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Maxi tenía 3 años cuando desapareció de la puerta de su casa

El nene tenía 3 años cuando lo vieron por última vez, el 21 de diciembre de 2015. Su abuela, Patricia Sayago, estuvo presa acusada de haberlo vendido a una red de trata y fue finalmente absuelta por el beneficio de la duda. “Yo estoy como el primer día que me faltó mi nieto, muerta en vida”, dijo.

Un 21 de diciembre pero de 2015 la ciudad de Ceres, en el límite de la provincia de Santa Fe con Santiago del Estero, se convirtió en noticia por la desaparición de Maxi Sosa, un nene de apenas 3 años que salió a la vereda de su casa a jugar con unos vecinos y nunca más volvió.

Esa tarde de calor, cuando se esfumó a plena luz del día, Maxi estaba al cuidado de su abuela, Patricia Sayago, ya que la mamá se encontraba internada y a punto de dar a luz. “Les pido por favor que me ayuden a encontrar a mi nieto. Él no es de irse de la casa, alguien se lo llevó”, decía desesperada la mujer delante de las cámaras.

Lo buscaron por tierra, por agua y por aire, sin resultados. Pero el caso dio un giro completamente inesperado un año más tarde, cuando cobró fuerza la hipótesis de que el chico hubiera sido entregado o vendido a una red de trata y su abuela y la pareja en ese momento de la mujer, Ariel Malagueño, quedaron detenidos e imputados por sustracción de menor de edad y falsa denuncia.

Patricia Sayago estuvo presa cuatro años y siete meses hasta que, en febrero de 2021, la Justicia entendió que no había elementos para sostener la acusación y la absolvió. “Estuve privada de mi libertad injustamente, porque se investigó mal”, afirmó en diálogo con TN, y subrayó: “Yo estoy como el primer día que me faltó mi nieto, muerta en vida”.

En tanto, la causa por la desaparición de Maxi sigue abierta, pero sin ninguna pista.

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El principio del misterio

Al caer la tarde de aquel 21 de diciembre, hace ocho años, Patricia volvió a su casa del trabajo y su nieto ya no estaba. Así se abrió un espiral de desesperación y especulaciones alrededor de lo que podría haber pasado con el menor, que aún hoy sigue siendo un misterio.

En las primeras horas de búsqueda, se creyó que el chico podría haberse caído en una cava cercana a la casa familiar, pero los rastrillajes no dieron resultados. También se lo buscó en el agua acumulada de una laguna más alejada del barrio, en una zona conocida como “El viejo hospital”, en alusión al edificio que nunca terminó de construirse y quedó abandonado en la década del ‘60. Pero tampoco lo encontraron allí.

A medida que pasaban las horas y aumentaba la preocupación, los vecinos de Ceres se sumaron a los operativos que llevaban adelante la policía y los bomberos, de los cuales también participaron perros, buzos tácticos y personal especializado en rastreo de personas.

La falta de resultados llevó la búsqueda a las redes sociales, donde se multiplicaron las cadenas de oración para pedir por su aparición, y la organización Missing Children se hizo eco también y divulgó la foto del nene desaparecido.

Maxi fue visto por última vez el 21 de diciembre de 2015, a los 3 años. (Foto: Facebook/ Ceres Ciudad).
Maxi fue visto por última vez el 21 de diciembre de 2015, a los 3 años. (Foto: Facebook/ Ceres Ciudad).

Los días fueron semanas, que se convirtieron en meses y así pasó un año entero – el primero – sin noticias de Maxi Sosa. Entonces intervino la Agencia de Trata de Personas de Santa Fe y fue cuando la causa dio un vuelco y apuntó las sospechas al entorno íntimo del menor.

Entre la “pista gitana” y la red de trata

Cuando se agotó la hipótesis de un accidente y ya con Sayago y su pareja detenidos, aparecieron otras conjeturas. Una de ellas, tal vez la más arriesgada, fue la llamada “pista gitana”.

En esta línea, según replicaron entonces los medios locales, se tuvo en cuenta la zona donde desapareció el chico y señalaron que se trataba de “un barrio muy movido” que “tiene una sola calle” y “está aislado del resto de la ciudad, rodeado de campo”.

