El impulso de acciones afirmativas en diversos ámbitos amplía la participación de mujeres en espacios de decisión. El lobby político sigue a cargo de varones.
Históricamente, los espacios de decisión en la política -y en todas partes- han estado a cargo de hombres heterosexuales. Todos los informes respecto de la brecha de género en los distintos poderes del Estado, en las corporaciones empresarias y en los sindicatos, por mencionar algunos de los lugares en los que se toman las decisiones sobre la ciudadanía, dan cuenta de la desigualdad. En el Poder Legislativo, luego de las leyes de paridad, los números se van acomodando. En las empresas, el proceso es muchísimo más lento, aunque con algunas luces al final del túnel. En los sindicatos hay presión de las bases, pero las cúpulas siguen en manos de varones que no parecen muy dispuestos a ceder ningún espacio ni a discutir poder con las mujeres. En la Justicia, uno de los poderes más conservadores, la voluntad de cambio se ve en algunos colectivos feministas en el interior de los tribunales, pero, de nuevo, las cúpulas siguen siendo eminentemente masculinas y sin perspectiva de género.
Sin embargo, hay una cuestión central que no es posible impulsar desde ninguna acción afirmativa (¿o sí?): la igualdad de oportunidades para el acceso a la rosca. Esos almuerzos presidenciales de los martes en los que sólo participan varones son sólo un botón de muestra de que los espacios en los que se discuten los ejes “importantes” de una gestión todavía están vedados a las mujeres y podrían considerarse una réplica del asado nocturno (o el diurno con el clásico círculo masculino alrededor de las brasas y el círculo femenino alrededor de las ensaladas, y eso que esta gestión cuenta con una gran asadora entre las funcionarias de primera línea), el picadito de fútbol (moneda corriente en la gestión de Macri y espacio lúdico habitual del gobierno de Fernández antes de la pandemia, en este caso con la participación de una mujer, la jugadora de San Lorenzo ahora a cargo del Instituto Nacional de la Juventud, Macarena Sánchez), el after office… todas situaciones en las que reina la testosterona mientras las mujeres están en casa a cargo de las tareas de cuidado (otro eje de este gobierno y un tema ineludible de ahora en más por las brutales consecuencias que dejará la pandemia en este sentido).
El presidente Alberto Fernández se diferenció de su principal oponente en la campaña electoral de 2019 por tener en agenda cuestiones vinculadas con los derechos de las mujeres. La primera medida en ese sentido fue la creación del Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad, a cargo de Elizabeth Gómez Alcorta. Desde esa cartera, además de la presentación del Plan Nacional contra las violencias con un presupuesto 11 veces mayor al de la gestión anterior y la articulación de programas con otros ministerios y reparticiones estatales, se han propuesto diversas acciones afirmativas como indicaciones para la presencia de mujeres en las comitivas presidenciales y en las fotos de audiencias (el reclamo del colectivo Mujeres Gobernando por formar parte de las fotos que publica Presidencia -luego protocolizado por el Ministerio de las Mujeres, todavía sin éxito visible-, como modo de visibilizar la presencia y la labor de las mujeres en la gestión de la emergencia –acompañado por el activismo feminista-, consiguió otras fotos y una disculpa pública del Presidente) y el impulso a la paridad al interior de los partidos políticos, condición necesaria para alcanzar la paridad en las listas electorales y hoy en pleno debate por la salida del flamante secretario de Energía, Darío Martínez, de la Cámara baja y la felicitación pública a su reemplazo, Guillermo Carnaghi, exdiputado provincial neuquino, un escaño que, de acuerdo con un fallo de la Corte Suprema de Justicia, debía ser ocupado por la delegada del Ministerio de Trabajo de la Nación en Neuquén, Asunción Miras Trabalón.
A meses de las elecciones de 2021, la pregunta es cuándo y, sobre todo, dónde se van a definir las candidaturas. Si, en el caso del oficialismo, será en los almuerzos de los martes o habrá espacio para que las mujeres se acerquen al círculo alrededor del fuego o hagan el asado.
La creación del colectivo Mujeres Gobernando es otro de los hitos dentro del Poder Ejecutivo. Autoconvocadas, muchas de las funcionarias de primera y segunda línea tuvieron un par de reuniones presenciales antes de pasarse al grupo de WhatsApp en el que se consultan, articulan ideas y se blindan frente a las situaciones de violencia machista y de falta de visibilidad.
La pregunta que empieza a surgir a meses de las elecciones legislativas de 2021 es cuándo y, sobre todo, dónde se van a definir las candidaturas. Si, en el caso del oficialismo, será en los almuerzos de los martes o habrá espacio para que las mujeres del partido (en general, no en casos excepcionales como la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, cuya participación no está en discusión) se acerquen al círculo alrededor del fuego o hagan el asado. La misma pregunta corre para el resto de las fuerzas políticas: paridad mediante, ¿estarán la mitad de las candidatas en la mesa chica de las decisiones sobre las listas electorales?
Es que esa brecha de género casi invisible, la del acceso a la rosca, al lobby, al almuerzo sin barbijos, también necesita ser puesta en agenda.
Por Ingrid Beck – Letra P