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Qué hacer con ella

El riesgo kuka sería la versión local del avance comunista que, según Milei, recorre el mundo y que en la Argentina cooptó al peronismo y a políticos como Rodríguez Larreta, entre otros marxistas agazapados en las filas del macrismo, el radicalismo y demás partidos.

Javier Milei primero probó con el fantasma del comunismo, pero en un país en el que el comunismo nunca tuvo preponderancia, ese miedo nunca caló.

Por eso, en los últimos tiempos azuzó con el “riesgo kuka”. Eso sí funcionó.

El riesgo kuka sería la versión local del avance comunista que, según Milei, recorre el mundo y que en la Argentina cooptó al peronismo y a políticos como Rodríguez Larreta, entre otros marxistas agazapados en las filas del macrismo, el radicalismo y demás partidos.

De lo que se trata es de una actualización del histórico miedo al peronismo, que impregnó durante décadas a sectores medios y medios-altos de la sociedad. Es el miedo al avance de los grupos sociales bajos y medios-bajos que el peronismo históricamente representó y que son vistos como una amenaza sobre sus derechos y su estilo de vida.

Desde el fin de los gobiernos de Néstor y Cristina, el peronismo tuvo un techo electoral del...

Peronismo puertas adentro. Así como el peronismo lee el pasado para explicar el presente según sus necesidades y sus ocasionales enemigos, el antiperonismo viene construyendo desde la década del 50 un fantasma que mutó en el tiempo, pero que conserva el mismo espíritu amenazante del comienzo.

Los núcleos duros peronistas hasta se regodean y aprovechan de este enfrentamiento atávico: “Lo que hizo grande al peronismo es el antiperonismo”, aseguran.

A su vez, los núcleos duros antiperonistas están convencidos de que los fortalece mantener vigente, pero derrotado, al peronismo. Por ejemplo, apuntalando la centralidad de Cristina Kirchner, una mujer condenada que, como se sabe, no puede ni podrá competir por cargo electivo alguno.

No todos en el peronismo están cómodos con esta bipolaridad nacional que los tiene como protagonistas y paraliza la aparición de nuevos liderazgos.

De hecho, muchos sienten que el propio peronismo fue cooptado por el kirchnerismo, al que perciben como una suerte de pseudoperonismo compuesto por sectores medios, independientes e intelectuales, alejados sociológicamente de las tradicionales bases partidarias.

En los días que transcurrieron tras la derrota electoral, el debate volvió a aparecer con más fuerzas. Son las voces de intendentes bonaerenses y líderes provinciales las que señalan a Cristina Kirchner y a La Cámpora como los responsables de imponer un techo al eventual crecimiento de una nueva oposición encabezada por el peronismo.

Una parte de esos peronistas no kirchneristas ya se fueron del partido y crearon sus propias agrupaciones en provincias como Córdoba, Salta y Buenos Aires; otros se sumaron al PRO y a distintas fuerzas locales; y otros permanecen dentro del Partido Justicialista presidido por Cristina, pero ya no reconocen su liderazgo y, menos, el de su hijo, titular del PJ bonaerense.

Qué es el riesgo kuka. La conmoción partidaria posderrota electoral es un reflejo de las dudas e incertidumbres que atraviesan a un electorado que forma parte del 60% que no votó a Milei el domingo 26.

A diferencia del fantasma comunista, el relato del riesgo kuka pegó porque encierra elementos verdaderos o, al menos, verosímiles. Además de los miedos atávicos de clase, existen temores racionales como el regreso a una inflación descontrolada y al trauma piquetero que a diario enfrentaban millones de personas que sufrían de un Estado ausente en el espacio público. También es el recuerdo de un poder político que castigaba a los que pensaban distinto y escrachaba en público a los disidentes; que estaba obsesionado con los medios y periodistas críticos y usaba la publicidad oficial como herramienta política. Es la memoria de una época en la que se ideologizaba cualquier debate y se presionaba económicamente a los gobernadores para conseguir su apoyo.

...35%, el mismo que obtuvo ahora. Justa o injustamente, ella genera ese techo

Para ser justos, se podría decir que el riesgo kuka no se diferencia demasiado del riesgo Milei, que llevó a una mayoría de la sociedad a votar en su contra.

