Viviana Cukla, Gustavo Bernie y Ángel Dejesús Cardozo, presidente e integrantes del Tribunal Penal Uno, coincidieron en que la figura de femicidio no correspondía al hecho que se juzgaba y decidieron, por unanimidad, condenar a Cristián Daniel Vargas por homicidio simple a 20 años de prisión.
La sentencia fue leída minutos antes de las 14 horas de este lunes, ante una sala de debates en el Salón de Usos Múltiples del Palacio de Justicia repleta. La condena a 20 años de prisión para Vargas cayó como un baldazo de agua fría para los familiares de Antonella, integrantes del colectivo de mujeres y público en general.
Lo cierto es que, los tres magistrados coincidieron en que el asesinato de Rocío Antonella Bernhardt (27) registrado el 4 de abril de 2019 no encuadraba en la figura de femicidio. A lo mismo había arribado el Juez Fernando Verón en la instrucción, pero tal vez por la presión de la opinión pública se vio obligado a agravar el homicidio.
El Tribunal Penal Uno condenó al asesino de Antonella por homicidio simple y no incluyó la agravante por femicidio, carátula por la que Vargas llegó a juicio y lo sostuvieron tanto de la Fiscalía como de la querella.
Según el Protocolo para la investigación y litigio de casos de muertes violentas de mujeres, un femicidio siempre es un homicidio, es decir la muerte de una persona en manos de otra. Sin embargo, el homicidio de una mujer no necesariamente es un femicidio. Para que lo constituya, tiene que mediar una violencia particular, que se enmarca en un contexto específico.
La diferencia sustancial entre el femicidio y el homicidio es que el primero está determinado por razones de género. El femicidio refunda y perpetúa los patrones que culturalmente han sido asignados a las mujeres: subordinación, debilidad, sentimientos, delicadeza, feminidad, etc.
Los actos femicidas están arraigados en un sistema que refuerza la discriminación y el desprecio contra las mujeres y sus vidas. A su vez, reproducen los estereotipos de la masculinidad asociada a la fortaleza física y al poder para controlar las vidas y los cuerpos de las mujeres, para, en última instancia, preservar los órdenes sociales de inferioridad y opresión.
En Argentina, en el año 2012 se sancionó la ley 26.791 que modificó el artículo 80 del Código Penal incluyendo al femicidio como agravante del homicidio simple (inciso 11). Además, se introdujeron otras figuras agravadas que pueden vincularse según el caso con la violencia de género (incisos 1, 4 y 12).
El inciso 11 del artículo 80 del Código Penal contiene el tipo penal de femicidio en sentido estricto: el que matare a una mujer cuando el hecho sea perpetrado por un hombre y mediare violencia de género.
Si bien no menciona específicamente el término femicidio, es la norma que captura con mayor especificidad el concepto de muerte violenta de mujeres como un crimen de género.
La violencia de género es un elemento objetivo del tipo. La figura no exige una motivación especial ni otros elementos subjetivos distintos del dolo, sino que la agresión se haya producido en un contexto de dominación o que, mediante ella, se haya podido desplegar un control general coercitivo. Para el Tribunal Penal, no existió la violencia de género antes del resultado final.
¿Por qué no fue femicidio?
Al entender del Tribunal, cuyos fundamentos serán leídos el 28 de noviembre en el edificio sobre calle La Rioja y Rivadavia, la estrategia defensiva de Vargas, encabezada por su abogado Mario Ramírez, tenía mayores bases que las acusaciones del fiscal y el querellante.
Mario Ramírez, en marzo del año pasado, estuvo al frente de la defensa de Ramón Da Silva, condenado a prisión perpetua por el femicidio de Evelyn Rojas (26) durante la madrugada del 27 de octubre del 2016 en la capital misionera. En esa oportunidad, el Tribunal estaba integrado por dos de los magistrados que ayer optaron por un homicidio simple, Viviana Cukla y Ángel Dejesús Cardozo, sumado a ellos Marcela Leiva por subrogación legal.
En la sexta audiencia de debate oral por el expediente de Rocío Antonella Bernhardt, el defensor oficial Nº 3, fue el tercero en exponer sus alegatos, luego de la querella y el fiscal Martín Rau.
Inicio su exposición con la popular frase “Hubo muchos ruidos y pocas nueces”, haciendo referencia a las acusaciones de las demás partes del proceso. “La querella desistió de la alevosía, porque claramente no está presente en este caso, tampoco el femicidio”.
Contó que era muy difícil creerle a Vargas, pero que nunca cambio su versión, por más que no esté obligado a decir la verdad. “Pero el Estado está obligado a acusar con fundamentos, hay una distancia larga en creer tener razón y tenerla”.
