Misiones Para Todos

Me dan un LIKE y luego existo

La era Digital: la sociedad de los likes y las relaciones triviales en redes.

Vivimos en un momento o era digital donde la definición del éxito personal, profesional, popular está sujeta a los likes, el seguidismo y reacciones en las redes sociales. Ese gesto sencillo o clik afecta las relaciones, la comunicación, el marketing y la autestima.

Nos guste o no, los celulares y dispositivos digitales, las redes sociales forman parte de nuestra cotidianeidad, la dependencia que tenemos está tan naturalizada que no salimos sin celular, no trabajamos sin notebook o tablets, no comemos sin la tele encendida o el cel en la mesa, mirando o chequeando de ratos las redes, contestando WP. Toda nuestra interacción real y tangible está interrumpida por notificaciones que nos llevan a mirar en todo momento los dispositivos que tenemos en nuestros bolsillos, carteras, en la mano, como una extensión no sólo de nuestro cuerpo, sino de nosotros mismos.

Por un lado los likes se han convertido en una moneda de cambio o más bien una forma de relacionarse: un nuevo medio de expresión y comunicación. Si nos ponemos analizar cómo funcionan las relaciones sociales, las noticias, el marketing o la popularidad en la actualidad, nos daremos cuenta de que esto, y muchas más cosas, se miden por los likes. De esta manera, este sencillo gesto, que puede considerarse trivial, tiene un valor cualitativo y cuantitativo, como referencia o indicador fundamental para evaluar el rendimiento personal y social.

Es tan alta la valoración social de los seguidismos e interacción en las redes sociales que el éxito se mide en sus métricas, quien no consigue más de una cantidad de likes o reacciones, se considera fracasado. A medida que se publica algo y van llegando las notificaciones, va subiendo el nivel de autoestima y estamos llegando a tal punto que lo primero que se hace al levantarse, inclusive antes de higienizarse: es revisar el celular.

Y en este sentido las personas que tienen muchos seguidores son los que alcanzan la fama y el éxito y acaban convirtiéndose en influencers, reciben a posteriori propuestas profesionales, no por su personalidad, su capacidad profesional, sino por su llegada a una cantidad enorme de seguidores, el objetivo principal es hacer publicaciones o material viral y nada más.

Y sin ánimo de criticar, estamos solamente analizando, casi todos sienten una satisfacción cuando ven un me gusta en sus publicaciones, y es porque en el fondo todos necesitamos sentirnos valorados y escuchados, sino fuera así nadie publicaría lo que hace, sus gustos musicales, artísticos, o una parte de su vida en alguna de las diversas redes sociales. Esta “necesidad” o comportamiento da lugar al concepto de intimidad eximida, prácticamente hoy
nada es privado, todo está dispuesto de ser compartido por más banal que sea.

Amar en tiempos de redes sociales

Por otra parte, las relaciones personales cambiaron y se condicionan hoy por un simple botón, generando a veces confusiones y discusiones. Hay nuevos códigos y/o obligaciones implícitas en tiempos de redes, por ejemplo el de dar me gusta a todas las publicaciones sí o sí (de la pareja y/o amistades), comentar cada foto, publicar cosas sobre la relación de pareja, agregar de manera obligatoria a familiares, porque pareciera que eso define nuestra personalidad digital y el valor que le damos a una persona, vínculo o relación en nuestras vidas.

También es cierto que desde que los mensajes van y vienen con una velocidad enorme, todo ese tráfico de información instantánea que tenemos en la mano, en un solo dispositivo, googleamos todo, queremos todo ya y eso se trasladó a las relaciones sentimentales o a la manera de relacionarnos: lo queremos todo rápido y fácil, sobre sobre todo cuando estamos conociendo a una persona. Y con estas relaciones o conductas triviales en redes surgen conceptos y términos, hoy prácticamente son aceptados y naturalizados como el de “gosthear” osea desaparacer o esfumarse de la vida de alguien sin dar explicaciones, o también el término “cushioning”, que es una nueva tendencia que creció dentro del mundo de las citas y quiere decir tener “pareja de reserva”. ¿Qué significa esto? Que una persona puede tener a varias personas esperándola en el caso de que su actual relación sentimental no funcione, y miles de términos más que forman parte de la manera de establecer “vínculos” en redes y de manera personal, llevándonos a relaciones superfluas, del momento, y sin responsabilidad afectiva.

Y en estas nuevas maneras de relacionarnos la valoración hacia el otro y nosotros mismos está sujeta a mensajes e interacción en las redes, ¿Cuántas veces genera inquietud ese momento en el que no te contestan por whatsapp enseguida estando en línea o ver a tu pareja, amigo o amiga, hablar horas y horas con otra persona en el celular y computadora, estando uno ahí físicamente? Sin dudas las redes sociales han modificado comportamientos pero sobre todo la autoestima.

No son problemas o conductas que aparecieron ahora, quizás ahora se acentúa, se visibiliza y sobre todo en ocasiones se acepta o naturaliza. Las relaciones personales no pueden basarse en un LIKE o reacciones, hay que comenzar a analizar, ponerlo en la agenda, pero sobre todo gestionar el uso, abuso o lo que significa en nosotros las redes sociales. Es cierto y necesario quizás, que la “educación emocional” incluya y abarque estas nuevas formas de relacionarnos y analizar, debatir y brindar herramientas para administrar o gestionar mejor el uso de todo lo que ofrece esta era digital.

Finalmente es importante comprender que los likes y los me encanta no son vínculos, no implica una responsabilidad afectiva, es solo una muestra de interés o cumplido a esa parte que se expone o publica en las redes ( no sabemos que intenciones hay detrás de una reacción en redes de alguien que sólo conocemos virtualmente), excepto los amigos de siempre. Pero hay que dejar de medir la amistad, el amor o autoestima por las reacciones o seguidores.

En lo personal no demonizo las redes, pero prefiero tener pocos me gusta, pocos seguidores, que mi perfil sea restringido, lo que más valoro en las relaciones es lo diario, lo que se demuestra aquí y ahora, en vivo y en directo, y puedo estar muy equivocada pero desconfío de quién tiene más de 50 likes o miles de reacciones en cada publicación que hace. Creo que hay que comenzar a entender que lo esencial es invisible a las redes, y los afectos no se miden en algoritmos, likes o reacciones. Nuestro valor personal y humano está en la capacidad de querer y hacer felices a quienes están a nuestro lado, y la esencia de nuestro existir está por encima del mundo digital.

Por Luna García