Misiones Para Todos

Pablo Aimar, el alma sensible del cuerpo técnico de la Selección

El ex enganche se hizo viral por el llanto de desahogo tras el gol de Messi ante México, pero su influencia en el complejo de Ezeiza es enorme, tanto a nivel combinado mayor como juveniles. De sus mensajes a los más chicos a la cancha especial que mandó a diseñar

Lionel Scaloni se tapa la boca para que no le lean los labios, le habla enérgicamente al oído. Pablo Aimar suspira, lo escucha sin escucharlo, está al borde del quiebre, no reprime la congoja. Argentina acababa de romper el cero en el duelo ante México cuando el empate lo dejaba al borde de la eliminación del Mundial Qatar 2022. Ni hablar si el Tri llegaba a vulnerar a Dibu Martínez (aunque para eso, claro, debía llegar cerca de su área).

El Payasito (o Payito, tal su apodo original, deformado con el tiempo) podría no estar ahí, en el banco de suplentes del estadio Lusail. Acompañó al Gringo al torneo de L’Alcudia en 2018, cuando la AFA no tenía a quién mandar a comandar a los jóvenes tras los cortocircuitos y la salida de Jorge Sampaoli y Sebastián Beccacece. También en los primeros compases del interinato, aunque en un punto, incluso públicamente, dio a entender que su aporte estaba completo. Que debía volver a trabajar con el Sub 17, con el Sub 15; con los chicos, porque su lugar en el mundo está en la formación.

Sin embargo, ahí está, con Scaloni, Walter Samuel, Roberto Ayala, buscando darle cuerpo al sueño argentino en la Copa del Mundo. Es que, aunque su perfil bajo muchas veces no ofrece dimensión de su influencia en el complejo de Ezeiza, alrededor de Aimar se gestó la renovación a nivel selecciones del fútbol argentino. Llegó, junto a Diego Placente, como parte de la estructura que desembarcó con Hermes Desio como director general. Pero ambos trascendieron cuando el proyecto mutó. Y como un puzzle coincidieron con el hoy entrenador de la Mayor, de ideas similares. Luego se sumó Javier Mascherano en el Sub 20. Y Bernardo Romeo cerró el paquete en el rol de coordinador general.

Y está a pesar de que en el umbral del Mundial sufrió un golpe duro. Hace poco más de un mes perdió a Mary Giordano, su mamá. Todos los clubes por los que pasó le expresaron sus condolencias, con Estudiantes de Río Cuarto, el club en el que se formaron el Payasito y su hermano Andrés, a la cabeza. Ese Aimar expansivo en las juveniles asume otra función en la Mayor, a la que accedió a pedido del Gringo, pero como uno más. “No me sorprende lo que ha hecho Scaloni porque siempre fue un apasionado del fútbol. Lo que más le admiro es la tranquilidad con la que se tomó el lugar, lo bien que lo lleva, la comunicación y la comunión que tiene con los jugadores. No tengo dudas de que va a tener una carrera fantástica. Él, como cabeza de grupo, es alguien que toma riesgos y los asume, y es admirable la paz con la que se toma el lugar en el que está”, elogió desde su papel de lugarteniente, por más que en Ezeiza todos saben que su importancia excede largamente el papel de actor secundario.

El ex enganche es fuente de consulta permanente desde lo estratégico, tal como se vio en el video de la congoja. Pero también es muy respetado por los futbolistas puertas adentro de camerinos. Basta con recordar que era el ídolo del capitán Lionel Messi por su arrojo y sus fintas con la casaca de River, Benfica, Valencia y, claro, la selección argentina. Si hasta el discurso de Scaloni post partido ante méxico, en el que también lagrimeó como desahogo luego del 2-0 de Enzo Fernández, parece extractado de alguna declaración del cordobés: “La sensación es que te estás jugando algo más que un partido de fútbol. Intentaremos corregirlo. Que ellos sientan que es un partido de fútbol. Cada vez que tengas que jugar un partido así, con la Selección siempre va a hacer así. Pero es difícil hacerle entender a la gente que mañana sale el sol, ganes o pierdas”.

