Como se decía antiguamente: se van acomodando los melones en el carro, o de manera formal, el campo político argentino prepara la oferta electoral a una ciudadanía descreída como nunca.
Purgatorio. La gran novedad la ofrece el peronismo: irá a una interna presidencial por primera vez desde que fuera sancionada la ley que habilitó las primarias, en 2009. El conflicto instalado con los sectores agropecuarios llevó en aquellos días a la división radical de la sociedad y la improvisación hizo el resto para que se votara esa suerte de laboratorio a cielo abierto que cambia en cada elección. Las PASO introducen en el sistema electoral un elemento de contingencia que puede producir resultados inesperados. Por ese motivo, la mayoría de las provincias que habían adherido al modelo de las primarias se fueron desmarcando, prefiriendo sistemas más enmarañados como las lemas, las colectoras, los enganches o incluso la boleta única.
En estos meses, el kirchnerismo no pudo ver que la candidatura de Daniel Scioli contaba con su componente emocional antes que pragmático o racional. Muchos calcularon que con las presiones para evitar las primarias iban a lograr que bajara su candidatura. Pero el subestimado exmotonauta fue vicepresidente, dos veces gobernador, y candidato a presidente cuando perdió por unos puntos con Macri con la propia Cristina Kirchner saboteando su candidatura. Tampoco contaron con que Scioli está presente en el top of mind de los argentinos, esa lista corta que surge cuando se pregunta en una encuesta a qué políticos recuerda en forma espontánea. Eso solo lo ubica como un competidor fuerte con su sola figura, en una suerte de espejo con Javier Milei. Ahora, con las trabas que se le presentan a Scioli para el armado de las listas nacionales y provinciales, algunos esperan que el sábado para las 12 de la noche desista de su participación.
La habilitación de Scioli abrió las compuestas a Agustín Rossi, Juan Grabois y otros que pueden surgir a último momento, además por supuesto de Sergio Massa, Eduardo “Wado” de Pedro y, por qué no, Axel Kicillof o Gabriel Katopodis. La situación de Alberto Fernández es a todas luces insólita, ya da entrevistas a estudiantes secundarios donde se somete a situaciones poco habituales para un mandatario y no dudó en decir que “Cristina y yo tenemos el mismo objetivo y por eso fundamos Unión por la Patria”.
Nueva marca. En el espacio que hoy conforman Sergio Massa y Cristina Kirchner se prueban diferentes combinatorias sobre la base del ensayo-error para ofrecer un esquema que permita sostener electoramente la provincia de Buenos Aires e intentar llegar al ballottage. Todas alternativas que son testeadas demoscópicamente y que no se descarta sumar a Máximo Kirchner en alguna de las posiciones claves, de modo que la marca Kirchner esté presente en las boletas electorales. Se debe recordar que en esta oportunidad PBA vota con otras siete provincias tres senadores nacionales.
El cambio de marca a Unión por la Patria no pasó inadvertido como en el cambio anterior desde Frente de la Victoria hacia Frente de Todos (y que pasó momentáneamente por Unidad Ciudadana en la experiencia solista de Cristina Kirchner). Incorporar el significante Patria no es ocioso y desde ya se puede observar un giro nacionalista que permite predecir una dura campaña contra el neoliberalismo centralizado en Mauricio Macri y contra el Fondo Monetario Internacional en momentos de una tensa situación donde el organismo pide nuevas condiciones por fuera del acuerdo para girar los derechos especiales de giro (DEG) que el país debe devolver de inmediato. Una situación de moratoria unilateral se abre en estos momentos y permitirá polarizar contra el FMI.
La interna de Juntos por el Cambio ahora parece transitar la relativa calma comparada con la de los unionistas. Ahora las sorpresas pasan por los vices, y también por la nueva estrategia que prepara Horacio Rodríguez Larreta, quien ahora percibe que tiene una montaña delante por escalar.
¿La rebeldía se escribe por derecha? Finalmente es relevante observar qué hay detrás del surgimiento de Javier Milei, y no en clave conspirativa, sino qué elementos de su figura interpelan a la sociedad, ya que a favor o en contra nadie parece estar ajeno a la mileimanía. Para ver algunos elementos que aporten a la discusión se van a emplear los resultados de una encuesta formulada sobre el electorado de AMBA en la instancia académica de la asignatura Sociología de la Opinión Pública (Sociales-UBA). Aquí se juegan dos interrogantes centrales: 1) qué motivos han hecho que la figura libertaria haya podido escalar tan rápido, sin estructura o trayectoria política; 2) si considera que las nuevas derechas libertarias tienen una propuesta atractiva o no. Estos elementos se han cruzado por la autopercepción ideológica de quienes respondieron.
En el gráfico se interpreta que quienes simpatizan con la derecha y centroderecha ven obviamente como atractiva la propuesta libertaria, pero con diferencias, los primeros ven en Milei los conocimientos técnicos para superar la situación económica, pero los segundos están más cerca de valorar la capacidad del candidato para aprovechar el descontento social. Como es lógico, quienes se perciben en la izquierda o centroizquierda están muy lejos de valorar positivamente las propuestas libertarias como interesantes, pero los primeros observan que Milei no entiende las reglas que hacen funcionar la política, mientras que los segundos identifican el discurso políticamente incorrecto del libertario.
Una última pregunta que se formuló reitera una inquietud bastante extendida (aunque no figura en el gráfico) y es qué posibilidades reales tendría Milei de aplicar sus propuestas rupturistas; el 9% no supo qué responder mientras que el 29,4% cree que es imposible aplicar alguna. El 7,1% cree a pura fe que son todas aplicables. Lo curioso es que el 54,4% del electorado cree que algunas propuestas sí son posibles de aplicación.
Los dados están rodando para generar una nueva etapa en la atribulada Argentina.
Por Carlos De Angelis – Perfil