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¿Por qué el Papa visita Eslovaquia?

Desde hace décadas que la ex Checoslovaquia no existe como tal. Su división a principios de los años noventa, marcó el nacimiento de dos estados autónomos: La República Checa y la República Eslovaca, más popularmente conocida como Eslovaquia.

Este último es el actual destino del Papa Francisco en sus visitas europeas. Dicha visita dispara el cuestionamiento de los motivos del Santo Padre para visitar un país poco conocido, menos industrializado y próspero como sus vecinos checos.

La visita pastoral del Santo Padre toma lugar en estos días, del 12 al 15 de Septiembre. En un comunicado oficial hace varias semanas, el Vaticano estableció que las ciudades a visitar en el país serían: Bratislava (la capital), Presov, Kosice y Sastin.

Se trata de la primera visita de un pontífice a ese país luego de la de Juan Pablo II en el año 2003. Benedicto XVI nunca pisó suelo eslovaco durante su estancia en el Vaticano.

Eslovaquia es de los países con mayor cantidad de católicos del ex bloque soviético. Más del 70% de la población profesa la fe católica, a diferencia de la República Checa, en donde la mayoría de su población es irreligiosa y los católicos solamente conforman un 10% de su población. Además de la relevancia católica de Eslovaquia, también encontramos minorías de la iglesia greco-católica y la iglesia ortodoxa.

En materia de integración regional, Eslovaquia pertenece a la Unión Europea desde el año 2004, miembro del espacio Schengen (espacio de libre circulación entre países miembro sin controles fronterizos) desde el 2007 y finalmente miembro de la zona euro desde el 2009.

Eslovaquia conforma una República de índole parlamentaria, por lo que posee un presidente (Zuzana Čaputová) y un primer ministro (Eduard Heger). Su órgano legislativo es el Consejo Nacional de la República Eslovaca donde el partido dominante es el partido “Gente Común”, representa los intereses de sectores de centroderecha y un fiel defensor del conservadurismo. Se opone al aborto y a la unión civil de personas del mismo sexo.

El Papa Francisco ya había recibido a la presidenta eslovaca, Zuzana Čaputová, en una audiencia celebrada en diciembre del año pasado, en el palacio apostólico.
“La presencia del papa Francisco será un mensaje de reconciliación y esperanza para todos nosotros en los tiempos difíciles que vivimos”, afirmó la máxima mandataria del país del centro de Europa.

Para algunos, la visita del Papa significa una especie de premio por la buena disposición mostrada por el país hacia los migrantes, tema que Francisco se encargó de remarcar reiteradas veces durante su pontificado.

Además, en cuanto a la temática medioambiental, Eslovaquia es uno de los países que ratificó el Acuerdo de París en el año 2016 en vistas al cuidado de la casa común y la preservación del planeta frente a la contaminación reinante en nuestros tiempos. La presidenta Čaputová es una activista ambientalista y galardonada por su lucha en contra de un depósito de materiales tóxicos en la ciudad de Pezinok.

El presidente de la Conferencia Episcopal Eslovaca, monseñor Stanislav Zvolenský, se refirió a la visita papal de la siguiente manera: “para toda la Iglesia es un momento extraordinario. Naturalmente, es un anuncio que trae a la memoria las visitas de San Juan Pablo II, que fueron un gran estímulo para todo el país. Con la misma alegría recibiremos hoy al Santo Padre Francisco, no vemos la hora.”

La visita papal comprende varias aristas que justifican su estadía en el país europeo, sin dudas será para el pueblo eslovaco y para sus líderes un gran respaldo de carácter político. Quedará en ellos utilizar el evento como plataforma para lograr consolidar el posicionamiento del ya sólido partido Gente Común, el cual su primer ministro, Heger, pertenece a dicho partido político.

Una vez más el Papa Francisco demuestra la diversidad de su pontificado: Eslovaquia se suma a la larga lista de visitas papales, ya son más de 50 destinos en cuatro continentes desde el comienzo de su misión apostólica. Eslovaquia no será una parada más para el Sumo Pontífice y los mandatarios eslovacos no dejarán pasar una oportunidad de oro, sobre todo, luego de una larga espera de 18 años.

Por Manuel Ignacio Carreras-Lic. en Relaciones Internacionales. Lic. en Administración Pública. Doctorando en Ciencias Políticas.