El claro y extendido triunfo de Donald J. Trump que lo llevará por segunda vez a la Casa Blanca fue posible porque la economía pesó en los votantes estadounidenses más que otros factores políticos, ideológicos y culturales, y que los demócratas fallaron en ofrecer alternativas para evitar un castigo a la gestión de Joe Biden. Aquí, algunas razones y posibles consecuencias.
Cuando todavía se cuentan los últimos votos para definir la magnitud de la victoria del repubicano Donald J. Trump frente a la vicepresidenta demócrata Kamala Harris, los datos conocidos permiten identificar algunas causas, así como vislumbrar consecuencias para el país y para el resto del mundo:
. En las encuestas a boca de urna realizadas durante la jornada electoral del 5 de noviembre (casi la mitad del padrón había sufragado por anticipado), la economía y y la inflación dominaban las preocupaciones de los votantes, delante del riesgo democrático, delante de la cuestión migratoria o del derecho al aborto.
. Y los votantes que tenían a la economía como preocupación central terminaron dándole el voto a Trump con una proporción de 8 a 2.
. Según las mismas consultas, al menos el 80% de los votantes había decidido su voto en septiembre y menos del 10% durante los últimos días, lo cual relativizó el potencial daño en los indecisos de la agresiva campaña de Trump, incluso en los siete estados más disputados donde se terminó imponiendo.
. Fue la primera vez desde 2002 que los republicanos ganaron un voto popular: George W. Bush y el propio Trump llegaron a la presidencia gracias a su mayoría en el Colegio Elector pero habiendo sido derrotados en las urnas por los demócratas Al Gore y Hillary Clinton.
. Trump obtuvo casi 72 millones de votos, unos dos millones menos que en 2020. Pero mientras Joe Biden lo había derrotado sumando 81,2 millones de votos, Kamala Harris apenas reunió 67 millones. Estas cifras hablan a las claras de una desmovilización general de votantes, y más todavía de los demócratas.
. A lo largo de todo el país, que se tiñó de rojo salvo en algunos estados costeros y pocos interiores, Trump mejoró sus márgenes de apoyo respecto de 2020, y según los analistas reunió a la coalición republicana más diversa en décadas.
. En cambio, si bien con poco tiempo Harris montó una campaña eficiente de 100 días tras la renuncia de Biden, su discurso sobre democracia y derecho al aborto fue incapaz de revertir el malestar social con el alza del costo de vida post pandemia (70% de los estadounidenses declaraban que el rumbo del país era equivocado).
. Pese a los excelentes indicadores de actividad económica y desempleo, Harris cargó con la pésima imagen de Biden y la memoria de los estadounidenses de una época de mejores ingresos reales y nivel de vida general, incluyendo el acceso al crédito para vivienda, bajo la primera Administración Trump.
. Ni siquiera afectaron a Trump sus excesos verbales y los de sus seguidores, que le merecieron a Harris calificarlo como “fascista”, mientras él la tildaba de “izquierdista radical” y su vice James D. Vance la trataba de “basura”.
. Tampoco su condena en un juicio civil en Nueva York por 34 cargos (espera sentencia en noviembre) y otras tres causas abiertas por su rol en la incitación al violento asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021 y por delitos penales que se le atribuyen haber cometido en esa época. La Corte Suprema ya determinó la inmunidad penal de los presidentes en ejercicio (salvo en juicio político).
. De hecho, un demócrata, Josh Stein, se alzó con la gobernación de Carolina del Norte, un “battleground” que sin embargo Harris acabó perdiendo. En al menos otros siete estados se aprobaron por voto popular medidas en favor de fortalecer el derecho al aborto, mientras su electorado se volcaba en la nacional por Trump.
. La ola roja alcanzó estados tan demócratas como Nueva York o Nueva Jersey, que si bien mantuvieron su color político permitirán a los republicanos controlar el Senado -clave para diseñar la Corte Suprema, de por sí conservadora- y disputar la Cámara de Representantes, lo que daría un enorme poder legislativo a Trump.
. Lo que históricamente ha sido una ventaja electoral en las democracias se ha convertido en un lastre en el ciclo actual: ser oficialista. En el último año, la mayoría de los gobernantes de todo el mundo se han visto obligados a abandonar sus cargos o han obtenido resultados muy inferiores a los esperados en las urnas (por ejemplo, Reino Unido, Japón, Francia, Alemania, Austria, India, Sudáfrica). Los próximos son profundamente impopulares y se espera que pierdan pronto el poder (Canadá, Alemania, Noruega).
