Los mercados reaccionaron bien tras la ayuda del Tesoro norteamericano. Pero, ¿cómo hará el Gobierno para no devaluar tras las elecciones? El freno a la inflación, una bandera quemada.
La cumbre en Nueva York entre Javier Milei y su protector Donald Trump dejó varias escenas memorables. Por ejemplo, la del gradilocuente tuit que el anfitrión le ofrendó a su visitante, impreso como si se tratara de un diploma. Ahí lo apoyaba para “su reelección” (¿tan desinformado está sobre la coyuntura argentina?) y lo llamaba “muy respetado presidente” y “líder verdaderamente fantástico y poderoso”, mensaje que Milei, extasiado y más pálido que nunca por el excesivo maquillaje, mostró como un trofeo en la foto bilateral. También sorprendió la simpática despedida que Trump le dedicó a la comitiva libertaria, cuando dijo: “Esto no estuvo mal, ya lárguense de acá”. O cuando les explicó que “ustedes no necesitan ningún rescate”, frase que por un momento alteró a los visitantes hasta que se selló, horas después, el auxilio financiero del Tesoro norteamericano por 20 mil millones de dólares. Era lo que Milei y “Toto” Caputo habían ido a buscar para calmar a los mercados en nuestro país.
Fueron escenas casi surrealistas que buscaron despejar la incertidumbre y darle aire al Gobierno en su accidentada marcha hacia las elecciones de octubre. Ahora, con la plata del Norte, todo parece haberse encarrilado: el dólar -que hasta horas antes daba saltos- se tranquilizó, bajó el riesgo país y subieron los títulos argentinos en la Bolsa. ¿Hay un final feliz?
Bueno, no vayamos tan rápido. Porque el nuevo mangazo de Milei y Caputo -que llega después del préstamo millonario del FMI- evidencia que el modelo necesita más dolares de los que produce, o sea, digamos, no cierra. Si el préstamo que meses atrás desembolsó el Fondo se fue desangrando debido a las sucesivas intervenciones de urgencia que el Banco Central hace para contener la suba del billete verde -el viernes vendieron 678 millones, número cabalístico-, es porque la plata parece no alcanzarle al gobierno libertario. Lo cual motivó el nuevo y desesperado pedido de ayuda que ahora los puso cara a cara con Trump.
Suponiendo que el flamante salvataje ayude a despejar los temores del mercado y tranquilice al dólar hasta las elecciones, ¿qué pasará el día después? ¿Cómo evitará el Gobierno hacer una corrección cambiaria que hasta el propio FMI viene reclamando sotto voce? Y si finalmente devalúan, como todos dan por descontado, ¿cómo harán para que eso no repercuta en los precios y termine quemándoles la única bandera que hoy mantienen en alto, la del freno a la inflación? Peor aun: en caso de una nueva derrota, como pronostican varias encuestas, ¿cómo saber si la ayuda del Tesoro norteamericano finalmente se consumará? ¿Para qué le apostarían a un caballo perdedor?
Medios bien informados de Estados Unidos cuentan que en el entorno de Trump hubo dudas sobre su idea de abrazarse a Milei en el peor momento del libertario. También Mauricio Macri, con su distancia, demuestra lo piantavotos que es pegarse a alguien que viene de sufrir una masacre electoral en la Provincia. “No le veo desde hace más de un año”, dijo en estas horas, consultado sobre su relación con Milei.
Y hablando de Mauricio, cerca del ex presidente cuentan que él no cree que la película termine bien. Lo preocupa, como al establishment, la falta de dólares y lo rápido que el Gobierno los quema. ¿Se podrá sostener el plan de Caputo? Macri cree que no, y acaso habla por experiencia propia. Es que ya le tocó vivir la misma historia, y encima con el mismo ministro, “Toto”. Déjà vu.

Por Franco Lindner-Revista Noticias