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Reapareció el prófugo por el doble crimen del psicólogo y su paciente, pero ya no podrá ser juzgado

Los cuerpos de Flavio Piottante y Analía Estrella Libedinsky fueron encontrados en su consultorio en 2006 en Mendoza. El único sospechoso evadió a la Justicia 16 años y se dejó ver ahora en el paso fronterizo con Bolivia. Como la causa prescribió, estuvo detenido solo minutos y recuperó la libertad.

El paradero de Mauricio Suárez fue un misterio durante los últimos 17 años. Era el único sospechoso por el doble crimen del psicólogo Flavio Piottante y su paciente Analía Estrella Libedinsky ocurrido en 2006 en Mendoza. El lunes pasado, el prófugo reapareció sorpresivamente en el norte argentino e intentó cruzar la frontera con Bolivia.

Suárez fue detenido allí por personal de Migraciones, pero la privación de su libertad apenas duró unos minutos, hasta que constataron que la orden de captura internacional no estaba vigente ya que la causa prescribió a mediados del año pasado.

Casi en simultáneo ese mismo lunes por la mañana, mientras su cliente intentaba cruzar el paso fronterizo, el abogado de Suárez, Martín Ríos, se presentó ante la Fiscalía N°18 de la provincia para pedir el teléfono de la Unidad Fiscal de Homicidios.

El objetivo del letrado era que las autoridades del puente Salvador Mazza se pusieran en contacto con la Unidad para que les confirmaran que ya no tenía efecto la captura internacional de Suárez.

En una de sus pocas declaraciones públicas, Troncoso despegó a su ex del doble crimen.
En una de sus pocas declaraciones públicas, Troncoso despegó a su ex del doble crimen.

Según publicó el portal MDZ, desde el Ministerio Público Fiscal expresaron que la fiscal Claudia Ríos “no dará declaraciones y/u opiniones al respecto, remitiéndose a todo lo dicho al momento de llevarse a cabo la audiencia que concluyó con el archivo de la causa por prescripción de la acción penal, conforme a lo establecido por la Ley en Argentina”.

El doble crimen del psicólogo y su paciente

Analía Estrella Libedinsky se atendía todos los miércoles a las 17 con su psicólogo, pero aquel 12 de julio de 2006 recibió un llamado por la mañana para que adelantara su horario. Unas doce horas después, la madre del profesional encontró los cuerpos de los dos tirados en el piso del consultorio. A él, Flavio Heriberto Piottante, lo habían matado a balazos. A ella, la estrangularon.

Psicólogo y paciente. Profesor y alumna. Piottante y Libedinsky se conocían desde hacía varios años y ella, dicho por su propia familia, sentía por él una gran admiración. También eran amantes, pero casi nadie sabía de esta relación hasta que los encontraron asesinados juntos, ensangrentados y casi tomados de la mano.

La autopsia determinó que el psicólogo había sido asesinado de dos balazos a quemarropa. Su rostro estaba desfigurado. En cambio, a ella, la atacaron por la espalda y la estrangularon. Más tarde se conoció el resultado de los análisis de ADN y entonces se supo que ambos habían tenido relaciones sexuales antes del crimen.

Sin embargo, con el avance de la causa salieron a la luz otros intereses amorosos del psicólogo. Piottante tenía una novia identificada como Claudia, pero a su vez mantenía una relación con una colega llamada Andrea Troncoso. Esta mujer introdujo al cuarto personaje relevante de la historia: Mauricio Suárez, un hombre con quien tenía un hijo pequeño en común y que se convirtió en el primer y único sospechoso del caso. “Creo que tendrían que haber investigado alguna otra hipótesis”, señaló meses atrás a TN su abogado, Martín Ríos, quien siempre creyó en su inocencia.

La investigación no descartó ninguna teoría al principio. Trabajaron sobre un posible robo o un ajuste de cuentas. Pero nada cerraba y la causa terminó por inclinarse hacia un presunto conflicto amoroso. Así aparece Suárez, quien durante años fue pareja de Troncoso y había compartido reuniones y hasta cumpleaños con el psicólogo.

Para los investigadores, Piottante había sido el motivo por el cual Troncoso terminó la relación con el padre de su hijo y eso le habría dado a este un móvil probable por el cual planear el asesinato.

Pero se tardaron cinco días en emitir la orden de captura y cuando fueron a buscarlo descubrieron que se había fugado. Ni los 16 años que pasaron desde entonces ni los $100 mil que alcanzó la recompensa por su cabeza fueron suficientes para encontrarlo.

Después de 16 años la causa se cerró sin respuestas, ni culpables detenidos, y el único sospechoso que tuvo ya no podrá ser juzgado por el doble crimen, ni aunque confesara su autoría.

Fuente: TN