De acuerdo a los testimonios, justo aquel 21 de diciembre había pasado por el barrio un camión de vendedores ambulantes gitanos. Entre tanta incertidumbre, no tardaron en vincular esto con la desaparición de Maxi, pero cuando los investigadores siguieron la pista y dieron con el campamento de los viajeros 80 km al norte de Santa Fe, no encontraron rastros de la víctima.

Para ese momento, solo seguía en pie la hipótesis de una red de trata y que hubiera sido su propia familia la responsable de “entregarlo”. Esa versión, sin embargo, tampoco pudo probarse.

La primera proyección biométrica de Maxi,  tres años después de su desaparición. (Foto: Facebook/ Ceres Diario).
La primera proyección biométrica de Maxi, tres años después de su desaparición. (Foto: Facebook/ Ceres Diario).

Chivo expiatorio y una familia destruida

“Todavía no encuentro explicación para lo que pasó ese día”, lamentó Patricia Sayago, ocho años después. Sigue convencida de que “alguien se llevó” a su nieto y, a pesar del tiempo transcurrido, no perdió la esperanza de encontrarlo con vida.

Tras su absolución, la abuela de Maxi recuperó la libertad, pero su vida ya no era la misma. “Fue injusto, todo lo que pasé adentro (de la cárcel) y afuera”, señaló a este medio, y destacó: “Uno ya no es la misma persona. Guarda rencor, dolor….”.

Para Patricia, ella fue el chivo expiatorio de una causa que necesitaba con urgencia resultados que no aparecían. “Necesitaban a alguien para calmar a la gente, yo confiaba ciegamente en la justicia y fíjese dónde terminé…”, cuestionó.

Pero finalmente, después de 3 días de juicio y la declaración de 50 testigos, el 19 de febrero de 2021 a las 6 de la tarde los jueces federales José María Escobar Cello, María Ivón Vella y Luciano Homero Lauría, la absolvieron por el beneficio de la duda.

“Yo me tuve que ir de Ceres para poder estar tranquila”, contó en diálogo con TN, y agregó: “La gente me juzgó mal, han dicho tantas cosas malas de mi…no pueden entender que no tengo nada que ver con lo que pasó”.

“Destruyeron a una familia y no entiendo por qué”, subrayó Patricia Sayago, ya sin poder contener las lágrimas con las que luchó durante toda la entrevista. “La familia aún sigue separada, con la mamá e Maxi no nos hablamos”.

Causa abierta

En octubre de 2018, el Ministerio de Seguridad de la Nación ofreció una recompensa de un millón de pesos a quien aporte datos que permitan avanzar en la investigación. No obstante, hasta el momento ningún vecino se presentó a declarar.

El mural en homenaje a Maxi Sosa, en la ciudad de Ceres. (Foto: Facebook/Periodico la Verdad).
El mural en homenaje a Maxi Sosa, en la ciudad de Ceres. (Foto: Facebook/Periodico la Verdad).

Por otro lado, la Policía Federal Argentina (PFA) hizo una proyección de su imagen a cómo se vería en la actualidad Maxi Sosa, quien el pasado sábado 1 de julio cumplió 11 años.

Recientemente, además, la artista plástica Lidia Jalife realizó una gigantografía en forma de mural con el rostro del chico desaparecido en una de las paredes del Rosedal que linda con la Terminal de Ómnibus “Mariano Moreno”, de Ceres. “Cuando lo miro me transmite esperanza. Ojalá puedan encontrarlo algún día con vida”, afirmó Jalife.

En el mismo sentido, se expresó la abuela. “Si hoy estoy de pie es por Maxi, nunca pierdo las esperanzas de volver a verlo”, dijo por último Patricia Sayago, tras lo cual pidió ayuda y que no se abandone la búsqueda. “Esto no puede quedar impune. Todos los días rezo para que aparezca, es lo único que le pido a Dios antes de que me lleve de este mundo”, concluyó.


Por Luciana Soria Vildoza-TN