Del 15 al 17 de marzo, 115 millones de rusos están llamados a votar en unos comicios que le asegurarán probablemente un quinto mandato al presidente Vladimir Putin, pero que también pueden medir el ánimo ciudadano cuando pasaron ya dos años de una invasión de Ucrania que Moscú planeaba mucho más corta.
Vladimir Putin (71) saldrá probablemente del fin de semana que termina este 17 de marzo como presidente electo para un quinto mandato en el Kremlin, desde el que inició en 2000, en unos comicios que harán también las veces de un referéndum sobre el apoyo de la población rusa a su gestión de dos años de guerra en Ucrania.
Putin correrá casi sin oposición, salvo por algunos candidatos que ni en las encuestas ni en términos políticos le suponen una amenaza, y cuando quien era su principal escollo, el activista Alexei Navalny, falleció en una cárcel del Ártico un mes atrás mientras cumplía una condena a 19 años por “extremismo”.
El estado de la opinión pública en Rusia, a su vez, es muy difícil de evaluar porque la mayoría de los medios de información independientes han sido neutralizados, aunque la media de consultores recogen un apoyo mayoritario al presidente.
En junio pasado, la rebelión desde Ucrania del líder mercenario Yevgeny Prigozhin hizo pensar que Putin podría perder el control del Kremlin, pero la muerte del militar en un misterioso accidente aéreo dos meses después despejó esa idea.
¿Voto por la guerra?
En el plano internacional, donde se da por segura la reelección de Putin hasta 2030, la mirada está puesta en la evolución del conflicto en Ucrania, donde Rusia contuvo una contraofensiva ucraniana en 2023 y logró compensar las sanciones económicas que le impuso Occidente hasta enero pasado comerciando con China, India y otros socios.
Un triunfo electoral más o menos contundente como el que se anuncia puede ser interpretado por Moscú como un fuerte aval a su gestión en Ucrania, frente a la OTAN ampliada que ya rodea las fronteras de Rusia y a otra ofensiva militar sobre Ucrania en la primavera europea.
Según Abbas Gallyamov, ex redactor de discursos de Putin, en esta elección “las opciones múltiples se sustituyen por una simple y dicotómica: ‘¿Está usted a favor o en contra de Putin?’”. Por lo tanto, será un “referéndum sobre la cuestión de la guerra, y un voto a favor de Putin se convertirá en un voto a favor de la guerra”.
Según Joschka Fischer, “detrás de la invasión de Putin está el irredentismo ruso neo imperialista. Putin desea corregir las condiciones geopolíticas prevalentes desde el colapso de la Unión Soviética. Este tipo de proyecto revisionista es inherentemente peligroso, porque implica la reafirmación del dominio, supremacía incluso, y requiere entonces de la guerra, no solo contra los vecinos y las potencias regionales más pequeños, sino también contra las potencias mundiales”.
La interrupción de ayuda militar de parte de Estados Unidos -por un debate entre demócratas y republicanos en un año electoral- ha tornado más vulnerable a Kiev frente a los planes de Putin de asegurar su ocupación ilegal del Donbás (Este de Ucrania de mayoría pro rusa) y de insistir en su objetivo original de derrocar a Volodimir Zelensky.
Y todo ello pese al renovado apoyo a Kiev de la Unión Europea y a la ampliación de la OTAN con un inédito arco geográfico de defensa que ahora abraza Rusia, un escenario que Putin temía cuando advirtió que reaccionaría si la alianza incorporaba a Ucrania.
Para la analista Nina L. Khrushcheva, en términos electorales, el Kremlin no pretende convencer a los rusos de que su vida es segura y próspera. “Putin ha tenido que adaptarse y, siguiendo la narrativa de Stalin de que el progreso hacia el socialismo conlleva más desafíos (…), está usando la propaganda para preparar a los rusos para más guerra”.
Cerca del 80% de los rusos aprueban la gestión de Putin, según la encuestadora independiente Levada Center -antes de la guerra medía 60%-, pero Occidente se pregunta si ese tipo de respuestas es legítimo o responde al temor que infunde un régimen que inhabilitó, encarceló o empujó a la muerte a sus principales opositores.
“Putin ve estas elecciones como un referéndum sobre la aprobación de sus acciones. Referéndum sobre la aprobación de la guerra”, había dicho Navalny desde la cárcel. “Rompamos sus planes y asegurémonos de que el 17 de marzo a nadie le interese el falso resultado, sino que toda Rusia lo vea y lo entienda: la voluntad de la mayoría es que Putin debe irse”.
En vísperas de los comicios, fue su viuda, Julia, quien llamó a los rusos a votar masivamente contra Putin y, eventualmente, a ejercer un boicot en su memoria. En esos días, mile de rusos fueron detenidos sólo por rendir homenaje con flores a Navalny, según medios occidentales.
Voto electrónico y fraude
Estas elecciones presidenciales serán las primeras en las que los votantes rusos -115 millones en total, 1,9 millones en el exterior habilitados- podrán hacerlo por Internet, un tipo de sufragio que abarca 29 regiones, más de la mitad (la Federación tiene 21 repúblicas, 6 territorios o krai, 49 regiones u oblasts, 1 región autónoma, 10 territorios autónomos u okrugs y 2 ciudades federales).
Los observadores electorales independientes critican el calendario de votación de tres días y el sufragio virtual por cuestiones de transparencia. La oposición denunció en los comicios parlamentarios de 2021 que el voto digital fue manipulado.
La campaña militar expansionista de Putin se refleja en todo: también se votará en Crimea, territorio de Ucrania que Moscú anexionó en 2014, y en las cuatro regiones del Donbás (Lugansk, Donetsk, Zaporiyia y Jersón) que ocupó con la invasión desde febrero de 2022, aunque las fuerzas rusas no controlan totalmente ninguna.
La votación comenzó varios días antes en algunas regiones de Rusia, donde el voto a lo largo de varios días debutó en el referéndum de 2020 que Putin organizó para impulsar una reforma constitucional que le permitiera presentarse a dos mandatos más, aunque será la primera vez que ocurra para una presidencial.
La participación en las últimas presidenciales de 2018 fue del 67,54%, según datos oficiales, aunque observadores y votantes particulares denunciaron violaciones generalizadas. En las parlamentarias de 2021, la participación fue del 51,7%.
Putin se presenta como “candidato independiente”, para enfrentar a Nikolai Kharitonov, del Partido Comunista; a Leonid Slutsky, del nacionalista Partido Liberal Democrático, y Vladislav Davankov, del Nuevo Partido del Pueblo. Kharitonov ya se enfrentó a Putin en 2004 y terminó segundo. Todos apoyan la invasión a Ucrania.
El político antibelicista y legislador local Boris Nadezhdin, de 61 años, fue rechazado como candidato por la Comisión Electoral Central, que invalidó miles de firmas necesarias de apoyo.
Putin ya es el dirigente del Kremlin que más tiempo lleva en el poder desde el dictador soviético Josef Stalin, fallecido en 1953. En 2008, tras suceder durante dos mandatos a Boris Yeltsin desde 2000, dejó la Presidencia a Dmitri Medvedev hasta 2012 para ser primer ministro.
Los mandatos presidenciales se ampliaron entonces de cuatro a seis años y otras reformas hace tres años permitieron dos mandatos consecutivos a partir de 2024.
En 2018, el candidato comunista obtuvo 11,8% de los votos, frente al 76,7% de Putin. Esa vez, una Misión Internacional de Observación Electoral de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) describió la votación como carente de competencia genuina, y empañada por la “continua presión sobre las voces críticas”.