Faltan solo cuarenta días para que los dirigentes del peronismo decidan qué candidato, candidata o candidatos pelearán por el partido. Los cinco vicepresidentes que quedaron a cargo tras la renuncia de Alberto Fernández solo se limitan a cumplir con las formalidades que requieren la convocatoria a elecciones y una de ellas tuvo que ver con reglamentar fechas y condiciones. El 19 de octubre antes de las 12 de la noche tienen que estar los nombres pero además se estableció que ante la posibilidad de lista única “no se realizará el acto electoral de acuerdo a lo establecido en el artículo 60 del Reglamento Electoral, procediendo la Junta a proclamar a los candidatos/as electos”. Y este parece ser el escenario previsible.
“Voy a ser presidente del PJ”, se apresuró a decir esta semana el gobernador de La Rioja, Ricardo Quintela, minutos antes de ingresar a un encuentro con otros gobernadores. Inmediatamente se corrigió y dijo: “Voy a pelear para ser”. Hasta ahora es el único dirigente que admitió en público que quiere conducir el espacio.
Pero hay otros nombres y uno de ellos es el de Lucía Corpacci. Tal como contó PERFIL semanas atrás, la senadora por Catamarca tiene el visto bueno del kirchnerismo. Cristina Kirchner abre la discusión sobre hacia dónde tiene que ir, pero no cree necesario asumir su conducción. Eso sí, dice que es un lugar al que no tiene que llegar alguien que pueda hacerte daño.
Esto no significa que no se involucre en la interna partidaria. Hay otros lugares que la vice mira aún con más atención que el cargo del presidente del partido y tiene que ver con la integración del Consejo Nacional.
Este órgano tiene 75 miembros que representan al movimiento obrero, al sector femenino y a la juventud. Cuenta con una mesa directiva de veintiocho dirigentes integrada por un presidente, cinco vicepresidentes y 22 consejeros. Sus miembros son los encargados de hacer cumplir las normas del partido, las resoluciones del Congreso Nacional y las reglamentaciones que se dicten. Allí es donde está el poder de la lapicera que define las listas y reglas para las próximas elecciones legislativas y presidenciales.
Cristina mira estos casilleros para enviar a Eduardo “Wado” De Pedro a negociar. Por el Instituto Patria también pasaron en las últimas semanas los que quieren conducir el espacio y los que tienen un nombre para ofrecer. Lo que pretende CFK es que la nueva conducción tome nota de sus últimas declaraciones. “Le interesa más hablar de hacia dónde tiene que ir el partido, proponer las discusiones para ganar las elecciones que estar en la conducción formal”, dicen en su entorno.
Los gobernadores no muestran preocupación. Saben que la convocatoria para las elecciones del 17 de noviembre pueden resolverse antes con una lista única que debería quedar conformada el 19 de octubre.
Los jefes provinciales peronistas tienen algo más urgente que resolver y es la conducción del Consejo Federal de Inversiones, hoy a cargo de Ignacio Lamothe. Un organismo con una caja millonaria compuesta por un porcentaje de los fondos que a las provincias le llegan por la coparticipación. El contratiempo que le surgió al peronismo es la pérdida de territorios que lo dejó con 7 votos en el organismo contra 8 de Juntos por el Cambio. Sin embargo, aseguran contar con jefes provinciales aliados al peronismo para mantener el nombre de Lamothe, que llegó allí cuatro años atrás propuesto por De Pedro pero que supo responder a todos en el cargo y repartir los fondos sin distinción de color político.
Otra incógnita es qué pasará con el PJ bonaerense a cargo de Máximo Kirchner. El diputado fue el primero en anunciar elecciones en noviembre pero la organización no prosperó. La figura de Máximo es cuestionada pero quienes lo hacen aseguran que este no garantiza las condiciones para pelear por su lugar.
Por Rosario Ayerdi-Perfil