Un informe privado registró una mayor pérdida de puestos de trabajo en los últimos meses que en crisis previas. El salario real retrocedió a niveles de marzo de 2009. Cuántos empleos se perdieron en el último año.
La destrucción del empleo que sobrevino a la disparada inflacionaria y a la caída de la actividad económica tras el salto cambiario de 118% en diciembre adquirió un ritmo más acelerado que durante crisis anteriores y sólo habría sido contenida por la caída de los salarios en el sector registrado.
Los datos surgen de un informe realizado por Capacitación y Estudios sobre Trabajo y Desarrollo (CETyD) de la Universidad de San Martín (UNSAM) a partir de una evaluación de dos de las variables macroeconómicas más sensibles: el trabajo y el ingreso.
La destrucción del empleo fue más acelerada que en otras crisis
“En diciembre de 2023 el salario promedio de los empleados formales atravesó la caída intermensual más relevante desde, al menos, mediados de los años ’90 (fecha desde la cual se dispone de registros estadísticos). Luego, durante los tres meses siguientes recuperó una parte de lo perdido, pero se mantuvo en niveles históricamente bajos. En efecto, el poder adquisitivo alcanzado en marzo de 2024 fue equivalente al de marzo de 2008 (16 años atrás)”, aseguran los autores.
Bajo la perspectiva del estudio, el retroceso salarial actuó como una suerte de contención de la merma del empleo formal en los primeros meses de la era Milei: “Entre los primeros trimestres de 2023 y 2024 la dotación de empleo formal se redujo en 27.200 puestos. Dicha caída estuvo concentrada en la construcción, que en el mismo lapso temporal perdió 70.000 empleos”.
A la vez, la medición interanual entre el enero, febrero y marzo del año corrientes y el previo arroja que el nivel de producción se contrajo 5% y los precios de los productos y servicios ofrecidos por las empresas avanzaron 253%, 20 puntos porcentuales por debajo del Índice de Precios al Consumidor (IPC), que anotó un crecimiento de 273%.
“Las empresas, en ese marco, buscaron mantener el valor del costo laboral unitario con el objetivo de preservar sus márgenes relativos de ganancia por cada trabajador empleado. Para ello priorizaron amortiguar la destrucción de puestos de trabajo, considerando que desprenderse de trabajadores representa tanto un costo económico como una pérdida de recursos humanos en muchos casos calificados y con cierta experiencia en la tarea”, analiza el documento.
Consecuentemente, los salarios se convirtieron en “la variable de ajuste para poder alcanzar ese objetivo”. En otras palabras, en un contexto de caída productiva, el aumento nominal de los sueldos fue inferior al aumento de los precios de los productos y servicios ofrecidos por las empresas y esa dinámica permitió que las compañías “sostengan el costo laboral unitario (y así preserven sus márgenes de rentabilidad), al tiempo que amortiguó la destrucción de puestos de trabajo”.
Al mismo tiempo, el análisis esboza la hipótesis de que la retracción salarial “incentivó la destrucción del empleo informal” debido a que “una porción de trabajadores ya contaba previamente con ingresos altamente deteriorados” antes del comienzo de la gestión libertaria.
“La contracción adicional de este año pudo haber actuado como un desincentivo para que busquen activamente o preserven su fuente de trabajo. Por ejemplo, un trabajador informal perteneciente al decil de menos ingresos debió destinar un 33% de su salario sólo en viáticos”, explica el texto de CETyD.
Un horizonte incierto para el empleo formal
Según los profesionales de la UNSAM, el empleo formal en el sector privado continuó contrayéndose después de marzo, aunque a un ritmo que parece ralentizarse. En abril acumuló 8 meses consecutivos de caída y totalizó una reducción de 144.000 empleos desde agosto de 2023. La pérdida de puestos laborales se concentra en la construcción, que perdió 64.000 empleos desde agosto de 2023, y la industria, que perdió 18.000. La merma de ambos rubros cristaliza el 74% de la totalidad de puestos perdidos.
Actualmente, asegura el escrito, la sensibilidad del empleo en relación con la caída de la actividad “es más baja que en ciclos anteriores”. Sin embargo, como el decrecimiento de la actividad es más abrupto que la de las crisis previas (excluyendo la de la pandemia), “la destrucción de empleo adquirió un ritmo más acelerado“.
“Durante los primeros 8 meses de caída del empleo se destruyeron: 92.000 puestos en la fase noviembre/2015 a junio/2016; 128.000 en la fase mayo/2018 – diciembre/2018 (que se continuó hasta enero/2020); y 144.000 en la etapa actual (agosto/2023 – abril/2024)”, consignan los especialistas.
A la hora de proyectar cómo sigue la película, manifiestan que “las estimaciones de lo ocurrido con el empleo a partir de mayo no son alentadoras“. Por un lado, resaltan, la Encuesta de Indicadores Laborales de la Secretaría de Trabajo estimó para el quinto mes del año una caída intermensual del empleo formal en el sector privado del 0,3%. “Por otra parte, las expectativas de los empresarios para los meses de junio, julio y agosto marcan un leve crecimiento de quienes esperan reducir sus dotaciones y un estancamiento de quienes estiman que las aumentarán”, explican.
Si bien los salarios de los trabajadores formales lograron recuperar una porción del poder adquisitivo perdido en diciembre, continúan en niveles inferiores a 2023: “Luego de la negociación de incrementos nominales superiores a la inflación durante cinco de los seis meses del primer semestre de 2024, los salarios recuperaron algo más de la mitad del poder adquisitivo perdido en diciembre de 2023. En particular, el salario real en junio se situaría en un valor 5% inferior al de noviembre de 2023“.
Por último, el informe advierte que “a pesar de la recuperación parcial, el poder adquisitivo de los salarios continúa en niveles históricamente bajos” y resalta que “el valor del salario real en mayo de 2024 habría sido equivalente al de marzo de 2009“.