Arrastra ideas propias, pero también el influjo de José Pekerman y Marcelo Bielsa, que dejó estela en su formación, y ese combo es el que transmite en cada gesto, cada actitud, cada trabajo, cada plan. Del Loco absorbió ese espíritu amateur que brota en cada paso de caminata del ex Leeds, o en la pose de Pensador de Rodin sobre la heladerita. “Cuando hablo del disfrute, hablo mucho de los juveniles. Él habla mucho en sus charlas de eso. Eso te hace salir a la cancha con un subidón maravilloso. Varias veces mencionaba a la persona en el Interior, que su única alegría de la semana iba a ser eso que iba a ver en la televisión y que empezaba dentro de cinco minutos, que era el partido que jugaba la Selección. Uno, en ese momento, que tenés 22 ó 23 años, sabés que ese alguien es tu tío, tu abuelo. Esas cosas hacen que uno juegue un partido con la palabra motivación, que encierra muchas cosas”, supo declarar.

De José, hoy entrenador de Venezuela, próximo rival de Argentina en las Eliminatorias, por ejemplo, surgen las reglas internas de convivencia en los juveniles. Celulares en la mesa o en el vestuario, no. Hay una observación en las redes sociales: nadie les prohíbe nada, pero sí que el contenido mantenga una línea de respeto. “Incluso hemos tenido charlas en las que nos guiaron sobre qué contenidos pueden perjudicarnos. Nos explicaron que somos jugadores de la Selección todo el tiempo, no sólo en Ezeiza”, contó un joven que estuvo bajo su tutela.

Aimar y compañía también prestan atención para que los juveniles cumplan con las tareas del colegio, están pendientes de la formación académica de los chicos. “Son jugadores dos horas por día. El resto del tiempo son personas iguales a todos”, es una de las máximas del ex River Plate y Valencia. El DT y su equipo se respaldan en la “regla de las tres C”: “contención, comprensión y confianza”.

En 2019, antes del Mundial Sub 17 de Brasil, en la sala de juegos del predio de Ezeiza el cuerpo técnico pegó un cartel con “8 mandamientos” a seguir por las promesas bajo el título “nuestros valores”.

-Sentido de pertenencia (dar todo por la camiseta)

-Determinación (resolver con valentía)

-Humildad (reconocer errores, dejarse ayudar)

-Generosidad (dar más de nuestro 100%)

-Entusiasmo (tener ganas de hacer, contagiar)

-Respeto (por favor, gracias, permiso, buenos días)

-Trabajo en equipo (ninguno es tan bueno como todos juntos)

-Compromiso (siempre)

La enumeración termina con una frase motivadora para los juveniles: “Vestir esta camiseta… Si te emociona pensarlo, imaginate vivirlo!!!”.

Ese punto Aimar lo profundiza en continuado en su discurso, el externo, ante los micrófonos, y el íntimo, para los grupos a los que le toca comandar o acompañar. “Sus charlas no son tan largas, es muy concreto en lo que dice”, orienta otro jugador que lo tuvo como jefe de vestuario. Y en las mismas subraya que nunca se sacaría o la camiseta o el buzo de la Selección, aunque siempre disfrutando de ese privilegio, sin que se convierta en una presión o en un elemento paralizante.

Quedó en el recuerdo una frase suya en 2018, que se hizo viral y cada tanto resuena como un mantra albiceleste: “Lo primero que sentís es que no te querés ir nunca de la Selección. Hay familias que pagan en 24 cuotas esta ropa, y a ellos se la dan para entrenar. Es un privilegio muy grande”.

Pero, dicho quedó, todo en un contexto en el que la responsabilidad se mezcla con el juego. “Están obligados a pasarla bien, a disfrutar de lo que están haciendo, del lugar donde están. Pero sólo decírselo no, porque si les decimos que venimos acá para disfrutar y hacemos 800 pasadas de 4 mil metros es difícil. Habrá algunos que sí porque son atletas, pero los chicos que van a jugar al fútbol, me imagino que van a jugar al fútbol”, señaló en una entrevista con el programa radial Todo Pasa.

