El Estado cedió parte del predio del Campo de deportes de la ESMA al Club, que lo celebró. Allí, en lo que los represores llamaban “asaditos”, se quemaban los cuerpos de las personas muertas en la tortura o en operativos.
Arrojar a personas vivas al Río de la Plata desde aviones -llamados “traslados” en la jerga de los genocidas- fue uno de los métodos de desaparición de personas aplicados para prisioneros de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) durante la última dictadura militar, pero no el único. Desde que los testigos comenzaron a hablar públicamente de aquel horror, se supo que hubo otro a los que los responsables llamaron “asaditos”. Relatos de sobrevivientes, represores quebrados y exconscriptos coinciden en que los cuerpos de víctimas fallecidas durante operativos o producto de sesiones de tortura eran incinerados en el Campo de deportes que la Armada aún utiliza a la vera del Río de la Plata. Parte de ese mismo predio fue cedido recientemente por el Estado nacional al Club River Plate, que levantará allí un megaproyecto deportivo. Mientras el club celebró, sobrevivientes y familiares de víctimas se espantaron.
La Agencia de Administración de Bienes del Estado (AABE) comunicó el lunes pasado a través de su sitio web el convenio de cesión de uso a River Plate del predio en donde hasta hoy continúa funcionando el Campo de Deportes de la Armada, poco más de 7 hectáreas en las que el Club planea construir un complejo deportivo con canchas de fútbol y voley, vestuarios, salones de usos múltiples, estacionamientos y tribunas. Según el convenio, el Estado nacional seguirá siendo dueño de las tierras.
El terreno se encuentra desde hace varios años bajo una medida de no innovar dictada por el juez federal Sergio Torres en el marco de la causa sobre los crímenes de lesa humanidad que sucedieron en la ESMA durante la última dictadura cívico militar. Torres ya no es juez federal y la causa ESMA quedó bajo subrogancia de Ariel Lijo, quien autorizó la cesión a fines del mes pasado. Como condición, postuló que el Equipo Argentino de Antropología Forense (EEAF) lleve a cabo las “excavaciones arqueológicas sistemáticas y exhaustivas” que sean necesarias sobre el predio con el objetivo de “agotar toda posibilidad de existencia de enterramientos clandestinos o depósitos de restos óseos pertenecientes a detenidos-desaparecidos víctimas de la última dictadura cívico militar”. La resolución aclara que eso debe ser “previo al comienzo de las obras”. La condición fue resultado de una serie de reuniones entre la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, River Plate y el EAAF que tuvieron lugar en marzo pasado. Las querellas que representan a las familias de víctimas y a sobrevivientes de los crímenes de la Armada y otras fuerzas en el predio de Avenida del Libertador no fueron consultadas.
Crímenes en el Campo de deportes
La Armada siempre usó el predio localizado entre lo que hoy es la avenida Intendente Cantilo, la calle interna Tambor de Tacuarí y el Arroyo Medrano, que desemboca en el Río de la Plata, como Campo de deportes para adiestramientos y entrenamientos deportivos de efectivos de la fuerza. Pero durante el terrorismo de Estado, le sumó otro fin.
Alejandro Hugo López, exconscripto que cumplió servicio en la ESMA en 1976, declaró ante la CONADEP que supo que en los talleres de la escuela se fabricó “lo que llamaban ‘parrilla’”: “una batea de acero con un tubo para introducir gasoil donde se ponían cuerpos para incinerarlos” y que ese artefacto se usaba en el Campo de deportes de la institución. Por su parte, el cabo segundo Rubén Castellano contó, con croquis y todo, que “había días en que no se podía utilizar el campo de deportes de la Escuela porque se decía que los oficiales ‘estaban de asado’, lo cual significaba que quemaban cuerpos”.
“El Campo de deportes de la ESMA es como el horno crematorio de Auschwitz. ¿Cómo vas a separarlo del campo de concentración? No se puede”,
López participó de una de las inspecciones oculares que se llevaron a cabo en el lugar, luego de que en 2005 se presentara ante el juez Torres una investigación sobre los hechos denunciados allí. Muchísimos años después, como testigo y víctima en el tercer juicio de lesa humanidad por la megacausa ESMA, ratificó y amplió la historia. Ubicó los hechos entre 1976 y 1977, describió con detalle la parrilla, mencionó que cabos de la Armada la trasladaban al Campo de deportes junto con tambores con gasoil, y que una vuelta que estaba allí de día vio “vértebras humanas a la orilla del río”. En aquel juicio fueron varios los sobrevivientes que testimoniaron haber escuchado de parte de represores que los custodiaban durante su cautiverio en el Casino de Oficiales el método de incineración de cadáveres en el Campo de deportes. Ricardo Coquet, Miguel Angel Laueltta, Elisa Tokar, entre otros.
