Por qué lo hace. Por qué ningunea a su candidata presidencial.
¿Porque alguien antes lo hizo con él? ¿Porque es un pragmático duro que asume que Patricia Bullrich perderá las elecciones, que el próximo presidente será Javier Milei y que planea ejercer sobre él una influencia decisiva?
El por qué Mauricio Macri hace lo que hace es la pregunta que conmociona a Juntos por el Cambio. No entender por qué el socio fundador del espacio dice lo que dice, no sólo complica la estrategia electoral, sino que condiciona anímicamente a todo su comando de campaña.
La conmoción interna. La primera señal de alarma la dio el mismo día de las PASO cuando celebró, al mismo tiempo, el triunfo de su candidata y el de Milei. Dos días después, volvió sobre la noción del triunfo compartido: “Dos tercios de los argentinos abrazaron ideas más sanas que las del kirchnerismo. Este final del populismo lo soñé varias veces. Patricia va a expresar este cambio y Milei va a expresar su forma de implementar el cambio.”
Por esas horas, uno de los colaboradores más estrechos de Bullrich lo cruzó en privado: “Si este barco se hunde, nos ahogamos todos. Puede ser que vos viajes en un camarote de lujo Mauricio, pero te vas a ahogar igual que el resto.” A tal punto Macri entendió que era la voz de la candidata la que hablaba a través de su interlocutor, que el tono le pareció agresivo. Aunque su respuesta fue que le dijeran lo que él debía decir y hacer, y lo haría.
“Puede ser que vos viajes en un camarote de lujo Mauricio, pero si este barco se hunde nos ahogamos todos”
Ese fue el compromiso explícito, empezando por dejar de elogiar a Milei.
Pero cuando parecía que la consigna había sido entendida, esta semana volvió a mostrar su sintonía política con el libertario cuando le preguntaron qué haría si quien ganara las elecciones fuera Milei.
El sólo hecho de aceptar como posible esa hipótesis en los días previos a la elección, ya resulta hiriente para una candidata que pretende instalar que será ella quien resulte electa. Macri no sólo aceptó responder sobre esa chance, sino que avanzó en imaginar qué harían los legisladores de JxC con los proyectos que envíe el nuevo mandatario: “Espero que nuestra coalición apoye en el Congreso cualquier decisión razonable de reforma para que Argentina salga de este complicado sistema en el que estamos. Estoy abierto a trabajar con cualquier otro líder que realmente quiera, basándose en ideas liberales, construir un futuro diferente para los argentinos. Estoy contento de que aparezca un partido con las mismas ideas, incluso las propuestas extremas.”
En privado, Bullrich primero pensó que era una fake news y después gritó palabras que se contuvo para no repetir en público. Ante los micrófonos, criticó que Macri dijera “una cosa así cuando estamos trabajando para ganar la elección”.
La siguieron otros. El diputado Emiliano Yacobitti lo trató de traidor y canalla por vincular a su espacio con alguien “violento y populista”. El vicepresidente de la UCR porteña, Martín Ocampo, dijo que “no representa a JxC cuando habla bien de alguien que está en nuestras antípodas”. Martín Tetaz le dijo que debería estar haciendo campaña aquí en lugar de viajar “y encima le quiere marcar la cancha al bloque de legisladores que no maneja”. José Luis Espert directamente le recomendó que “se afilie a La Libertad Avanza”.
Duran Barba, su histórico estratega electoral, afirmó sin eufemismos: “Tuvo una involución ideológica completa. No es con el que yo colaboré. Se ha vuelto muy conservador. Le gusta más Milei que Bullrich, su corazón está más cerca de Milei”, opinó en CNN Radio.
Bullrich hoy está obligada a romper con la artificiosa oralidad que la desdibujó en el primer debate
Por el otro lado, a la promesa de Milei de que, si ganara, Macri sería su “representante en el mundo”; esta semana se sumó su candidato a jefe porteño, Ramiro Marra: “Si escuchamos sus ideas, seguramente nos quiere votar. Mauricio: mientras otros te quieren echar, nosotros te damos la bienvenida.” Y la candidata a gobernadora Carolina Píparo le ratificó que “será bienvenido” en LLA.