En el universo Aimar, el proceso tiene tanto valor como el puerto de llegada. “No pasa por el resultado final. Creo que hemos ayudado a estos chicos a ser un poco mejor de lo que eran hace cuatro meses, o por lo menos lo intentamos. Intentamos que no solo sea dentro de la cancha, que sean educados, respetuosos… Si termina con un título eso se ve. Si no termina con un título eso no se ve, pero el trabajo estaba hecho”, sostuvo tras la vuelta olímpica en el Sudamericano Sub 15 de 2017.

Lo mismo cuadra para el estilo futbolístico. El hoy DT usa la pizarra, pero como una herramienta, no como un dogma. Incentiva la inspiración de los chicos en cada minuto aprovechado en Ezeiza. En el imaginario Aimar, está la idea de desarrollar “espacios creativos”. Para ello, apela a los ejercicios en espacios reducidos como disparador. Pero las prácticas, por ejemplo, se inician con juegos; “lúdico” no es una mala palabra. La acción arranca con movimientos recreativos o tareas atencionales.

El 95% de los trabajos tienen a la pelota como reina. Es verdad, la base física los chicos la traen desde sus clubes, pero hay una búsqueda detrás. En el predio hay una cancha que no tiene límites, estilo Showbol, que Aimar pidió expresamente para fomentar el juego rápido, la asociación y la atención plena. Allí se desarrollan mini partidos de 15 a 20 minutos, de tres o cuatro tiempos, en los que los juveniles entran y salen sin detener las acciones.

Además, cuentan en el predio que el ex organizador de juego, de 43 años, hace un seguimiento diario de los campos de juego, pide que los rieguen, que sean un paño, para que la pelota corra bien y los jóvenes le pierdan el miedo, incluso, al error. “Hay que crearles entornos creativos a los chicos. El fútbol es mucho de imaginación, no es ajedrez. La torre va siempre para adelante y los costados. El caballo también hace siempre los mismos movimientos. En fútbol no. Ellos tienen que equivocarse. Si nosotros a esas edades sólo jugamos tácticamente no podemos esperar jugadores creativos. Y vuelvo a la defensa atrapada atrás, eso lo destraba un creativo. Uno que se imagina algo diferente. Tenemos que dejarlos y permitirles equivocarse, sobre todo a la edad que estoy yo, que son niños jugando al fútbol”, supo plantear.

Tal vez con aquel Payasito en el espejo, aquel al que un tal Lionel Messi eligió como ídolo, Aimar busca talento para cobijarlo, darle el entorno para brillar, en épocas de la mecanización del fútbol como discurso casi único, irrebatible. “No me gusta escuchar que no hay jugadores creativos y no me gusta tampoco escucharlo después de hacer 800 entrenamientos automatizados. Es muy probable que no haya jugadores creativos si todo es automático y si a uno que gambetea con 15 años le decimos que no lo haga si la pierde 2 ó 3 veces. A esa edad la van a perder 2, 3, 5 ó 10 veces. Entiendo lo del juego posicional, lo de atacar los espacios. Yo creo más en que los entrenadores nos tenemos que hacer cargo de esa supuesta, o real, falta de creatividad. Creo que esas defensas en bloque las destraba un creativo. Un creativo gambetea, inventa algo diferente cuando todo es monótono”, expuso en el Congreso Magistral, en el que también participaron los entrenadores españoles Dani Guindos, Óscar Cano y Rubén de la Barrera.

“Yo creo que hay que seguir a Pablo AimarEs un señor. Los valores que les ha dado a las Juveniles y ahora a la Mayor. Cuando hablen con Messi, con Di María, pregúntenle por Aimar. Es un gran referente para lo que viene”, dijo Eduardo Domínguez, ex entrenador de Independiente y Colón, a principios de año. No se trata, precisamente, de un amigo del ex enganche. Pero su prédica en los contadas apariciones en los medios, y la silenciosa huella que deja en sus dirigidos, llevaron al ex defensor a subirlo al pedestal de ejemplo.

Un hombre que siente el fútbol igual que el Payasito que dibujaba gambetas en Río Cuarto, que anhela volver a abrevar en las fuentes del juego libre de tensiones absurdas, pero al que casi el explota el corazón en el desahogo por el gol de Messi… Como a todos los argentinos.

Por Pablo Cavallero-Infobae