Sequía, incendios y un temporal tras otro. El cambio climático amenaza nuestros bosques. En todo el mundo, la gente busca cómo cuidar las áreas arboladas. Una lucha en la que el mejor aliado es la propia naturaleza.
La reforestación es posible tanto en la ciudad como en el campo. En cualquier lugar se puede crear una zona arbolada. Incluso entre el asfalto y el cemento. Stefan Scharfe, un científico forestal que ha creado 14 “minibosques” en Alemania y Polonia, sabe cómo hacerlo. Su explicación del concepto de minibosque, creado por el arquitecto japonés Akira Miyawaki para predios urbanos, es entusiasta: “Con el minibosque, traemos la selva a la ciudad”.
Stefan Scharfe pone una cubierta vegetal, arbustos y árboles nativos junto al estacionamiento de un hospital en Herford. “Lo importante es el tratamiento del suelo. Imitamos el suelo de un bosque de décadas de antigüedad”. Así es como se crea una robusta base vital. La arboleda silvestre ofrece sombra y un hábitat para pájaros e insectos además de reducir la temperatura del aire y del suelo en verano.
En Brasil, Miriam Prochnow y Wigold Schaffer han dedicado sus vidas a preservar la selva tropical atlántica. Miriam Prochnow explica que “estamos atravesando una crisis humana sin precedentes y no podemos darnos el lujo de rendirnos”. En la década de 1970, los dos comenzaron a cultivar árboles de selva en su terraza. Con 25 empleados, actualmente administran una especie de vivero de árboles sin fines de lucro donde cultivan 200 especies, sobre todo variedades tradicionales. Los rescatistas forestales han plantado nueve millones de árboles hasta ahora para compensar la tala.
Investigadores e investigadoras de la Universidad de Ciencias Aplicadas de Eberswalde, Alemania, recurren al conocimiento empírico de los pueblos indígenas para comprender mejor el ecosistema forestal enfermo. Por eso invitaron a los kogi, una comunidad colombiana reconocida mundialmente por su visión de la naturaleza. Científicos como Carsten Mann se inspiran en sus opiniones sobre los daños causados por plagas o sequías. “Para mí, el mensaje principal de los kogi es que no tiene sentido luchar contra las leyes de la naturaleza y que perderemos si no lo aceptamos”. Los investigadores e investigadoras ahora quieren proteger mejor los bosques utilizando el conocimiento de los kogi.