Psicología y venganza. En su editorial del jueves en Radio Perfil y Net TV, Jorge Fontevecchia tituló “Macri le hace a Bullrich lo mismo que su padre a él”: “Con sus posiciones ambiguas, pareciese que destruye adrede el espacio que creó para posicionarse en una nueva alternativa junto a Milei. Obra igual que su padre con él. Boicotea a sus descendientes políticos y, en el caso de que ellos lograran sortear la dificultad, intentará capitalizar su triunfo. Como hizo Franco con él.”
En el programa se recordó que Mauricio siempre repite que su padre fue el mayor conflicto que tuvo que enfrentar: “Una paradoja, porque se transformó en casi un enemigo de lo que yo hacía”.
Al inconsciente del expresidente se lo podría agregar la hipótesis del pragmatismo consciente: apostar a dos puntas para tener más chances de ganar. Lo que, para la candidata de Juntos, es apostar a una sola punta. Que no es ella y es lo que siente que hace Macri en su reiterada celebración del candidato competidor.
Creo que habría una tercera respuesta al por qué actúa así. La búsqueda de su reivindicación y un sentido de venganza que algunos de sus viejos amigos le atribuyen históricamente.
Cuando en 2021 Macri publicó su libro “Primer tiempo” lo que hizo fue comenzar a tejer su regreso al poder en lo que representaría su “segundo tiempo” de gobierno. De hecho, a fines del año pasado publicó su nuevo libro, “Para qué”, el cual desde su tapa era planteado para “ganar el segundo tiempo”.
Su problema fue que tuvo un competidor natural, Rodríguez Larreta, quien nunca desistió de su intención presidencialista; más una segunda competidora imprevista, Patricia Bullrich. Él la había elegido para presidir el PRO, no para que lo usara como trampolín para recorrer el país y después lanzar su candidatura. Que es lo que él cree que ella hizo.
Macri siempre se vio como el único candidato opositor con posibilidades de ganar la elección y nunca terminó de digerir que dos subordinados suyos no bajaran sus expectativas para que eso ocurriera. Siempre estuvo convencido de que, además, es el más capacitado para llevar adelante un cambio de fondo. Habiendo aprendido de los errores cometidos y tras conformar una fuerza legislativa que en un eventual “segundo tiempo” lo acompañaría con una mayoría que antes no tuvo.
Última oportunidad. Macri bajó su candidatura en marzo porque, a pesar de haberle transmitido esos argumentos a Larreta y Bullrich, ambos le ratificaron que igual competirían.
Estaba claro que una competencia de tres en el PRO (Macri, Larreta, Bullrich) corría el riesgo de abrirle el camino al triunfo de un candidato radical en las PASO del espacio. Además de mostrar la debilidad de un expresidente que no se imponía ante sus exsubordinados.
Como el de Cristina cediendo su lugar a Alberto Fernández en 2019, el de Macri no fue un gesto de grandeza, sino un reconocimiento de las propias limitaciones. Que en marzo Larreta y Bullrich agradecieran y celebraran el gesto, no significa que Macri olvidara la afrenta recibida.
Es posible que en el debate de hoy, su formal candidata presidencial tenga la última chance de convencer a un sector de la sociedad de que es una de las dos opciones que deberían ir al ballottage.
Para eso necesita hacer algo distinto de lo que hizo el domingo pasado.
No es sencillo, porque apareció alguien que grita más que ella y porque todavía está fresca la crisis económica del gobierno de Macri. El mismo que ahora la ningunea.
Si no quiere perder la oportunidad de su vida, esta noche está obligada a jugar fuerte y romper con la artificiosa oralidad que la desdibujó en el primer debate.
Parafraseando su eslogan de campaña: si no va por todo, posiblemente se quede sin nada.
Por Gustavo González-Perfil