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¿Qué significa la disolución del PKK para los kurdos?

El líder kurdo Abdullah Öcalan, encarcelado en Turquía desde hace décadas, pidió el fin de la lucha insurgente, lo que podría tener consecuencias para grupos kurdos y sus aliados en Siria e Irak.

Desde que Abdullah Öcalan, el líder del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y encarcelado hace décadas en Turquía, hizo un llamado a deponer las armas, otras comunidades kurdas repartidas por Medio Oriente se encuentran en estado de emergencia. En su histórico llamado, Öcalan convocó a un congreso para determinar el futuro del movimiento, que seguramente se integrará en la arena política.

Si bien aún no se confirma una fecha para dicha reunión, el PKK ya anunció que acogerá el llamado de su líder, y declaró un alto al fuego unilateral. El movimiento lleva 40 años librando una violenta lucha por la independencia kurda.

Hasta que se confirme oficialmente la disolución del PKK, el gobierno de Ankara no sólo sigue considerándolo una organización terrorista, sino que también seguirá atacando sus sedes en Irak y a sus aliados en Siria. Turquía exige la disolución de todos los grupos, sin excepción.

En la región viven unos 35 millones de kurdos, uno de los grupos étnicos más numerosos sin Estado propio. Para ellos, Öcalan no tenía soluciones nuevas y, de hecho, en su discurso el dirigente no se refirió de forma explícita a los combatientes fuera de Turquía.

La mayoría de los kurdos son musulmanes sunitas. Pese a su identidad étnica común, los kurdos que viven en Turquía, Siria, Irak, Irán y Armenia no tienen representación transfronteriza ni políticas comunes ni fuerzas armadas unificadas. Por ello, los portavoces del PKK en Irak y Siria reaccionaron de forma diferente al llamado de Öcalan.

Los kurdos en Irak

Los expertos estiman que el cuartel general del PKK en el norte de Irak también se plegará al llamado de Öcalan. “Una vez que el congreso del partido formalice su disolución y la renuncia a la lucha armada, tal decisión se aplicará tanto al sureste de Anatolia, en Turquía (donde vive la mayoría de los kurdos en territorio turco), como en el norte de Irak, donde las milicias están directamente subordinadas al liderazgo del PKK”, dice Nigar Göksel, especialista en Turquía de la ONG International Crisis Group.

Nechirvan Barzani, presidente de la región semiautónoma de Kurdistán, en el norte de Irak, ya pidió al PKK que se “comprometa e implemente” el mensaje de Öcalan. En la región hay esperanza no sólo de que el fin de la lucha armada ponga término a los continuos ataques de las fuerzas turcas, sino también de que mejorarán los vínculos políticos y económicos entre la región kurda iraquí y Turquía.

Una disolución del PKK probablemente también mejore la situación en el noreste de Siria, donde las fuerzas turcas y kurdas han estado combatiendo durante años. Si los grupos desplegados en Turquía e Irak “se disuelven y se someten a un proceso de desarme, desmovilización e integración, no solo se abrirán oportunidades sin precedentes para el buen gobierno y la estabilidad en el noreste de Siria, sino que también cambiará el equilibrio de poder en todo el país”, dice Burcu Özcelik, experto del Royal United Services Institute (RUSI) en Londres.

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Los kurdos en Siria

Tanto Göksel como Özcelik señalan que las fuerzas kurdas en Siria, en cambio, no se consideran obligadas a respetar el llamado de Öcalan. Se trata de las Unidades de Protección Popular (YPG), que lideran las Fuerzas de Siria Democrática (SDF).

Según Özcelik, las YPG están vinculadas al PKK y es difícil imaginar que Ankara permita que sigan existiendo en su forma actual. Mazlum Abdi, el comandante de las SDF, ya dijo que el llamado de Öcalan no está dirigido a su grupo. “Esto no tiene nada que ver con nosotros en Siria”, declaró, pese a que acogió con satisfacción la decisión del líder del PKK. “Si hay paz en Turquía, no habrá más excusas para atacarnos acá en Siria”, apuntó.

“Si el PKK depone las armas y se disuelve de forma verificable; es decir, si sus cuadros entregan sus armas a las autoridades estatales, tal como exige el proceso, entonces sería el comienzo de una nueva era”, sostiene Özcelik.

El llamado de Öcalan ocurre en un momento inusual. En diciembre, el dictador sirio Bashar al Assad fue derrocado y el gobierno de transición encabezado por Ahmed al Sharaa llamó a las fuerzas kurdas a unirse al ejército nacional. Sin embargo, los kurdos insisten en formar una fuerza independiente dentro del ejército. Hasta ahora, Damasco rechaza esta idea y no invitó a las SDF a la primera conferencia de diálogo nacional, que tuvo lugar a finales de febrero.

Por Jennifer Holleis-DW