. También se verificaron algunos cambios en la demografía electoral que favorecieron a Trump. Así, Harris no consiguió un apoyo tan masivo de las mujeres (54% contra 57% de Biden en 2020), lo mismo pasó con los jóvenes (52% contra 61%). Trump, de su parte, ganó una mayor proporción del voto de menores de 30 años que cualquier candidato presidencial republicano desde 2008.
. En el estado de Florida, el condado de Miami-Dade -de predominio latino- había respaldado a la demócrata Hillary Clinton por 30 puntos en 2016 y a Biden por 7 puntos en 2020. Ahora, Trump ganó por casi 12 puntos.
. El apoyo de votantes sin estudios universitarios de muchos grupos étnicos y minorías sugirió un cambio importante en la división política del país: menos divididos por etnia, y sus profesionales urbanos y trabajadores más distanciados.
. Según el WSJ, desde 2016 Trump atrajo al Partido Republicano a blancos de clase trabajadora pero ahora lo amplió en esa franja a todas las etnias (9% a 11%).
Guerra, pero comercial
. A nivel global, el mayor perdedor es Ucrania. Trump ha dicho repetidamente que pondrá fin a la guerra allí en 24 horas, lo que podría lograr si congela el conflicto a lo largo de las líneas territoriales actuales, con Rusia de facto consiguiendo mantener la tierra que ha conquistado.
. En Medio Oriente, un ganador puede ser el premier israelí, Benjamin Netanyahu, que puede esperar un mayor apoyo de Trump. que tiene a Irán como gran enemigo y cuenta con el apoyo de varios líderes árabes desde hace años, tras la firma de los Acuerdos de Abraham.
. Durante su campaña, renovó su intención de reactivar otra guerra: la comercial que abrió con China y Europa en 2018-2020. “La palabra más linda del diccionario es arancel”, dijo en The Economic Club of Chicago.
. En el día después de su triunfo electoral, México lideró una devaluación generalizada de divisas frente al dólar (salvo en Argentina) y China aceleró una venta de acciones mientras los mercados emergentes se agitaban.
. Antes de la primera guerra comercial de Trump, los aranceles estadounidenses estaban entre los más bajos del mundo, con una media de 1,6%. Ahora, propone elevarlos para China hasta 50%, y generalizar otros del 10% al 20% contra
. Pero los aranceles podrían añadir miles de dólares anuales de costo a los hogares estadounidenses por aumentos de precios, un problema que llevó a los votantes a apoyar a Trump. Una medida así afectaría las exportaciones de toda América Latina (exceptuando seguramente México, por el TMEC).
. Semejante ofensiva también puede generar represalias de China y otros países, lo que recortaría las exportaciones estadounidenses, ahondaría su déficit comercial y perturbaría las cadenas de suministro como ya pasó en pandemia.
. Hacia adentro, Trump impulsa recortes de impuestos como en 2017, en especial para las grandes corporaciones (del 21% al 15%), más que para la clase media.
Xenofobia recargada
. Vinculado con su nacionalismo económico, los votantes apoyaron en la elección sus planes de provocar “la mayor deportación de la historia” de inmigrantes del país, entre 15 y 20 millones de personas hasta ahora indocumentadas, la mayoría desde la frontera sur con México.
Tras aflojar los controles fronterizos, Biden los endureció y contuvo a miles de inmigrantes desde América Central, pero ese giro de política resultó estéril para convencer al electorado estadounidense de que solucionaría lo que la mayoría ve como un problema nacional de primera magnitud.
“A todas nuestras paisanas y paisanos, a las y los empresarios: no hay motivo alguno de preocupación, México siempre sale adelante. Somos un país libre, independiente, soberano y va a haber buena relación con Estados Unidos”, fue la primera reacción de la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum.
. Desde Brasil, país que preside el Grupo de los 20 (G20) y organiza la Cumbre de Líderes de este noviembre en Río de Janeiro, la última con Biden representando a Estados Unidos, el presidente Lula Da Silva dijo: que “mundo necesita diálogo y trabajo conjunto” en pos de “la paz, el desarrollo y la prosperidad”. “La democracia es la voz del pueblo y siempre debe ser escuchada”, comentó sobre Trump, antiguo aliado del ex presidente ultraderechista Jair Bolsonaro.