En una entrevista con Agustina Kämpfer en Algo que contar, la intérprete y productora habló de experiencias personales
La actriz Patricia Palmer se destaca en diferentes formatos de ficción desde hace cuatro décadas. A sus 67 años, dirige la obra teatral Mujeres que cocinan con huevos, que aborda la violencia machista desde la perspectiva de una mujer en un matrimonio opresivo.
“La violencia está en el ser humano, por eso tenemos que estar tan atentos a que no nos salte esa chispa de violencia. Todos somos pasibles de cualquier acto violento, lo llevamos en la simiente. Creo que todas las mujeres hemos sufrido abuso, hemos caminado con miedo, con temor, y eso es algo que el varón tiene que comprender. Yo lo sorteé porque tengo una personalidad muy firme”, resumió.
A continuación, contó cómo se desenvolvieron esas situaciones en su vida personal. “Esas cosas me pasaron en Buenos Aires a los 24 o 25 años, yo ya estaba muy firme y eso se lo debo a mis padres”, dijo.
Y agregó: “También tuve escenas de abuso cuando tenía 12 años, con un vecino. Tuve la suerte de poder decírselo a mi mamá, y ella tuvo un ataque de violencia: se fue con el palo de amasar y no vi lo que pasó, pero lo debe haber golpeado un montón”.
Hablar de la violencia machista
En diferentes momentos de la charla, la artista profundizó en hechos fundamentales de su vida personal. Según contó, se casó “virgen a los 18 años y teniendo un padre que era muy liberal”.
Sin embargo, rescató, la influencia de su madre era diferente. “Yo era de la juventud cristiana, todo un espanto, que por suerte no cometí con mi hija. Para mí fue un infierno, porque me casé con una persona sumamente violenta”.
Y comentó: “Salimos indemnes con mis hijos. Mi hija tenía 18 días cuando me separé, y creo que fue gracias a ella, que me dio fuerza como madre“.
Consultada sobre su visión del feminismo, señaló que se identifica con los aportes de la escritora y activista Rita Segato, de quien rescató el lema “que el feminismo no ocupe el lugar del hombre que queremos dejar atrás”.
Siguiendo esa idea, relató cómo evolucionó su capacidad para hablar de la violencia que padeció:
“Ni siquiera pude decir lo que pasaba, mi papá algo olió. No le contaba porque tenía mucho miedo a la violencia, pensaba que se iban a matar. Pude empezar a decirlo hace muy poco, aunque me hizo bien ocultárselo a mi hija durante mucho tiempo, porque tiene una imagen hermosa del varón, a pesar de que su padre estuvo ausente toda su vida”.