Expresó que no era necesario mostrar las fotografías de la autopsia y la escena del crimen, para proteger el pudor de la víctima, ya que los abogados debían convencer al Tribunal, no al público. “No es todo como dicen los diarios. A los tres días del hecho, lo llevaron a Vargas a mi despacho y ya se estaba juzgando como un femicidio. Cuando uno está juzgado con anticipación, tiene que salir a explicar que pasó, en mi estudio el primer día él me lo contó, después al Juez Verón lo mismo. Salió a defenderse públicamente porque no solo es contra los jueces y fiscales, sino contra la opinión pública”.
La jurisprudencia admite que no siempre la muerte de una mujer en manos de un hombre es considerado como un femicidio. “Se cree que porque muere una mujer es un femicidio y no es así. Creen que cuando un hombre mata a una mujer ya está, siempre estaríamos hablando de femicidio. No se puede poner en valor la vida de la mujer sobre la del hombre, hay un distintivo, tiene que respetarse el derecho de igualdad”.
Tal vez la condena no era la esperada pero, en términos del derecho penal, el crimen de Antonella no quedó impune, su asesino está preso desde el mismo día del homicidio y lo estará al menos por quince años más. Lo que para el defensor es un exceso en la pena. “Estamos en esta instancia porque la acusación es demasiado”, lanzó.
Por redes sociales se hizo viral el “escape” del homicida de Antonella, quien fue filmado por una vecina al salir del departamento de la víctima, luego de clavarle un cuchillo en el cuello. “La conducta posterior de Vargas fue filmada, hay gente que se quedaría en el lugar y otros que no. La lesión era profunda, no es una agravante que él se haya ido. Las fotos no califican al delito”.
Ramírez pidió que no se juzgue con sentimentalismo, que la justicia sea para todos y no sólo para Antonella. “Primero estaba imputado por homicidio simple, después cambio. Los funcionarios tienen miedo en todas las instancias, la Policía no te toma la denuncia por ejemplo”.
Dijo que, su defendido sabía que al tener una mujer con una herida mortal en el cuello, su situación estaba súper complicada. “Él salió preocupado por el teléfono de Antonella y se olvidó el de él, le importaba más su esposa que lo que acababa de vivir”, haciendo referencia al supuesto vídeo grabado por la víctima, cuando esta última le practicaba sexo oral para luego extorsionarlo con mandárselo a su mujer si no le daba dinero a cambio.
“Es muy tedioso hablar con él, Vargas es una persona detallista, sabe cuántas páginas tiene su expediente, hasta se quejó de mi en abril de este año diciendo que yo no lo estaba defendiendo. Anota todo lo que escucha. Pongámosle que es manipulador y lo que quieran, pero él le tenía terror a su mujer, le temía más a ella que a ir preso”.
Sostuvo que nuevamente que es difícil creer la versión del acusado, pero que él no está obligado a decir la verdad y por esa razón, puede que haya mentido durante todo el proceso.
Le respondió directamente al fiscal y su acusación de un homicidio con alevosía. “Ese estado de indefensión del que habla el fiscal no es así, él se basa en lo que dice la doctora Lanzos (Carolina), pero ella saca conjeturas y habla de lo que ella piensa. Hay que trabajar con lo que hay, no se puede completar lo que no se sabe con agravantes, si se van a pedir aumento de penas tiene que haber justificación en la plataforma fáctica”.
Lo que se sabe del día de los hechos es que Cristián Vargas llegó al departamento de Antonella sobre Comandante Miño, frente a la Bahía El Brete, alrededor de las nueve de la mañana y el homicidio se registró pasadas las trece horas.
“Vargas llegó al departamento de Antonella cuatro horas antes, ¿qué hicieron antes?, todo importa, pero no califica el delito. Si le pegó tres o cuatro veces no cambia la situación. Si no le creemos a Vargas no importa, no necesitamos su declaración. Si él es un degenerado es su problema, la relación con el delito tiene que estar probado, la duda es a favor del imputado”.
Afirmó que en juicio estaba lo que el imputado hizo, no lo que él es como persona, y que no había suficientes pruebas para confirmar que el homicidio se perpetró en un contexto de violencia de género. “No hay certezas de que la víctima estaba acostada cuando Vargas la mató. Cómo está flojo de femicidio, el fiscal agregó otra agravante por las dudas, que es la alevosía”.
Mencionó que los ruidos que se escucharon del departamento de Antonella son intrascendentes. “Nadie escucho cuando entró Vargas, no se escuchó si hablaron, ¿pero que hicieron cuatro horas? Los testigos no prestan atención a todo. No hay discusión de que fue una pelea que duró segundos, pero ¿y la agravante? Estamos en esta instancia por la agravante nada más. Salió en todos los diarios que él se hizo cargo, pero no podemos cobrarle algo que no corresponde. No porque hay una mujer es femicidio y porque hay mucha sangre es alevosía”.