Los males institucionales achacables a Cristina Kirchner y a lo que ella representa no son mayores a la degradación republicana promovida en estos dos años desde la cima del Gobierno. En el caso del riesgo Milei, la baja de la inflación y el mayor orden público quedan compensados ampliamente por el fantasma de la recesión en la que el país ingresó hace seis meses, la pérdida del poder adquisitivo de los salarios, la mayor desocupación y los aspectos personales de un mandatario adiestrado en la crueldad y cruzado por la deriva mística y una inestabilidad emocional crónica.

Según los resultados del domingo 26, la diferencia es que el riesgo Milei parece haberle impuesto al Gobierno un techo del 40%, mientras que el riesgo kuka le impuso al peronismo un techo del 35% (sumando a Fuerza Patria más sus aliados).

El techo del 35%. El problema para el peronismo es que ese 35% que hoy representa su techo electoral históricamente expresaba su piso.

Por sobre ese piso, se agregaba entre un 10% y un 15% de sectores no peronistas (pero no antiperonistas) atraídos por discursos más moderados y liderazgos renovados.

Así ganaron Menem en 1989 (47,5%) y 1995 (50%), Cristina Kirchner en 2007 (45%) y 2011 (54%) y Alberto Fernández (48%) en 2019.

El problema es que, tras los doce años de Néstor y Cristina Kirchner en el poder, la palabra kirchnerismo empezó a convertirse en un disvalor.

En las elecciones de 2015, el peronismo obtuvo el 37% y fue derrotado por Macri en el balotaje. En 2017, la propia Cristina obtuvo un 37% en la provincia de Buenos Aires y perdió con un entonces ignoto Esteban Bullrich. En 2019, ella debió correrse del primer lugar de la fórmula presidencial para postular a alguien que había sido muy crítico de ella y podía recuperar a los votantes moderados. En las legislativas de 2021, el peronismo volvió a su techo del 35% y perdió contra Juntos por el Cambio. Y en las presidenciales de 2023, Massa consiguió el 37% en las primarias. Para regresar al 35% del peronismo en los recientes comicios legislativos.

Hace una década que Cristina Kirchner y quienes se referencian en ella son, justa o injustamente, un significante negativo para una mayoría de la sociedad. Así como existe un núcleo duro (¿20%/25%?) que la respeta o la idolatra, hay amplios sectores que no volverían a elegir en las urnas a un candidato que reciba su aval.

Puede que en estos dos años el riesgo Milei siga creciendo, pero es altamente probable que el techo del 35% que le impediría al peronismo ganar en primera vuelta lo haga caer derrotado de nuevo en un balotaje.

Una salida sin Cristina. Se podría decir que si Cristina quisiera que el próximo gobierno no fuera libertario ni antiperonista, si deseara un modelo económico más inclusivo que excluyente y si conservara la esperanza de recuperar un día al menos cierta respetabilidad por lo que fue como expresidenta democrática, lo que más le convendría sería perder la centralidad que conserva y a la que se aferra. Escenificar una retirada creíble y digna que les abra el camino a nuevos dirigentes. No apoyar ni vetar a nadie. Dejar hacer, que los demás se equivoquen o acierten, que la critiquen, que su hijo no se vea como una extensión suya.

Quienes la conocen bien dicen que eso sería imposible. Que ella es inteligente y pragmática, pero que no está en su ADN ceder poder ni alejarse de la conformación de listas y de espacios políticos.

Si así fuera, entonces la única posibilidad de volver a ganar que tendrán sus herederos (quienes se dicen peronistas, quienes alguna vez lo fueron, quienes sin serlo los apoyaban en cada elección) sería enfrentarla políticamente y derrotarla.

Aunque ella no lo crea, le estarían haciendo un favor.

Y quizá sea la última chance que tiene el peronismo de volver a seducir a una mayoría de argentinos.

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Baile de la derrota. Un liderazgo cuestionado y un dilema: ¿Cristina y el peronismo ganarían si ella diera un paso al costado? | AFP

Por Gustavo González-Perfil