Otro cabo, Jorge Carlos Torres, declaró que tuvo “conocimiento de que desde la ESMA se trasladaban cuerpos de detenidos muertos, en camionetas verdes, al campo de deportes que se encuentra en los fondos de la escuela”, que represores allí hablaban de “asaditos como forma de manifestar el procedimiento de quema de los cadáveres” y que “por la noche podían verse las hogueras de la quema de los cuerpos”. Torres testimonió en el Juicio a las Juntas Militares. Adolfo Scilingo, el genocida que reconoció los “vuelos de la muerte”, también habló sobre incineraciones de los cuerpos de los “subversivos” que morían en la tortura. Igual que el represor Víctor “Lindoro” Olivera, cuando se quebró durante su indagatoria, ya en la post impunidad.
Uno de los aviones usados para tirar personas vivas al mar, detenidas desaparecidas en la ESMA.
El EAAF realizó análisis del suelo y excavaciones en el lugar por lo menos en dos ocasiones, trabajos que siempre arrojaron resultados negativos. En el marco del plan de trabajo a partir de la cesión del terreno a River, sería la tercera vez. Las características del terreno, no obstante, hacen todo muy difícil. Por un lado, la cercanía al río; por otro, la cantidad y la naturaleza del relleno que fue depositado en el lugar. El juez Lijo citó en su resolución que ‘es poco probable hallar registros de eventos de depositación de restos en el lugar'”.
“Necesitamos que se construya memoria ahí, no tribunas”
Para los y las sobrevivientes, sin embargo, no hay dudas: el lugar fue un crematorio a cielo abierto y que debe ser señalizado. “Por lógica”, dice Carlos Lordkipanidse, que sobrevivió a la ESMA y querella junto a Patricia Walsh, se infiere que los restos del periodista militante Rodolfo Walsh fueron desaparecidos en la parrilla del Campo de deportes. “No hay certeza y no la habrá a menos que los represores abran la boca”, apuntó, aunque confirmó que “el tema de los ‘asaditos’ no es un invento de un sobreviviente trasnochado. Hay muchos testimonios, todos coincidentes, pero además hay una lógica que responde al funcionamiento y las características del centro clandestino: los compañeros fallecían o llegaban muertos todos los días, no sólo los miércoles que era el día de los vuelos. Y no iban a acumular cuerpos en el sótano, tenían que descartarlos”.
Se cree que los restos del periodista militante Rodolfo Walsh, como los de muchas otras víctimas de la dictadura militar, fueron desaparecidos en los “asaditos” del Campo de deportes cedido al Club River.
“Más allá de que no sea posible hallar restos, el lugar forma parte de los testimonios de muchos compañeros y compañeras, integran los hechos de horror que vivimos. Y enterarnos de que ahí ahora habrá canchas de fútbol nos dolió. Necesitamos que se construya memoria ahí, no tribunas”, dijo Ana Testa, sobreviviente de la ESMA. Los organismos de derechos humanos que integran el Encuentro Memoria Verdad y Justicia repudiaron la cesión judicial. “Desde hace años sostenemos que el campo de deportes y todo el predio de la ESMA formaron parte del centro clandestino de detención y exterminio”, postuló la Asociación de ex Detenidos Desaparecidos, una de las agrupaciones que salió a criticar la decisión. “El Campo de deportes de la ESMA es como el horno crematorio de Auschwitz. ¿Cómo vas a separarlo del campo de concentración? No se puede”, comparó Lordkipanidse.
Lo que no supieron sobrevivientes ni familiares es que el lugar ya fue modificado: durante la construcción de la nueva sede del Tiro Federal se ha avanzado sobre una parte del terreno cautelado por la Justicia. Esa zona, justamente, fue la señalada en la investigación presentada a Torres como una de las más importantes a la hora de excavar e investigar. El Campo de deportes de la ESMA fue territorio recorrido recientemente por trabajadores y autoridades de la Secretaría de Derechos Humanos e investigadores del Espacio de Memoria que funciona en el predio recuperado en 2007. Se espera que el lugar sea señalizado como sitio de memoria.
Por Ailin Bullentini-Letra P