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Netanyahu y sus aliados de la ultraderecha logran la mayoría de escaños en las parlamentarias

El líder del Likud, Benjamin Netanyahu, y sus aliados de los partidos religiosos y de extrema derecha, han obtenido una mayoría decisiva tras el recuento final de votos en las elecciones parlamentarias de Israel. El partido de izquierda Meretz se quedó a unos miles de votos de entrar a la Knésset, lo que supone una derrota histórica para los partidos de esta tendencia en el país. 

Solo el Likud, el partido de la derecha israelí liderado por Benjamín Netanyahu, obtuvo 32 escaños en el Parlamento israelí, mientras que el Yesh Atid, del primer ministro saliente, Yair Lapid, quedó en segundo lugar con 24 escaños, seguido por el partido religioso de extrema derecha, Otzma Yehudit, que obtuvo 14 escaños.

Este partido es el que ofreció al bloque de derecha de Netanyahu la mayoría que se le escapaba desde 2019. En total, este bloque logró quedarse con 64 sillas, lo que le asegura una mayoría para formar un nuevo Gobierno. 

Lapid felicitó a Netanyahu y pidió a sus colaboradores que preparasen una transición de poder organizada, según comunicó su oficina.

“El Estado de Israel está por encima de cualquier consideración política”, dijo Lapid en su cuenta de Twitter. “Deseo que Netanyahu tenga éxito, por el bien del pueblo de Israel y del Estado de Israel”.

Lapid, que ha actuado como primer ministro en funciones durante los últimos cuatro meses, hizo el anuncio justo antes de la publicación de los resultados definitivos, que mostraban la victoria holgada de Netanyahu con sus aliados religiosos y ultranacionalistas.

El umbral mínimo para entrar en la Knésset est de 3,25% de los votos. El antiguo partido laborista en el poder superó este umbral con cuatro escaños. Los partidos de mayoría árabe Hadash-Ta’al y la Lista Árabe Unida obtuvieron cinco escaños cada uno.

La facción nacionalista árabe Balad y el partido sionista, Habayit Hayehudi, de Ayelet Shaked no lograron entrar en la Knésset. Otro partido en quedarse fuera del Parlamento, es el partido de izquierda, Meretz. Por primera vez en treinta años esta formación política no tendrá representación en el legislativo, lo que supone un duro revés para la izquierda en Israel.

Las quintas elecciones parlamentarias en menos de cuatro años

En un país políticamente dividido que lucha por establecer o mantener coaliciones, los israelíes habían votado el martes en sus quintas elecciones legislativas en tres años y medio.  

A pesar de su juicio por corrupción, que se prolonga desde el 2020, Netanyahu vuelve a gobernar a sus 73 años al frente de una alianza de derecha al 100%, en la que los supremacistas judíos del movimiento Otzma Yehudit tienen una mayor parte de los escaños.  

El martes por la noche, Netanyahu había declarado en Jerusalén que el pueblo israelí logró “una transformación en los últimos 18 meses” y afirmó que los votantes habían optado por restaurar el orgullo nacional y que querían un gobierno “fuerte, no débil”. 

El año pasado, el primer ministro centrista saliente, Lapid, unió una coalición heterogénea de partidos que abarcaban todo el espectro ideológico, desde la derecha, la izquierda, el centro y un partido árabe. El único objetivo de esta alianza sin verdadero proyecto común era poner fin al reinado de Netanyahu, el jefe de gobierno más longevo de la historia de Israel. 

Mientras esta coalición luchaba por gobernar el país pese a sus diferencias ideológicas, Netanyahu cerraba filas a su alrededor para preparar su regreso a la escena política israelí. Desde 2019, las voces críticas dentro del Likud fueron acalladas; el político consolidó su bloque de partidos aliados e hizo campaña como nunca antes en las ciudades ultraortodoxas. 

Fue la derecha más radical la que dio la mayoría a Netanyahu

Este esfuerzo se complementó con una fuerte alianza. Fue el supremacista judío Itamar Ben Gvir, líder del movimiento Otzma Yehudit, cuya formación dio la mayoría a Netanyahu.

Ben Gvir, que cree en la supremacía de la ley divina y la del pueblo judío y que fue condenado en 2007 por incitación al odio y apoyo a una organización terrorista, ha pasado en dos años de los márgenes de la derecha a la parte delantera del escenario.  

Hizo campaña con un sencillo eslogan: “¿Quién es el dueño?” y dice que sus votantes “quieren caminar con seguridad por la calle”, que él quiere que los “soldados y policías no tengan más obstáculos” y que quiere “separar a los que son leales al Estado de Israel de los que socavan su existencia”.

Este líder de la derecha más extrema pretende ser ministro de Seguridad Pública, mientras que su aliado Bezalel Smotrich procura ser ministro de Defensa. Ambos quieren levantar las restricciones del ejército para disparar contra los palestinos en los territorios ocupados y también de la policía en Israel.

De manera igual, piden una reforma radical del poder judicial. Entre otras cosas, quieren que el Tribunal Supremo no pueda censurar las leyes aprobadas en la Knésset.  

Exigen también romper el poder del fiscal general e impedir cualquier proceso por fraude y abuso de confianza contra un miembro del parlamento, lo que pondría fin al proceso de Netanyahu. Según muchos observadores, todas estas intenciones pueden suponer una grave amenaza para el “orden democrático” en Israel.