclo adquirido por Albistur.
Para reiterar en Argentina la peripecia de Lula, en Brasil, aquí al lado.
O la de Trump, más arriba, en la otra cuadra.
Por ahora La Doctora y Axel se preparan para el combate que tal vez nunca se va a registrar.
Lastimosamente se entrenan sin dialogar. Cuentan apoyos, suman los fierros de los minigobernadores.
Aunque cuesta aceptar que se produjo en Axel el fenómeno culturalmente intrigante.
La Doctora instaló con perversidad al transparente en la Provincia del Pecado.
Desconfiaba de los minigobernadores que inmediatamente se entendieron con Axel.
Aunque lo había puesto, precisamente, para auditarlos.
Mientras tanto, La Doctora clama por la unidad, se manifiesta cotidianamente con los “che Milei”, compite por ser la animadora de la oposición y amaga con ser candidata a legisladora provincial por la Tercera Sección.
Por su parte Axel se bate en la oratoria, compite por el cetro del primer opositor, y a su manera se incorpora al bolero de la unidad.
“Si estos no llegan a un acuerdo son dos imbéciles”.
Lo confirma el peronista inapelablemente tradicional. Convencido de pertenecer, sin réplicas, a la ontología del mal.