Entre agosto y septiembre es el pico de la temporada de incendios que consumen bosques y pastizales en la Amazonía y también en regiones aledañas. Aunque normalmente la atención se concentra en Brasil, no es el único país afectado. De hecho, Bolivia se declaró en emergencia nacional. Si bien los climas extremos tienen que ver, no son la única causa.
“Beni ha declarado desastre, Santa Cruz ha declarado emergencia. La decisión que ha tomado el gobierno nacional y el Ministro de Medio Ambiente y Agua es declarar emergencia nacional”. Con estas palabras, Edmundo Novillo, ministro de Defensa de Bolivia, notificó la decisión que tomó el Gobierno de Luis Arce el pasado 7 de septiembre. La declaratoria le permite agilizar la respuesta nacional y, especialmente, coordinar el apoyo internacional para combatir las llamas.
No son una casualidad los dos departamentos que mencionó el ministro, pues allí es donde más incendios se han reportado en 2024 y también donde ha habido más quemas históricamente.
En Beni se registró el 54% de toda la superficie que se quemó cada año en Bolivia entre 2001 y 2020, según el Sistema de Monitoreo y Alerta Temprana de Riesgos de Incendios Forestales. Mientras que en Santa Cruz se reportó el 38% de las hectáreas consumidas por las llamas. Allí la más afectada suele ser la región de La Chiquitania.
“Es el calentamiento global, pero también nuestras acciones, porque es fácil siempre culpar a otros por lo que está pasando aquí. En los últimos 20 años, alrededor de ocho millones de hectáreas han sido deforestadas en el departamento de Santa Cruz. En 2019, solo en la región de La Chiquitania, se quemaron cinco millones de hectáreas. A veces, cuando hablamos de millones, no entendemos la cantidad que implica: cinco millones de hectáreas es la superficie de Costa Rica. Esto es lo que se quemó en 2019 en la región de Santa Cruz”, señaló Alcides Vadillo, Director de la Fundación TIERRA Regional Oriente.
La deforestación no es la única causa. El Instituto de Investigaciones Socio-Económicas de la Universidad Católica Boliviana explicó que las razones de los incendios son tanto naturales como provocadas por los humanos.
Por un lado, las condiciones del clima son cada vez más extremas en medio de la crisis climática, lo que provoca sequías más prolongadas y más fuertes. En Bolivia, por ejemplo, los tiempos secos predominan entre junio y octubre, pero han empeorado en los últimos 50 años, según la Fundación Amigos de la Naturaleza (FAN).
De otro lado, está el factor humano. Las condiciones naturales dan el combustible perfecto para cuando los agricultores incendian pastizales de manera irregular para adecuar las tierras para la agricultura y, además, la tala de árboles contribuye al aumento de la temperatura.
Incluso, la quema de los pastizales es lo que más incendios ha provocado en Bolivia. “Los patrones dinámicos de incendios indican que el 46% de los incendios en esta última década corresponden a nuevas áreas, en su mayoría por procesos de la conversión de tierras”, como lo señaló FAN.
Prueba de ello es que, en la temporada de 2024, en Bolivia se han quemado por lo menos 3,8 millones de hectáreas. De esas, 2,3 millones eran pastizales y 1,5 millones corresponden a bosques. Al menos según las cifras oficiales.
Aunque la situación es urgente, los incendios ocurren cada año. De hecho, las 3,8 millones de hectáreas que se ha quemado hasta ahora en Bolivia están muy cerca del promedio anual de 3,7 millones de hectáreas afectadas por incendios, según el último reporte de la Fundación Amigos de la Naturaleza y de Wildlife Conservation Society.
A diferencia de esto, 2019 fue el año con la mayor cantidad de área afectada, con más de 5,3 millones de hectáreas quemadas, seguido por las cinco millones de hectáreas de 2020 y de 2016.
Aunque en la región, Brasil es el país más afectado por los incendios en cada temporada, en gran medida porque también es el más grande. El 2020 fue su peor año con más de 222.000 fuegos registrados, seguido por los 216.000 de 2015 y los 207.000 de 2017.
Los incendios contribuyen a la mala condición del aire
Una de las peores consecuencias de los incendios es el humo que generan. Al punto que la Organización Meteorológica Mundial (OMM) considera a las llamas como parte de un círculo vicioso, junto con el cambio climático y la contaminación atmosférica. Porque la crisis del clima ha hecho que las sequías sean más largas y más fuertes; eso provoca más incendios, y el fuego contamina aún más el ambiente. Así lo explicó el organismo de la ONU en su boletín sobre la Calidad del Aire y el Clima en 2023.
Un ejemplo de la contaminación generada por las llamas durante el año pasado ocurrió en América del Norte. Los incendios forestales de Canadá fueron los que más superficie han quemado en varias décadas. Esto afectó la calidad del aire no solo en el país, sino también en el noreste de Estados Unidos, como se vio en Nueva York con los cielos naranjas.
La OMM explica que el humo atravesó además el Atlántico Norte y viajó hasta el sur de Groenlandia y el occidente de Europa. El resultado, según el organismo de la ONU, es que las emisiones totales acumuladas de materia particulada y carbono fueron muy superiores a la media anual de al menos los últimos 20 años.
La materia particulada es la que afecta la salud de los humanos y de los ecosistemas. Esta también se produce por los combustibles fósiles y el polvo de los desiertos. Todo esto contribuye a que cada año mueran más de 4,5 millones de personas por contaminación atmosférica cada año, según los datos de organismos de Naciones Unidas. Una consecuencia adicional de los incendios, entre otras causas.
Por María Clara Calle Aguirre -France24