Tras el cuarto puesto logrado en la Copa del Mundo comienza una etapa de transición; en la reconstrucción del equipo se ven señales auspiciosas rumbo al Super Rugby de 2016
La derrota ante Sudáfrica marcó el fin de un ciclo. Desde mañana, la realidad de los Pumas será otra. El partido marcó la despedida de varios de los emblemas de este equipo y será necesaria una pequeña reconstrucción. Una vez más, hay que volver a empezar. Pero si algo se logró en este Mundial es haber forjado una nueva identidad a partir de la cual será más fácil la transición. El futuro es auspicioso.
A partir de la vocación ofensiva que les imprimió Daniel Hourcade, los Pumas se ganaron la admiración tanto de los hinchas argentinos como de aficionados de todo el mundo del rugby. Más importante que la vistosidad del juego es cómo, en conjunción con las bases del rugby argentino (la garra, la defensa, el scrum), el equipo consiguió una fórmula ganadora que le permitió meterse entre los cuatro mejores del mundo.
En el estadio Olímpico no pudieron con un equipo de Springboks que fue mucho más clínico y se pagó el precio de los 10 cambios que hubo que hacer, pero ni la irregular actuación ni la derrota empañan en absoluto el fantástico mundial de los Pumas.
Lo más destacable es que el equipo tiene un futuro enorme. Diez jugadores del plantel mundialista (11 contando a Santiago García Botta, que se sumó de urgencia para el partido con Sudáfrica) tienen 24 años o menos, por lo que están en condiciones de entregarle cuatro años de calidad al seleccionado y llegar a Japón 2019 en condiciones todavía mejores a las que lo hicieron aquí, lo que no es poco. La experiencia que adquirieron en este certamen más la que irán acumulando en los cuatro Rugby Championship subsiguientes auguran un gran porvenir. Además, el ingreso al Super Rugby le permitirá a este grupo joven medirse todavía más asiduamente con los mejores y seguir creciendo aún más. Lo mejor está por venir.
La transición, con nombres propios
Así y todo, la transición no será sencilla. A partir de la medida de la UAR de que los jugadores que no actúen en el Super Rugby o en la Argentina no puedan jugar en los Pumas, el equipo perderá a siete de sus máximas figuras: Juan Martín Fernández Lobbe, Marcelo Bosch,Marcos Ayerza, Horacio Agulla, Juan Imhoff, Juan Figallo y Mariano Galarza, al menos en el mediano plazo, no podrán vestir más la celeste y blanca. Una grieta en el juego y, sobre todo, en lo que refiere a experiencia, que tardará tiempo en subsanarse.
Para que la transición sea más llevadera, los más jóvenes, además de la experiencia acumulada, contarán con el liderazgo de algunos veteranos que aceptaron regresar al país y jugar en los Jaguares (la franquicia del Super Rugby): el capitán AgustínCreevy, Juan Manuel Leguizamón y Juan Martín Hernández. En total, son 21 los integrantes de este plantel que están contratados por la UAR, más varios que no llegaron a Inglaterra 2015 (Manuel Montero y Tomás Lezana, por ejemplo). Sólo resta saber qué ocurrirá con Leonardo Senatore(está libre) y si Lucas González Amorosinose sumará cuando finalice su vínculo con Munster, en tres meses.
Pero en definitiva, por las bajas y por los desafíos que se avecinan, con la responsabilidad de saberse uno de los cuatro mejores equipos del mundo, a partir del 31 de octubre comienza una nueva realidad para los Pumas.
El mayor desafío, ante esta exigencia creciente, será transformar el desarrollo individual en una mejoría colectiva. La misión no será sencilla. Entre Pumas y Jaguares, un mismo plantel disputará al menos 27 partidos en la temporada. Desde la pretemporada que arrancará en enero al último partido a jugarse el 29 de noviembre será una convivencia larga y habrá que saber congeniar personalidades. Todo al tiempo de medirse con los mejores.
Un traspié ante los Sprinboks
La derrota ante los Springboks debe tomarse como un traspié. Los Pumas ganaron el partido que tenían que ganar: el de cuartos de final ante Irlanda. Pero en las derrotas, también evidenciaron grandeza. Ante los All Blacks le abrieron los ojos al mundo de lo que eran capaces de hacer cuando se largaban a jugar y ante Australia dejaron en claro que la mística puma está intacta. Ante los Springboks, pese a tener el partido perdido buscaron el try hasta el final, y tuvieron su premio consuelo. También hay cosas por corregir; en definitiva, es un signo positivo. Los jóvenes todavía tienen mucho que aprender y pueden ser todavía mejores jugadores.
El próximo partido será apenas en tres semanas, el 21 de noviembre en Twickenham, ante Barbarians. Los que juegan en Europa estarían habilitados por la UAR (la veda rige a partir de 2016), pero no por sus respectivos clubes, ya que no se trata de una ventana internacional de World Rugby y las ligas de Europa están en plena competencia. Hourcade dijo que intentarán negociar algunas cesiones, pero no resultará una negociación sencilla. La transición ya está en marcha. El futuro es promisorio. Ahora hay que saber capitalizarlo.
Por Alejo Miranda