Misiones Para Todos

"Poné a Francella"

Mala praxis económica, derrotas políticas y la causa Discapacidad: Milei arde.

Parafraseando al viejo tema de Viglietti, el Presidente podría cantar: “me matan si no ajusto, y si ajusto me matan”. Todas las votaciones de las últimas semanas en el Congreso lo ponen en esa disyuntiva: si los mercados lo ven timorato, desconfían, y si la mayoría social lo ve cruel, le ocurre lo mismo. No es la primera vez que sucede esto en la historia, obviamente. Pero para zafar de esa encerrona, el Gobierno debería tener una válvula de escape que se llama consumo masivo, la cual no se verifica.

El EMAE del Indec (ojo con las renuncias internas) lleva dos meses seguidos en leve baja, lo cual significa un agotamiento de la recuperación. Con apretón monetario, tasas por las nubes y “plan recesión” va a ser muy difícil que suceda algo distinto.

Definitivamente esta semana fue mala en materia de noticias económicas, salvo la licitación de bonos del lunes que mejoró algo de las dificultades de la semana anterior. No obstante, el saldo de comercio exterior se está reduciendo mucho, subieron los precios mayoristas (señal de que la devaluación se está trasladando), julio tuvo déficit fiscal después de pagar deuda, el Índice Líder de la UTDT detecta que el temor a una recesión ahora es el doble al que existía en mayo, y algunos economistas empiezan a corregir la proyección de crecimiento del PBI más cerca del 4,5%, ya no del 5.

Pero lo peor fue la caída del Índice de Confianza del Consumidor de la mencionada Universidad Di Tella: casi 14% de descenso, el mayor en estos 20 meses de gestión libertaria (¿o exlibertaria, según la opinión de los economistas que renunciaron al Instituto Mises?). Dicho indicador cayó en todos los segmentos geográficos y sociales, además de que ya está por debajo del mismo mes de 2024. Téngase en cuenta que para la definición del voto no importa “el bolsillo”, sino la percepción sobre el bolsillo. Por eso cobra relevancia este índice.

Cuando el río suena, aguas trae. La saga de las tasas no es solo una puja coyuntural entre el Gobierno y los bancos: es el fin de la luna de miel del poder económico con esta administración. Es común encontrar a economistas que alababan al oficialismo, ahora haciendo advertencias negativas sobre la segunda parte del mandato: mostrar resultados importantes para la sociedad va a ser más difícil –bajar la inflación es más sencillo que reactivar y crear empleos– y encima el mundo no ayuda. Además, ¿es verdad que la decisión de desarmar las LEFIs fue del león, lo que generó muchos ruidos con el ala más racional del Banco Central? ¿Todo iba mejor cuando el Javo no se metía? Esta mala praxis monetaria: ¿obligará a pedir “a little help from the Federal Reserve” poselección porque con el auxilio del Fondo no alcanza? “Que no panda el cúnico”: la geopolítica lo va a ayudar al gatito mimoso.

Como ya lo advertimos la semana pasada, la gestión luce muy lenta en sus reacciones, como un boxeador grogui en el décimo round. No tiene agenda para contrarrestar las malas noticias. Esta semana se comió dos cachetazos en el Congreso. Lo único que se les ocurrió fue un pobre posteo del vocero presidencial diciendo que estaban considerando asignar fondos al área de Discapacidad. ¿Con eso imaginaban desarmar la piña desde Diputados? Los gobiernos no comunican intenciones: tienen que comunicar decisiones.

Todo lo que le pasa al Gobierno en el Congreso, ya ni merece comentarios. Las decisiones sobre los cierres de listas tuvieron su efecto lógico: los que no tenían ya nada que perder por quedar afuera del juego, se esmeraron en ser empáticos con sus votantes. Hubo de todo en Diputados, hasta ruidos entre los propios gobernadores que forman parte de un mismo frente electoral nacional.

Y como si esto fuera poco, estalló la causa Discapacidad. ¿Por qué esto debería preocupar mucho a LLA?

  1. A diferencia del caso Libra, aquí existe la sospecha (habitual) de coimas sobre las contrataciones del Estado, mientras que aquél es un poco técnico para terminar de comprenderlo cabalmente; es relevante la sumatoria de casos, lo que genera un impacto distinto por efecto acumulativo: Libra + empresas de los Menem+Discapacidad;
  2. se da en un marco económico de ausencia de boom de consumo, el cual podría llevar a que la mayoría haga la vista gorda;
  3. Milei se llenó la boca sobre terminar con la casta y sus mañas: esto lo equipararía a la política tradicional;
  4. se da en el comienzo de la campaña electoral nacional, y a dos semanas de la elección bonaerense;
  5. se menciona directamente a la hermana del Presidente; y
  6. estos temas son sensibles para los votantes del exJuntos por el Cambio.

Esta última consideración es sustantiva porque es el segmento electoral más sensible a las cuestiones institucionales/republicanas. Los decepcionados tienen adónde ir, ya que hay muchas terceras vías. La gran cuestión es si querrán ir a votar o se quedarán en casa, desincentivados por la agudización de la grieta central. El abstencionismo es la gran amenaza para los opositores moderados. Pero como toda dinámica en la política contemporánea es exponencial, de corto plazo, nadie podrá arriesgar opinión hasta ver el clima de los últimos días. Proyectar el hoy hacia dos semanas –7 de septiembre– o dos meses –26 de octubre– es un ejercicio temerario.

El campeonato mundial del carpetazo dentro de LLA era esperable: el bando perdedor en los cierres de listas se cobra venganza, más aún con su aparato digital y “servilleta”. Una muestra más de que el triángulo dejó de existir hace meses. Muchos en este mundillo se preguntan si este desmadre no es tirarse un tiro en el pie que va a afectar al conjunto. Puede ser. Salvo que los violetas ganen el 7 de septiembre y haya una tregua, los ajustes de cuentas internos van a afectar el 26 de octubre.

Clima económico complejo, mala praxis política y sospechas de corrupción conforman un combo poco recomendable para empezar una campaña. Por eso el Presidente dos veces ordenó en los últimos días Poné a Francella, y así tener un argumento para alimentar sus batallas culturales.

Por Carlos Fara