Todas las encuestas, incluso las de Federico Aurelio -el preferido del Presidente-, marcan que la paciencia ya no es la de los primeros meses.
La luna de miel de los mercados con el Gobierno de Javier Milei se extiende mientras que crece el agotamiento de la sociedad por los resultados del plan económico. Todas las encuestas de opinión, incluso las del politólogo preferido del Presidente como Federico Aurelio, marcan que la paciencia ya no es la de los primeros meses (como era de esperar) y que ahora la gente no ve tan claro que hacia adelante vaya a estar mejor. El inicio del desencanto choca contra la arenga oficial de que ahora sí la economía va a empezar a repuntar.
El dato de julio que festejó Luis Caputo, donde el PIB creció 1,7%, es viejo. Además está sostenido por el agro y la minería mientras que la construcción, comercio e industria siguen rezagados.
Para peor, en agosto todos los indicadores adelantados muestran que la actividad volvió a empantanarse. El indicador de producción industrial de FIEL estimó que la industria se contrajo 0,7% mensual y 10,8% interanual en agosto, mostrando un freno al crecimiento de la industria de julio. Otros indicadores como los despachos de cemento (-2,6% mensual con estacionalidad) van en el mismo sentido. Salir del serrucho y no poder hilvanar dos meses consecutivos de rebote conspira contra el relato oficial de que el “aguante” de la sociedad, esta vez, tiene sentido.
“El dato de julio que se festejó muestra que el consumo en supermercados está estancado. Yo diría que la recuperación tiene señales mixtas que a mí personalmente todavía no me convencen”, apuntó Mariano Flores Vidal, consultor y ex Gerente General del Banco Central en era Sturzenegger.
Diego Reynoso es el director de la Encuesta de Satisfacción de la Opinión Pública de la Universidad de San Andrés. Dice que el Gobierno de Javier Milei no tuvo luna de miel con la sociedad como algunos creen. Ganó el balotaje con 55 puntos en el mes de noviembre y la primera medición que hicieron en diciembre le dio 54 puntos de aprobación. “Si yo lo comparo con Mauricio Macri, que cuando arrancó, tenía 72% de aprobación, o Alberto Fernández, que arrancó con 50, pero cuando empezó la cuarentena llegó a 67 puntos de aprobación, Javier Milei nunca tuvo eso que llamamos luna de miel, que es enamorar incluso a los que no lo votaron”, explicó. Pero sí le duró esta meseta de una aprobación de 50 puntos durante mucho tiempo, si bien empatada con el nivel de desaprobación.
Reynoso cree que ahora, con los últimos datos de su encuesta que muestra cambios desfavorables para el Gobierno, podríamos estar frente a una tendencia negativa para Milei.
Ahora hay 51% que desaprueba la gestión y un 46% que aprueba, rompiendo el empate técnico de los primeros meses. Y ahora podría ser el inicio de una tendencia. “Porque hay otra variable que nosotros analizamos mucho que es el de las expectativas futuras. Cuando le preguntamos a la gente cómo cree que vas a estar dentro de un año. Y entonces lo que notamos es que hubo un optimismo cuando llegó y lentamente empezó a caer, a caer, a caer y ahora ya empató entre el 38% que dice que cree que le va a ir bien dentro de un año y el 38% que dice que cree que le va a ir mal dentro de un año”, explica el director de la encuesta de la Universidad de San Andrés.
“La diferencia era mucho más grande entre los que eran optimistas respecto a los que son pesimistas. Pero estos datos, leídos con la aprobación, vemos que hay un quiebre. Porque la expectativa era lo que alimentaba la aprobación de Milei”, advierte.
El último dato del Indec con respecto a la pobreza del primer semestre de este año es otro golpe para el Gobierno. Más allá de la retórica de la herencia kirchnerista y lo que podría haber pasado si el país terminaba en una híper, lo cierto es que el 52,9% de pobreza (el 66% de los menores a 14 años sumergidos en la pobreza) y los casi 20 puntos indigencia marcan la tragedia argentina.
La pobreza hubiera sido mayor sin una mejora en el segundo trimestre.
Para contextualizar, y tal como remarcó el economista Fernando Marull, en los últimos 50 años es la tasa de pobreza más elevada sólo superada por la crisis del 2001 cuando se disparó al 58%. En la híper del ’89 llegó a 47 puntos.
El Gobierno intenta instalar que la culpa es de la gestión de Sergio Massa y su plan platita, mientras que la oposición culpa enteramente a Milei y su plan económico. Macri prometió “pobreza cero” y pidió que su administración sea juzgada al final del mandato por ese resultado. Todos saben cómo terminó. El mejor escenario que tiene el Gobierno es que la macro se estabilice y el salto de 11 puntos en la pobreza desde finales de 2023 a este segundo semestre del 2024 sea algo temporal y empiece a caer.
Si la economía no convence y los datos sociales empeoran, los que sí están más convencidos son los popes de Wall Street. El viaje presidencial a Nueva York demostró que hay interés por el “excéntrico” Milei, tal como retrató el ex segundo de Caputo, Joaquín Cottani, en su momento. Llenó el auditorio del NYSE y hubo que frenar a los traders que querían una selfie con el Presidente. “Fue un hit su paso por Nueva York. A muchos financistas les gustaría tener un Milei para votar en noviembre”, decía el ejecutivo de un banco recordando que Donald Trump no es precisamente un presidente que vaya a bajar el gasto en EE.UU. “Acá nadie hace un ajuste”, recordó.
De la reunión del ministro de Economía con sus ex colegas del JP Morgan en Manhattan quedó la misma sensación de siempre: que el Gobierno se aferra al ancla fiscal para demostrar fortaleza y que los movimientos hacia adelante son milimétricamente calculados. No dio indicios sobre el cepo, el acuerdo con el FMI, ni como pagará la deuda en 2025. El ruido con respecto a un potencial canje de deuda, algo fogoneado por el mismo Ejecutivo que presentó un DNU abriendo esa posibilidad, fue desmentido. “No va a haber ningún canje de deuda”, aseguró Caputo. En Wall Street no le creen del todo y hablan de la “bala de plata” o Plan B si no consiguen financiamiento en 2025.
Pero por ahora el mercado elige creer. Los bonos suben 50% en el año y las acciones hasta casi 160% pero nadie habla de que se acabó el bull market. Más bien, todo lo contrario. De hecho hay varios jugadores de peso que están armando sus investor trips con rumbo a Buenos Aires. Por ejemplo, el hedge fund europeo Brevan Howard confirmó que traerá clientes a la Argentina para entrevistarse con funcionarios.
También están organizando viajes el banco Barclays Capital y TPCG para traer clientes e inversores a conocer de primera mano la Argentina libertaria.
El Gobierno goza de un viento de cola en lo financiero que incluye la brecha cayendo y un riesgo país de 1.300 puntos. Y ahora se le suma el boom del blanqueo. El último dato de los depósitos en dólares mostró un crecimiento de US$ 1.340 millones diarios. El blanqueo de efectivo ya es mayor al que había logrado Macri y hay todo un mes por delante luego de la prórroga. El número final de la exteriorización ya tiene un piso de US$ 40.000 millones según dicen tributaristas y ALyCs que siguen recibiendo llamados de clientes para entrar.
El Gobierno se aferra al éxito en lo financiero mientras que por una economía que no enamora y que empieza a transmitir los primeros coletazos a la imagen presidencial.
Por Leandro Gabin-El Economista