El defensor cerró su alegato sosteniendo que, “capaz ni la mamá le cree a Vargas, pero no podemos calificar eso. Si no se creyese su versión, tenemos una figura de un homicidio simple. Si la quiso matar, igualmente encuadra en homicidio con dolo, de 8 a 25 años”, y solicitó la pena más baja por no tener antecedentes.
Una chica con muchos sueños
Rocío Antonella Bernhardt tenía 27 años, era oriunda de Oberá y su proyecto era ir a trabajar a otro país, razón por la cual estaba estudiando y haciendo cursos de inglés. Pero ese sueño se truncó, fue asesinada por Cristián Daniel Vargas el 4 de abril de 2019, entre las 13 y las 13:30 horas, en su departamento de alquiler en la capital provincial.
El querellante, Fausto Mauricio Vergara, fue el primero en exponer sus alegatos en la jornada del lunes y buscó con su relato la emoción o lástima del Tribunal, lo cual no consiguió, pero sí hizo lagrimear a la familia de Antonella presente en el salón de debate.
“Ha sido un caso difícil para nosotros, por más que los hechos sean claros, siempre tratamos de ser objetivos y que se cumplan los derechos y garantías. Estamos convencidos que el hecho por el que vino a juicio el señor Vargas ha ocurrido como confían desde la fiscalía”, inició.
Para el letrado, Antonella estaba en un estado de necesidad, buscando trabajo para no volverse a su ciudad natal y poder cumplir sus sueños. Por esa razón, cae en un supuesto sorteo en redes sociales que había realizado el imputado.
Vargas se dedicaba a sacar fotografías en eventos tales como casamientos, cumpleaños de quince, recepciones, etc. y además, trabajaba en el servicio de catering de su suegro. En ese contexto, Antonella comienza a trabajar con él, cuya relación laboral quedó acreditada por las docentes de la Escuela de Comercio Nº 18, quienes declararon en instrucción y afirmaron haberlos vistos juntos el día anterior.
“El día del hecho, ellos conciertan en reunirse. Él toma un colectivo desde la escuela y llega a las 9:30 horas a lo de Antonella, llevando con él su cámara para las fotografías que harían parte del book de víctima”.
Según los chats que La Secretaría de Apoyo para Investigaciones Complejas (SAIC) pudo recuperar, la víctima le reclamaba al imputado las fotografías en ropa interior que él se las había sacado en un anterior encuentro. “Vargas le preguntó por chat a ella cuánto dinero tenía que sacar del cajero y ella le responde 1000 pesos, pero él nunca fue al cajero ni llevó las fotos. Ya fue con la impronta de incumplir todo lo acordado”.
Según las declaraciones del imputado, una en instrucción y tres en el debate, llegó al departamento de Antonella, charlaron y tomaron tereré. Supuestamente, al concluir con las fotografías, se produce una situación íntima a requerimiento de ella y que lo grabó con su celular para luego extorsionarlo.
“No voy a hablar de si esto existe o no. Hay una discusión, que no sabemos ni vamos a saber porque fue, pero lo concreto es que Antonella estaba irritada y nerviosa, y él en sus palabras le pega unos tapes para que se calle. Él nunca pudo probar nada. El cuerpo de Antonella habló, la herida punzocortante que ingresó en su cuello no ha sido estando de pie, sino apoyada sobre una superficie plana y dura, por ello ese cuchillo de cocina penetró el cuello hasta casi tocar las vertebras. Ella se ahogó con su propia sangre, no hay ninguna justificación posible”, expresó Vergara.
Mencionó que el imputado sabía que estaba en una habitación, dentro de un departamento en una propiedad privada y, como se fue desarrollando, él siempre eligió lo más gravoso. “Para callarla le pegó un tape, después por si faltaba uno, le pegó otro. Ella era menudita, el claramente si algo que tiene es fuerza en las manos por sus actividades. Se aprovechó de su situación de macho, de superioridad y decide matarla para callarla y huir. La mata por su calidad de hombre. Es un femicidio porque Vargas mató porque es hombre.”
Continuó, “La hipótesis de la defensa se ha ido desvaneciendo, ninguna teoría podrá borrar la muerte de Antonella, la violencia está absolutamente probada”. Solicitó condenar a Vargas por la conducta tipificada en el inciso 11 del artículo 80. “Si en vez de Antonella hubiese estado Ramón o Ricardo, este hecho no hubiese ocurrido. Hay que culturizar que a la mujer no se la toca”, cerró.
Para el fiscal, hubo femicidio y alevosía
El representante del Ministerio Público Fiscal, Martín Rau, solicitó al Tribunal la pena de prisión o reclusión perpetua para Cristián Daniel Vargas por el delito de homicidio agravado por alevosía y femicidio.
Inicio su alegato que se extendió por un poco más de dos horas analizando los dichos del imputado durante el debate. Vargas llegó al departamento de Antonella a las 9:30 horas, estimando que alrededor de las 13:04 y 13:26 horas, mantienen una discusión, en un contexto de violencia de género y aprovechándose de la necesidad de la víctima y su dificultad por encontrar trabajo.
Reconstruyó que el acusado golpea a la víctima y la asfixia, teniendo el sistema sensorial disminuido y desmayada sobre el piso. Aprovechándose de esa situación, le lesionó el cuello con un arma punzocortante que le produjo la muerte al instante.
“Cristian Vargas nos ha dicho falacias durante el debate. Mencionó que sorteaba por facebook una sesión de fotos en lencería, que le hablaron un montón de personas, entre ellas Antonella. Se juntó con ella y dijo que se habían sacado más de 200 fotos y que tenía que mandarlas por Gmail y que no lo hizo, que lo guardó en un pendrive”.
Vargas en su declaración afirmó que no salió del departamento de Antonella luego de haberla matado porque le “asustó” la presencia de un “hombre enorme, que parecía que lo iba a moler a palos”, pero esa figura no era otra que la de un niño de 15 años.
“Supuestamente le tenía miedo a un niño de 15 años que estaba afuera, el nieto de la dueña del departamento, pero no le tenía miedo a Antonella porque le pegó `varios tapes´. Hizo todo un acting para salir del departamento porque afuera estaba la dueña. Fue a la pieza de Antonella para pedirle que le diga cuál era la llave, después cuando sale hace que habla con ella por la ventana y le dice que iba a comprar para comer pero que ya volvía. Esto hace referencia a la tranquilidad que tenía a pesar de haber declarado que se había bloqueado”.
En esa línea expresó que, “El tiene incorporado no decir malas palabras, pero no tiene incorporado no pegarle a una mujer. Dijo que le costó un montón explicar frente al Juez Verón. Él tiende a modificar su discurso paso a paso durante el proceso. Dijo que los gritos de Antonella no eran más fuertes que el ruido de la cadena del baño. Le pregunté porque borro supuestamente la prueba exculpatoria al formatear el teléfono, pero dijo que no quería que su mujer se enterará de lo que había hecho con Antonella”.
Viviana concepción González, dueña del inquilinato, declaró que estaba durmiendo la siesta cuando su nieto llegó de la escuela y le avisó que habían ruidos en el piso de Antonella. “Ivana y Celeste le dijeron que escuchaban ruidos de la casa de Antonella. Subió hasta el departamento y se encontró con el imputado. Le pidió hablar con ella pero él le dijo que no iba a salir porque estaba desnuda, pero Antonella ya estaba muerta”.
Hizo mención al examen psicológico del imputado, de donde surge que no tenía empatía con la víctima. En el interrogatorio, se quebró en llanto al hablar de su situación marital pero no por haber asesinado a Antonella.
Para el fiscal, el imputado también mintió sobre su detención. “La detención fue en cercanías a la chacra 181 sobre la avenida San Martin, lo que no coincide con la declaración del imputado que dijo que se quedó cerca del lugar del crimen”.
Trajo a juicio nuevamente el testimonio, para él el más importante, de la médica del Poder Judicial que realizó la autopsia, Carolina Lanzos. La profesional mencionó que se encontró con un cuerpo con abundante sangre seca sobre el tórax, parte superior, hombros y brazo derecho.
Se apreció una lesión de seis a siete centímetros de profundo. “No hay rastros de sangre en la parte inferior del cuerpo, lo que hace referencia a qué ella estaba acostado cuando fue asesinada. Ella la única lesión defensiva que tenía era en el dedo, lo que nos indica quien tenía el cuchillo al momento del hecho, es decir el imputado”.
Rau acusó que Vargas le pegó a Antonella con el velador que estaba sobre la mesa de luz de la pieza, lo que le produjo un estado de aturdimiento, confusión o pérdida del conocimiento.
De la pericia psicológica de la licenciada Florencia Roldan Delpiano surge que lo que Vargas decía no correspondía con los test que ella le realizó. Centra su discurso en la relación de pareja con su esposa. “Contó todo el hecho y no se le movió un pelo, pero lloro cuando habló de su relación marital”.
Continuó, “Se enamoró de una persona que estaba sometida a él, le pedía hasta para ir al baño. Antonella le pidió las fotos, pero él no lo toleró. Dijo que una mujer es el complemento que le faltaba a un hombre porque tiene sentimientos. Se infiere una actitud tendiente a manipular a su interlocutor con el objeto de obtener ciertos beneficios para sí mismo. Él le echa la culpa a Antonella por lo que pasó. La trata a la mujer como un objeto, sabía que Antonella necesitaba dinero para poder cumplir sus sueños”.